por El Tue-Tue » 19 Dic 2018, 16:17
Bauman en su libro "los extraños llamando a la puerta" identifica que las migraciones no son novedad, siempre han existido y constituyen un problema intemporal. Pero con la globalización han alcanzado características propias y unas dimensiones históricas. El “mundo moderno” comporta la producción de excedentes de personas “superfluas”, que se ven forzadas a migrar para buscar un mejor destino o para huir de la guerra. Son personas que llegan a Occidente y nos interpelan desde el desamparo, para despertar sentimientos cada vez más mediatizados y dirigidos políticamente. Se nos presentan como “extraños”, fuera incluso del alcance moral. Lo extraño, desde el miedo como telón de fondo, es aterradoramente impredecible… o lo que es peor, indiferente. La mera presencia de estas personas nos incomoda. No sabemos qué hacer ante estos “extraños entre nosotros”. Pero el miedo es una fuerza potente y siempre hay quienes la rentabilizan para agitar fantasmas y hacernos creer que “la afluencia de tales extraños tal vez haya destruido cosas que nos son muy preciadas, y que esos recién llegados tienen toda la intención de mutilar o erradicar nuestro estilo de vida”.
El desarrollo de las grandes urbes, con esta afluencia crea rincones atractivos para la mixofilia, la mezcla multicolor de culturas, costumbres y modos de vida. Pero también crea, entre los socialmente más desfavorecidos mixofobia, rechazo a esa diversidad y a lo que representa. Ante la contradicción que produce la migración entre el aprovechamiento de mano de obra barata por los empresarios de una parte, y el malestar que se crea en una población depauperada, los gobernantes y candidatos deben optar entre satisfacer a sus amos, es decir, a los propietarios de capital, y aplacar a sus electores temerosos ante esa afluencia de migrantes. (Casos de Chile y Brasil)
Son, como decía Brecht “heraldos de malas noticias”, signo de una significación indefinida y amenazante: la de las descomunales fuerzas globales que interfieren en nuestras vidas. Su presencia inquieta porque intuimos que nosotros podemos ser los próximos, y por eso nos aferramos a lo único que poseemos, nuestra identidad como españoles, franceses, o alemanes, o griegos.
Este miedo siembra el pasto que aprovechan políticos sin escrúpulos por ser esa población acogotada un nutrido caladero de votos de ultraderecha. Pero la migración no se exorciza. Seguirá de un modo u otro, y la exclusión nunca será solución. “La humanidad está en crisis –afirma Bauman— y no hay otra manera de salir de esa crisis que mediante la solidaridad entre los seres humanos”.
Roger Cohen, del New York Times: “Las grandes mentiras producen grandes miedos que producen a su vez grandes ansias de grandes hombres fuertes”. Es el ejemplo que hace que una población empobrecida por los flujos de capital o simplemente por su incapacidad de transformación.
Ya predecía Hobsbawm que los movimientos identitarios étnicos surgen “como reacciones de debilidad y temor, como tentativas de erección de barricadas con las que mantener a distancia las fuerzas del mundo moderno” y explicaba que “el nacionalismo y la etnicidad son un sustituto de los factores de integración en una sociedad que se desintegra”.
El miedo alimenta, pues, el recurso a los “hombres fuertes” basándose en la promesa de actuar, no en parlamentar para acordar.
Debemos librarnos de ese miedo que convoca a la acción más irracional e ir más allá de los esporádicos “carnavales de solidaridad”, que consagran la división del “nosotros” y el “ellos” y consuma una brecha que, en el mejor de los casos, trata de ser paliada con iniciativas que acaban siendo puestas “al servicio de la división y el antagonismo sociales y políticos”.
Veremos prontamente como las masas excluidas blancas, se enfrentan a las élites urbanas globalistas y multiculturales en los grandes polos y centros desarrollo. Si tienen la Oportunidad de visitar Boston, Nueva York, Londres, Los Ángeles, San Francisco, Seatle y Chicago se darán cuenta de estos movimientos, y si a eso le sumamos París, Frankfurt, Sao Pablo, Buenos Aires, Toronto, Sydney, México DF, Barcelona y Madrid, Santiago y Bogota se darán cuenta que prima ese pensamiento en función de la zonas más desposeídas y pobres de los países.