Todos los mandatarios progresistas parecen sacados del mismo molde: promocionan e implementan el robo del sector productivo usando la ley como garrote y el bien común como excusa, y luego de perpetrada la maniobra todo el mundo queda mas pobre y los únicos que se vuelven millonarios son ellos mismos. Todos empiezan pobres y todos terminan millonarios luego de ejercida la función pública: Lenin, Stalin, Castro, Chavez, Correa, Morales, Maduro, los Kirchner, Dilma, Lula y un inacabable etcétera. También sus hijos (sin nunca haber producido un sólo peso de riqueza en el mercado) se vuelven millonarios luego de cumplido el mandato de sus padres.
Quien tiene por filosofía perpetrar el robo de la propiedad privada usando la fuerza del poder estatal sobre víctimas desarmadas, es un delincuente, sin importar cuán bonitos sean sus discursos y cuán bellas sean las palabras que use para etiquetar su filosofía. Quien use la fuerza o el engaño para quedarse con la propiedad privada de un tercero, sin importar el destino que luego haga del botín, es un ladrón; si encima no reconoce lo que hace y prefiere llamarse altruista, socialista o progresista en vez de ladrón, es además de ladrón un hipócrita.
Antes de ser candidato a presidente Lula vivía en el cuarto de una pensión en el suburbio más pobre de São Paulo, no tenía una sola propiedad a tal punto que comía con las manos, siendo que en su casa no tenía cubiertos. Hoy, sin haber producido un sólo peso de riqueza en el mercado, es dueño de una de las mayores fortunas de Brasil.