El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor clave

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El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor clave

Notapor Mavy » 22 Abr 2011, 02:40

El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor clave

Escribe Sebastián Etchemendy, Director de la Maestría en Ciencia Política, Universidad Torcuato
Di Tella.
Allá por 2002 tanto desde sectores de la opinión pública como desde buena parte de
las ciencias sociales, el diagnóstico era claro: la política de las clases populares en el
presente y hacia el futuro, ya no pasaba más por el sindicalismo peronista tradicional, sino
por los movimientos sociales, de desocupados y la miríada de grupos más o menos
organizados que salieron a la calle en el ocaso del neoliberalismo. La fragmentación de las
clase trabajadora entre el desempleo y los contratos precarios en los años 90, la
subordinación del sindicalismo hegemónico durante el gobierno de Menem y la
conflictividad social creciente encarnada por el movimiento piquetero parecían abonar la
tesis de la desaparición del sindicalismo como factor de poder popular. Fascinados por la
repentina irrupción de actores territoriales nuevos, muchos de los cuales eran movilizados
por la izquierda no peronista y hablaban su mismo lenguaje—aquel que teorizaba el nuevo
rol de las “multitudes”, el “contrapoder”, la “autonomía” y relegaba la lucha y alianzas por
el control del gobierno—muchos intelectuales, más o menos explícitamente, confinaron al
movimiento sindical a los arcones de la historia. De un lado u otro, los conceptos de moda
eran las nuevas “politcidades” de raíz local, las “identidades sociales fragmentadas” y el
“clientelismo.” La política estaba en el territorio.

Tan solo ocho años más tarde el paisaje del mundo del trabajo no puede ser más
diferente. Si bien los movimientos territoriales piqueteros llegaron para quedarse—
tributarios de una sociedad que el neoliberalismo cambió paran siempre— desde hace
varios años el conflicto sindical reemplazó al conflicto social como expresión clave de las
clases trabajadoras.
Opositores y kirchneristas concuerdan en que la alianza entre el
gobierno y el liderazgo de la CGT es el principal ordenador de la coalición de gobierno
inaugurada en 2003. En un hecho impensable hace una década, en Octubre pasado una
movilización sindical colmó el estadio de River con 70,000 asistentes y el Secretario
General de la CGT Hugo Moyano mantuvo una suerte de cabildo abierto con la Presidenta.
La CTA, la organización sindical de nuevo cuño ligada a los movimientos sociales que para
muchos estaba llamada encarnar la nueva época, está en crisis y tiene problemas enormes
tanto para contener a los movimientos territoriales, como para penetrar el sector privado.
Los medios hegemónicos que consumen principalmente las clases medias y altas no se
cansan de hablar de la amenaza del poder sindical. Causas judiciales supuestas o reales
contra sindicalistas originan amenazas de movilización y paros que ponen en vilo al país.
Más aun, entre los gobiernos que encarnan el giro a la izquierda desde el 2000 a la fecha en
América Latina, sólo en el kirchnerismo el actor sindical ocupa un lugar tan central. En
Brasil y Uruguay, los dos casos entre los nuevos gobiernos progresistas cuyo sindicalismo
es parte relevante del oficialismo, su protagonismo, sin embargo, empalidece cuando se lo
compara con el rol del movimiento sindical argentino. El sindicalismo peronista, el viejo
gigante de posguerra, está de vuelta.

El Retorno del Gigante

Cabe preguntarse qué factores llevaron a intelectuales y analistas a decretar la
muerte prematura del sindicalismo tradicional. Es claro que dos de los elementos clave que
contribuyeron a generar el movimiento sindical más fuerte de posguerra en América
Latina—un mercado de trabajo cercano al pleno empleo, y rol del sindicalismo como
interlocutor político ante la proscripción del partido peronista—fueron socavados por la
democratización y la liberalización económica.

Así, la apertura, la desindustrialización y las privatizaciones diezmaron sectores que habían sido bastiones del poder sindical. El sindicalismo tradicional perdió afiliados y recursos económicos. Por otro lado, la consolidación del juego democrático desde 1983 otorgó cada vez más poder a los intendentes y políticos territoriales peronistas. El análisis del politólogo Steven Levitsky de cómo la facción renovadora arrancó el poder a los sindicatos en el seno del PJ durante los años 80 es ya un clásico.
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Sin embargo, pocos observaron que, aun en la tormenta, y de la
mano de su rol subordinado pero tangible en la coalición menemista, el sindicalismo
peronista logró salvaguardar recursos institucionales que también habían sido centrales para
construir el poder de posguerra, a saber, la negociación colectiva centralizada, la
prohibición del sindicato de empresa, el control de las obras sociales, y la renovación
automática de viejos convenios colectivos pre-reforma que otorgan a las organizaciones
importantes ventajas. Estos institutos, una vez reactivado el mercado de trabajo, podrían ser
utilizados para una nueva ofensiva.

Finalmente, muchos soslayaron aquello que dejara en evidencia la socióloga
Berverly Silver: desde la consolidación global del capitalismo a principios del siglo XX,
la conflictividad sindical en el mundo no ha ido de mayor a menor como sugieren las tesis
de la “aristocracia obrera” que explican la moderación de los sindicatos europeos . Más
bien, el conflicto sindical se ha movido sectorial y geográficamente al compás de los
períodos de acumulación y desarrollo capitalista tanto en los países centrales como en la
periferia. En otras palabras, el conflicto sindical muta y cambia de protagonistas en países y
sectores, se institucionaliza más o menos según los casos, pero es inescindible de la
tendencia irrefrenable a la mercantilización del trabajador que está en la naturaleza misma
de la sociedad capitalista.

Los logros del Modelo Sindical Argentino: Una Excepción entre los Países Emergentes

Así, en el marco de una alianza con el gobierno kirchnerista y con nuevos sectores
como vanguardia, el sindicalismo peronista recobró el protagonismo perdido. Un gobierno
amigo respaldó vía decreto la reapertura de las negociaciones colectivas, toleró y avaló el
conflicto laboral (especialmente hasta 2007) retaceando el uso de la conciliación
obligatoria, otorgó una ley laboral que terminó con los contratos basura y priorizó la
negociación sectorial por rama, consolidó el control sindical de las obras sociales, y, más
importante, impulsó una política económica expansiva que promovió el empleo y la
reindustrialización en determinados sectores.
No obstante, como sugiere el argumento de
Silver recién mencionado, los sectores de vanguardia han mutado y ya no son los mismos
que bajo el modelo semi-cerrado de posguerra. Si antes dominaban paradigmáticamente el
sindicato metalúrgico UOM y los sindicatos de las grandes empresas del estado, en la etapa
posliberal otras son las organizaciones líderes en cuanto a movilización o relevancia: los
sindicatos del transporte, especialmente los camioneros, beneficiados por el auge en el
comercio de commodities; sectores de renovado protagonismo en una economía abierta
como ser alimentación, petroleros privados, automotrices y pesca; los grandes sindicatos de
servicios como comercio; y finalmente los estatales mejor protegidos del ajuste en los años
90, como ser UPCN y los sindicatos docentes.

Para decirlo sumariamente, el nuevo auge sindical tuvo dos consecuencias tangibles:
mejoras notorias en las condiciones laborales y sociales de amplios sectores de la población
trabajadora, y el retorno de viejos vicios en el comportamiento de sectores del movimiento
obrero.
En cuanto a lo primero, el grado de desarrollo, virtualidad, y beneficios que otorga
a los trabajadores el modelo sindical argentino tiene poca comparación en el resto de
América Latina, y probablemente en el total de los países emergentes. Los números son
elocuentes. En la Argentina, según datos de 2009, la negociación colectiva cubre al 80% de
los trabajadores registrados, algo así como el 50% de los asalariados. En México, ese
número entre los asalariados llega al 17% y en Chile a un magro 5,6%. Sólo Brasil tiene un
nivel de cobertura comparable de los acuerdos colectivos en la clase trabajadora. Con la
siguiente salvedad: en Brasil, Chile y México casi la totalidad de trabajadores
convencionados lo está bajo acuerdos de ámbito local, municipal o de empresa, mientras
que en Argentina la gran mayoría está cubierta por convenios de actividad que tienden a
atenuar la dispersión salarial y a aumentar los básicos generales, es decir, los ingresos de
los trabajadores menos pudientes.
Desde 2003 hasta aquí la cantidad de convenios firmados
en Argentina, en los que los sindicatos casi siempre negociaron mejoras en salarios y
condiciones de trabajo, aumentó alrededor de un 450%. En el gobierno pro-sindical de Lula
la cantidad de convenios aumentó un 50% hasta 2009. En Chile la cantidad de convenios
colectivos desde 2002 aumentó sólo un 5%, en México disminuyó.

Más en general la negociación colectiva y el modelo sindical implican ventajas
importantes para los trabajadores argentinos. Los beneficios que otorga la obra social de
Osecac para un trabajador que gana poco más de 500 dólares en un Wallmart en Argentina
serían difíciles de concebir en trabajadores con un salario similar en Chile, Brasil o México.
Por supuesto la mayoría de estos beneficios llegan más al sector formal de la economía.
Pero no es un sector menor, la idea de que el modelo sindical argentino solo privilegia a
trabajadores formales de altos ingresos relativos es un mito de la derecha. Si uno toma el
llamado salario conformado de convenio (básico mas pagos adicionales),por ejemplo, en
el sector textil aumentó un 700% entre 2003 y 2009, un 387% en el sector docente, 560%
en el sector de la construcción y 421% en caso de los metalúrgicos.
La inflación en el mismo período (medida desde 2007 por un promedio de los índices provinciales) creció un 200%. Es difícil pensar que trabajadores textiles, metalúrgicos, docentes y albañiles,quienes recuperaron claramente su poder adquisitivo, constituyan sectores de privilegio.

Viejos Vicios

La contraparte de este fenomenal aumento en cobertura y beneficios ha sido cierta
intensificación de viejas prácticas nocivas en algunos sindicatos: la malversación de fondos,
y las disputas violentas por el liderazgo interno y por el encuadramiento de los trabajadores.
Es cierto que los medios hegemónicos tienden a resaltar estos rasgos y a ignorar los logros
del modelo en cuanto a beneficios sociales, y que muchos sectores del establishment que
vituperan el modelo sindical argentino no quieren sindicalismo alguno, o ni siquiera
aceptan delegados sindicales en sus propias empresas. Sin embargo, modos poco claros en
el manejo de recursos de las obras sociales y disputas violentas han salido a la luz en los
últimos años, ya se trate del asesinato de dirigentes en un puñado de casos, como de la
patota de la Unión Ferroviaria que asesinó al militante Mariano Ferreyra.

Los problemas recién mencionados tienen una primera raíz clara: el aumento
masivo en los recursos que comenzaron a manejar los sindicatos después de 2003 merced a
las cuotas sindicales, los aportes “solidarios” en cada negociación colectiva y el aumento
del empleo en blanco y por consiguiente de las cargas sociales que los sindicalistas
manejan. Este crecimiento simplemente hace que el control de determinadas federaciones o
seccionales y hasta sindicatos menores signifique recursos antes impensados. Así, el
dominio del sindicato de ladrilleros, del personal de maestranza o el encuadramiento de
unos cuantos trabajadores nuevos puede llegar a originar choques violentos. Es preciso


notar, además, que el auge de prácticas no democráticas en períodos de relativa bonanza no
es sólo patrimonio de los sindicatos argentinos sino común en otros movimientos sindicales
con una tradición verticalista, boss-oriented, como México o Estados Unidos. Algunos
sociólogos sostienen que los aumentos masivos de recursos tienen más probabilidades de
terminar en disputas no institucionalizadas en organizaciones populares en las que sus
integrantes tienen menos posibilidades alternativas de asenso social y dependen de esos
recursos a todo o nada.

En suma, los viejos vicios del sindicalismo argentino no son una novedad en la
etapa inaugurada en 2003. Lo que sí es nuevo es que el modelo sindical vuelve a operar
como un canal de inclusión y mejoras sociales por primera vez desde la recuperación
democrática en gran medida gracias al contexto económico más favorable, y a la alianza
que el sindicalismo dominante de la CGT y la CTERA selló con el gobierno a partir de
2003.

Un Actor Complejo: Entender el Sindicalismo Argentino

El sindicalismo argentino es un actor complejo. Globalmente, otorga beneficios a
los trabajadores que están claramente muy por encima de la media en los países
emergentes. Globalmente también, la democracia interna se practica poco y las listas
opositoras en muchos sindicatos tienen enormes problemas para presentar una opción
nacional, especialmente en las “uniones,” mas centralizadas, que en las “federaciones”
formadas por sindicatos regionales.
Hay que desterrar, sin embargo, algunos equívocos que
provienen de cierto progresismo y de la izquierda sindical respecto del movimiento obrero
argentino. El primero, es simplemente falso afirmar que en aquellos sindicatos en los cuales
no prosperan listas opositoras los dirigentes carecen de legitimidad.
Muchos liderazgos
sindicales verticalistas, hasta autoritarios según ciertas convenciones, cuentan a la vez con
un gran predicamento en las bases—he ahí la complejidad del actor. El segundo, más
absurdo, es que el sindicalismo peronista tradicional, aun cuando maneje importantes
recursos financieros, no enfrenta a los capitalistas.
Existen sindicatos más o menos
amarillos y sindicatos empresarios, pero la mayoría tiene que dar cuenta de al menos ciertos
beneficios a sus bases. Es más, en el seno de un mismo sindicato cuyo liderazgo tiende a
ser más pro-empresario como los casos de Comercio, la Unión Ferroviaria o los 7
trabajadores rurales de la UATRE pueden existir seccionales más combativas como la línea
Sarmiento en la UF, la seccional del Valle de Rio Negro en la UATRE, o el Sindicato de
Comercio de Rosario. El tercero es que el pluralismo sindical a nivel de planta terminaría
con todos los males. Chile es el caso más patente que muestra cómo el pluralismo sindical
excesivo simplemente atomiza a los trabajadores y los debilita.

En suma, entender que el sindicalismo argentino otorga a sus trabajadores
beneficios más altos que en casi todos los países en desarrollo, que muchos líderes
verticalistas son apreciados por sus bases porque enfrentan a los empresarios y consiguen
beneficios, y que el pluralismo sindical sin límites no es la solución, es el primer paso para
empezar a pensar las reformas que necesita el modelo sindical argentino de cara al siglo
XXI: aumentar los niveles de democratización, reconocer a la CTA como asociación
sindical de tercer grado, y sobre todo, incentivar a los sindicatos a tomar más firmemente
las demandas y cobertura del sector informal y los desocupados.

Fuente:http://argentina-actual.com.ar/politica/el-sindicalismo-argentino-la-complejidad-de-un-actor-clave/
Mavy
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Re: El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor cl

Notapor carnota » 22 Abr 2011, 09:31

Buen articulo Mavy.
Para mi el sindicalismo argentino es una imitacion del sindicalismo vertical mussoliniano o franquista, no tiene nada que ver con un sindicalismo moderno, y la legislacion laboral ademas no ayuda, y se ve claramene en el atisimo porcentaje de informalidad.
Cuando se cita que el sindicalismo cubre a un porcentaje elevado de trabajadores con sus negociaciones de convenios cabe decir que en otros paises, como el mio, abarca al 100% de trabajadores, y no solo a un determinado porcentaje, precisamente para evitar clientelismo y mafias, que desgraciadamente se dan en ese pais.
Vender como un logro las "obras sociales" que son despilfarro de recursos y fuente de corrupcion me parece de un cinismo impresionante. Los sindicatos tendrian que luchar por un modelo europeo que tratara por igual a todos los ciudadanos, y no convertirse en fuente de desigualdad entre los trabajadores.
En Argentina, y en America Latina, si hablamos de derechos laborales, lo que esta muy mal es la legislacion, y por eso se entiende que teniendo elevados niveles de colocacion y bajo desempleo la pobreza sea tremenda y la desigualdad social una constante.
El sindicalismo es un actor clave, pero no olvidemos porque es un actor clave, y lo es porque es una mafia organizada desde la politica. El discurso de Peron en la Camara de Comercio de Buenos Aires, donde anuncio un nuevo modelo sindical, es clave para entenderlo.
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Re: El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor cl

Notapor EL NACIONALISTA » 22 Abr 2011, 13:03

El Sindicalismo no solo busca el poder mediante la afluencia de agremiados, sino que este sindicalismo, el actual, busca representacion politica no solo aliandose con el poder de turno sino tratando de imponer sus propios candidatos.

Este sindicalismo va mas halla de las practicas netamentes gremiales.
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Re: El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor cl

Notapor Mavy » 30 Abr 2011, 20:46

carnota escribió:Buen articulo Mavy.
Para mi el sindicalismo argentino es una imitacion del sindicalismo vertical mussoliniano o franquista, no tiene nada que ver con un sindicalismo moderno, y la legislacion laboral ademas no ayuda, y se ve claramene en el atisimo porcentaje de informalidad.
Cuando se cita que el sindicalismo cubre a un porcentaje elevado de trabajadores con sus negociaciones de convenios cabe decir que en otros paises, como el mio, abarca al 100% de trabajadores, y no solo a un determinado porcentaje, precisamente para evitar clientelismo y mafias, que desgraciadamente se dan en ese pais.
Vender como un logro las "obras sociales" que son despilfarro de recursos y fuente de corrupcion me parece de un cinismo impresionante. Los sindicatos tendrian que luchar por un modelo europeo que tratara por igual a todos los ciudadanos, y no convertirse en fuente de desigualdad entre los trabajadores.
En Argentina, y en America Latina, si hablamos de derechos laborales, lo que esta muy mal es la legislacion, y por eso se entiende que teniendo elevados niveles de colocacion y bajo desempleo la pobreza sea tremenda y la desigualdad social una constante.
El sindicalismo es un actor clave, pero no olvidemos porque es un actor clave, y lo es porque es una mafia organizada desde la politica. El discurso de Peron en la Camara de Comercio de Buenos Aires, donde anuncio un nuevo modelo sindical, es clave para entenderlo.


Bueno, carnota, si bien estoy de acuerdo con varias de las críticas que hacés, me parece que primero debemos preguntarnos por qué el autor escribe de la forma en que lo hace, y elige, por decirlo de alguna manera, no ser tan lapidario a la hora de evaluar la actuación de los sindicatos en la Argentina. En este sentido, me parece que, antes que nada, debemos entender la lucha ideológica que se da hoy en día en la Argentina, y que enfrenta a los partidarios de un sindicalismo fuerte con aquellos que ven en los sindicatos una amenaza a la rentabilidad de las empresas en el país. Y en esto voy a ser clara: muchas veces cuando se realizan críticas a los sindicatos (a veces fundadas, y otras no tanto) el fin que se persigue no es el de transformar el sindicalismo para que realmente sus beneficios lleguen a todos los trabajadores, sino el de eliminarlo, amordazarlo y hacerlo caer de rodillas frente a los empresarios, eso está claro. Por ello, en algunos medios muchas veces se mezclan algunos artículos sobre sindicalistas corruptos con otros en los que directamente se ponen en cuestión algunos métodos de lucha de los trabajadores, o se desliza subrepticiamente la idea de que los reclamos son descabellados, o directamente se intenta hacer que los demás trabajadores se enfrenten con los que reclaman mejores condiciones de trabajo ( es el caso de los empleados del subte, por ejemplo, al que la mayoría de la clase media detesta porque ganan un buen sueldo).

Entonces, lo que tenemos es una situación en la que se realiza una descripción muy negativa del fenómeno del sindicalismo: para ponerlo en términos weberianos, se resaltan únicamente aquellos aspectos de la realidad que ayudan a dar una pésima imagen de los sindicatos (corrupción, prácticas antidemocráticas, supuesta irracionalidad en su reclamos, etc.), mas nada se dice de los beneficios que son consecuencia directa de la presencia de sindicatos fuertes en algunas ramas de la economía y de un gobierno que, hasta ahora, les ha permitido realizar sus reclamos (puede que eso cambie en el futuro, no lo sé). De manera que el objetivo del artículo es el de resaltar esos beneficios, esas ventajas con las que cuentan los afiliados a sindicatos fuertes; en ese sentido, me parece que la nota es muy buena, puesto que describe en detalle algo que el ciudadano medio no está acostumbrado a leer, a saber: el papel del sindicalismo en la defensa de los derechos de los trabajadores, y las diferencias que se observan entre nuestro país y el resto de América Latina (los números acerca de la cobertura de los convenios colectivos son muy elocuentes en este punto). Podemos decir, por lo tanto, que el artículo está escrito en diálogo con esa postura reaccionaria y antisindical de la que te hablé en un comienzo, y de ahí el cuidado del autor en no mostrarse tan inflexible con los sindicatos y sus líderes.

Ahora bien, eso no significa que, pasada la primera etapa del debate, y luego de entender la importancia de los sindicatos en la defensa de los derechos de los trabajadores, no podamos ni debamos realizar una crítica en profundidad sobre las prácticas oscuras y mafiosas de algunos sindicalistas, sobre la falta de democracia interna en los sindicatos, y sobre las vergonzantes acciones de algunos sindicalistas empresarios que, lejos de defender a los trabajadores, hacen todo lo posible por vulnerar sus derechos (es el caso de Pedraza, por ejemplo). Podemos discutir, también, la falta de solidaridad de los sindicatos fuertes con los más débiles, o con el resto de las organizaciones y movimientos sociales que existen el país. Es más, podríamos también debatir el papel contrarrevolucionario que han tenido los sindicatos de un tiempo a esta parte, y cuál debería ser exactamente su rol en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Pero de nuevo, carnota, me parece que primero debemos enfrentar esa visión de que los sindicatos son malos per se, y por ello, bienvenidos los artículos que, como el de más arriba, exponen una visión contraria a la que se difunde desde los principales medios de comunicación.

Finalmente, y si bien no soy una experta en legislación laboral comparada, me atrevería decir que en Argentina el problema no pasa tanto por la inexistencia de leyes, sino por su falta de aplicación (aunque después en los juicios laborales se falla en un 95% de los casos a favor del trabajador, pero ése es otro tema). Entonces, ¿qué mejor que un sindicato para velar por la aplicación de la ley, y para movilizarse en caso de que ésta no se cumpla? Ah, y por cierto, no debemos olvidar que los sindicatos deben ser fuertes aun en aquellos países que se jactan de tener una legislación de avanzada: en este sentido, siempre hay que recordar que los derechos pueden desaparecer de un día para el otro y, si nadie se moviliza, entonces lo más probable es que haya un empobrecimiento generalizado de la población durante los períodos de crisis y ajustes estructurales.

Saludos
Mavy
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Re: El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor cl

Notapor Midnight » 30 Abr 2011, 21:52

Un gobierno amigo respaldó vía decreto la reapertura de las negociaciones colectivas, toleró y avaló el conflicto laboral (especialmente hasta 2007) retaceando el uso de la conciliación
obligatoria, otorgó una ley laboral que terminó con los contratos basura y priorizó la
negociación sectorial por rama, consolidó el control sindical de las obras sociales, y, más
importante, impulsó una política económica expansiva que promovió el empleo y la
reindustrialización en determinados sectores.



Parrafada inútil y patética; las obras sociales están corrompidas; se pasó al control de los sindicatos las obras sociales tan solo para tener un escándalo mayúsculo con respecto a los medicamentos expendidos por esas obras sociales; muchos de ellos falsificados, y cuyo uso llevó ni más ni menos que a unos cuantos muertos.

Y no hablemos de la supuesta dignidad de los contratos laborales; la flexibilidad laboral la reemplazaron por la tercerización y ahí tenés un montón de empleos precarios de los cuales hasta el momento en que los tercerizados empezaron a chillar, ningún sindicalista alzó las voz por ellos. Si van a mentir, traten de hacerlo un poco mejor.

Para decirlo sumariamente, el nuevo auge sindical tuvo dos consecuencias tangibles:
mejoras notorias en las condiciones laborales y sociales de amplios sectores de la población
trabajadora, y el retorno de viejos vicios en el comportamiento de sectores del movimiento
obrero.


a contraparte de este fenomenal aumento en cobertura y beneficios ha sido cierta
intensificación de viejas prácticas nocivas en algunos sindicatos: la malversación de fondos,
y las disputas violentas por el liderazgo interno y por el encuadramiento de los trabajadores.


Y con esto en contra se puede pensar como un actor que debe tener relevancia al sindicalismo argentino? semejante estupidez se desbarata por sí sola. Es simple. El sindicalismo formado por el peronismo, es ANTI democrático, y con ello, mafioso; CORPORATIVISTA; porque no admite la libertad de sus propios miembros, y por supuesto, no acepta la existencia de otras corporaciones no englobadas en la CGT; sino, ver lo que ocurre con la CTA. Y por demás CORRUPTO; tanto o más que la clase política echada a perder.

. El segundo, más
absurdo, es que el sindicalismo peronista tradicional, aun cuando maneje importantes
recursos financieros, no enfrenta a los capitalistas.


Ah, los enfrenta? miren ustedes. Qué cosas, yo pensé que como los propios sindicalistas peronistas se hicieron capitalistas ya no confrontaban tanto. Díganme dónde los enfrentan de enserio, y despúes vemos. Ah. y la mentada ley de participación del trabajador en las ganancias de las empresas es un absurdo. No porque esté mal, sino porque lo único que hace es disfrazar la verdadera intención de los sindicatos y el gobierno, y es que los sindicalistas tengan una enorme caja de dónde sacar dinero para financiar sus operaciones clientelístico políticas y acentuar el asfixiante clientelismo que ya tiene encima el país. Que digan semejante burrada es un insulto, lo pintan como una medida revolucionaria, y no es más que la aplicación de una de las prácticas más descaradas y feroces de clientelismo político; lo pintan como algo de "socialismo del siglo XXI" y no es más que una concentración de capital que pasa de unos mercaderes a otros, como si uno pudiera pensar que, de verdad, esas ganancias irán "para el bien de los trabajadores". Me imagino que la progresía funcional e idiota de la Cámpora pensará así, por supuesto, tantos dólares frescos harán que el mercader insaciable que llevan dentro quede satisfecho, por ahora. La gilada, digo, los trabajadores, después recibirán las correspondientes migajas. Y como siempre tanto docto y sociólogo de cuarta se inventa la realidad más que estudiarla como es. Puro verso de gente ridícula y chiflada.


En suma, entender que el sindicalismo argentino otorga a sus trabajadores
beneficios más altos que en casi todos los países en desarrollo, que muchos líderes
verticalistas son apreciados por sus bases porque enfrentan a los empresarios y consiguen
beneficios, y que el pluralismo sindical sin límites no es la solución, es el primer paso para
empezar a pensar las reformas que necesita el modelo sindical argentino de cara al siglo
XXI: aumentar los niveles de democratización, reconocer a la CTA como asociación
sindical de tercer grado, y sobre todo, incentivar a los sindicatos a tomar más firmemente
las demandas y cobertura del sector informal y los desocupados.


Ah, osea, hay que seguir con el archiconocido verticalismo mussoliniano que beneficia al peronismo? que logra enquistar a una panda de sindicalistas ampliamente expertos en el arte de la matonería, que amenazan con parar al país (como Moyano) al más mínimo pedido de explicaciones por las chanchadas que hizo? esto es una ridiculez; demagogia pésimamente usada, y una negación de la realidad.

El resto que pueda escribirse, es justificación de unos cuantos criminales que se comportan como cabecillas y magnates, y de vez encuando utilizan a las bases como si fueran la gilada. Pintan sindicalistas verdaderamente dedicados. y lo único que tenemos son un par de ganstas. ¿Será una tomada de pelo o un escrito presentado por alguna mente presa de alucinógenos y/o perturbada?
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Re: El sindicalismo argentino: la complejidad de un actor cl

Notapor carnota » 01 May 2011, 17:10

Efectivamente Mavy.
Es cierto, desmontar el sindicalismo es hoy uno de los grandes objetivos de los grupos de presion liberal junto con el intento de demostrar la inviabilidad de los sistemas de proteccion social publicos, pretendiendo su privatizacion. Son sus dos grandes pilares y desgraciadamente estamos picando.

Cuando alguien se pregunta porque no hay movilizaciones masivas deberia de preguntarse primero si los empleados tienen en la actualidad capacidad para decidir libremente si se movilizan o no, poqrue libremente no es "manifiestate, pero no vuelvas al trabajo", eso es mas bien un atentado contra las libertades y contra los derechos, y eso se da porque se busca la perdida de fuerza de los sindicatos, mediante la desmovilizacion y la presion. Lo segundo es que finalmente los empresarios impongan los convenios colectivos que les parezca y que incluso las bajas laborales por enfermedad comun sean gestionadas por organismos que dependen de las empresas. Las perdidads de derechos van parejas a las perdidas de poder sindical. Sin duda.

Las leyes, como todo, se cumplen mas en un sitio que en otro del mundo. Precisamente por ello son mas persistentes en los ataques a los sistemas donde las leyes si se van cumpliendo en cierto porcentaje, porque es donde primero interesa desmontarlas. El sistema que ahora vamos viendo es el de la excusa de la "productividad" con el fin de modificar leyes y derechos en una sola direccion: la que favorece al "mercado".

Ahora, cuando hablaba de modelos decia que el modelo Argentino de sindicatos es un modelo claramente fascista. Inspirado en el sistema mussoliniano y español de sindicatos. Muy dado a la mafia, al uso de metodos oscuros y con unos intereses excesivos en los gobiernos de turno. Es decir, hablo del modelo teorico, que no me gusta, no en absoluto del modelo sindical que debe exitir y tener mas fuerza, pero no basado en sindicaciones obligatorias, por ejemplo, ni en un excesivo protagonismo en la vida politica de la fuerza sindical que debe mantenerse al margen y desde luego manejandose siempre con claridad.
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