La disensión se extiende por Cuba como la fiebre de dengue porque la vida cotidiana es tan onerosa. Una de las fuentes mejor documentadas en este tema es la narración de Botín (Los funerales de Castro, 2009), que corre la cortina del "pueblo Potemkin" que los extranjeros ven en las visitas oficiales a Cuba. Detrás de la fachada hay una necesidad desesperada. Alimentos, agua, transporte, acceso a cobertura médica, electricidad, jabón y papel higiénico, todos son difíciles de conseguir. Incluso hay escasez de viviendas, con muchas familias amontonadas en casas para una sola familia. El gobierno intenta mantener la olla tapada a través de la represión. Pero en privado no hay límites para la irrisión de los hermanos Castro.
No pueden negar esta realidad.
Por eso solo buscan desviar el tema, el dolor de la derrota del comunismo los tiene desquiciados.