Perder la vida por 2.000 bolívares
Manuel Rodríguez, natural de Celanova, fue asesinado en Caracas para robarle el sueldo de su único empleado, poco más del salario mínimo interprofesional semanal de Venezuela
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La vida no vale nada en Caracas. O casi nada: el salario mínimo interprofesional de una semana. Eso fue lo que los ladrones le robaron en el autobús al que se había subido tras sacarlo de un banco a Manuel Rodríguez, ourensano dueño de una imprenta en la peligrosa capital de Venezuela. La familia, desde su casa en Celanova, denuncia que los propios empleados de las entidades dan aviso a los delincuentes. Manuel había emigrado con sus padres y sus tres hermanos a América, como tantas familias gallegas, en los 60
M. J. A. | OURENSE El pasado 20 de abril, Manuel Rodríguez Álvarez abandonó un banco de la capital de Caracas, en Venezuela, y se subió a un microbús, llevando consigo los 2.000 bolívares que había retirado para pagar el sueldo del empleado de su imprenta, situada en la bulliciosa avenida Baralt de la capital caraqueña.
Manuel, natural de la localidad ourensana de Celanova pero residente en Caracas, a donde emigró con sus padres y sus tres hermanos en la década de los 60, quería dejar los pagos cerrados, pues al día siguiente celebraba su 65 cumpleaños. Apenas se había sentado en el autobús cuando dos hombres le arrebataron el dinero -equivalente al salario mínimo interprofesional semanal de Venezuela-, le tirotearon y arrojaron su cuerpo a la calle.
El empresario falleció en la calzada mientras sus asesinos emprendían la huida en ese mismo microbús. La familia no descarta que algún empleado del banco, algo habitual en aquel país, diera aviso a los delincuentes de que alguien salía con dinero
Este emigrante gallego es una víctima más de la inseguridad ciudadana en Caracas, considerada la tercera ciudad más peligrosa del mundo, con cerca de 20.000 homicidios el pasado año, es decir, uno cada media hora.
"Hasta ahora mi tío había tenido suerte; sufrió algún otro intento de robo, pero se enfrentó al atracador y se saldó sin consecuencias. Esta vez ha sido horrible, apenas acabamos de llegar a España y recibimos la triste noticia", lamenta su sobrina Susana Rodríguez en el piso de la calle Celso Emilio de Celanova, al que se trasladó en noviembre pasado para colaborar en el cuidado de su abuela, Asunción, de 94 años y madre del empresario asesinado.
La desgracia parece haberse cebado en los últimos meses con esta familia oriunda de Celanova. "Mi abuela vivía en Estados Unidos con su hija María Teresa y ambas se había traslado a Celanova a finales de 2010, pues la abuela deseaba morir y ser enterrada en su tierra. Al poco de llegar sufrió una trombosis y está encamada. Nunca le diremos lo ocurrido", confía Susana.
http://www.laopinioncoruna.es/sucesos/2011/04/28/perder-vida-2000-bolivares/490515.html