El matrimonio infantil se erige como uno de los grandes problemas para el desarrollo en el siglo XXI. Las cifras que recogen el número de niñas y mujeres a las que ha afectado esta práctica dejan sin aliento, extendiéndose más allá de cualquier frontera o religión. A pesar de que en la conciencia colectiva existe una idea aproximada de esta situación, no siempre es la correcta. En este artículo abordaremos los factores que continúan perpetuando el matrimonio infantil en los países en desarrollo y repasaremos algunas leyes que cambiarán la percepción que se tiene sobre la posición de los países desarrollados ante esta práctica.
Malati mira con curiosidad las telas que decoran las paredes de la sala, llenas de estampados alegres y coloridos para un día que se le antoja un tanto extraño. En la habitación hace un calor sofocante, pero la treintena de mujeres apiñadas en ella parecen demasiado concentradas como para notarlo. Malati no entiende a qué viene tanto jaleo a su alrededor, pero de momento los cantos y los alegres dibujos de henna que le han pintado en los brazos le resultan muy entretenidos. Es el vestido sedoso, que le pica en las piernas, y las joyas que le han puesto lo que no entiende: ¿no se dan cuenta de que son demasiado incómodas para salir a jugar a la calle?
Malati, de tan solo cinco años, tampoco puede alcanzar a imaginar que, para cuando caiga la noche en el pequeño pueblo escondido en las montañas al norte de India, estará casada con Neeraj, un niño de una de las familias vecinas tan solo tres años mayor que ella. A pesar de que ambos nombres son ficticios, la historia está basada en un hecho real vivido por la escritora Cynthia Gorney y la fotógrafa Stephanie Sinclair, autoras de Too Young to Wed —Demasiado jóvenes para casarse en español—, un reportaje que recoge las prácticas del matrimonio infantil alrededor del mundo.
Las escenas e historias capturadas en su trabajo muestran una realidad profundamente enraizada en numerosas culturas y mucho más común de lo que cabría esperar en el siglo XXI. Asociarla a una religión concreta o a determinadas áreas geográficas suele inducir a errores a la hora de analizar este escabroso tema, que hace que en Occidente nos llevemos las manos a la cabeza con expresión horrorizada. Sin embargo, ¿nos encontramos libres de pecado? Un vistazo a la situación mundial del matrimonio infantil nos hará comprender pronto que estas prácticas son mucho más complejas de lo que a primera vista parecen y que en numerosos casos lo legalmente permitido en los Estados democráticos dista mucho de lo que cabría esperar.
Cifras incompletas
Según los datos de Unicef, si preguntásemos a las mujeres jóvenes de entre 20 y 24 años del mundo, 75 millones de ellas nos contestarían que contrajeron matrimonio antes de cumplir los 18 años. Si ampliásemos el rango de edad para incluir al total de la población femenina, la cifra aumentaría a más de 700 millones. De hecho, si la tendencia actual se mantiene, se estima que para el año 2050 un total de 1.200 millones de mujeres habrán contraído matrimonio durante su infancia.
El hecho de que la mayoría de los estudios se centren en analizar estas prácticas desde el punto de vista de las niñas no es aleatorio. A pesar de que los niños se ven sometidos igualmente de manera forzosa al matrimonio, la proporción es mucho menor. Tomando como ejemplo Níger, el país con la mayor tasa de matrimonios infantiles del mundo, observamos que el 77% de su población femenina contrajo matrimonio antes de cumplir los 18 años frente al 5% de los hombres; en el resto del mundo, la proporción es similar.
http://elordenmundial.com/2017/05/02/y-no-comieron-perdices-la-lacra-mundial-del-matrimonio-infantil/