Las protestas políticas y sociales están poniendo al borde del precipicio a las economías latinoamericanas. Chile es un buen ejemplo. El que fuera el mejor actor económico de la región, ha terminado por entrar también en zona de incertidumbre. Las protestas políticas están encendiendo, como en otros países vecinos menos favorecidos, las alarmas económicas y creando una suerte de globalización de la inestabilidad .
En el caso chileno se trata de un caso de fortaleza económica, caracterizado por grandes éxitos de crecimiento en los últimos años con índices, como la movilidad social, superiores incluso a los de países desarrollados. Pero las consecuencias de la inestabilidad política ya empiezan a pasar factura a su economía.
Las exportaciones han experimentado una caída del 21% interanual y los pronósticos de las autoridades económicas estiman que la economía crecerá este año en torno al 2%, es decir 6 puntos menos que lo que se preveía antes de las protestas sociales.
Las consecuencias de esta inestabilidad política están fragilizando el desarrollo que empezaba a despuntar en otros países del subcontinente americano como Perú o Ecuador, donde los altos precios de los productos básicos y el petróleo habían contribuido a un auge de la prosperidad.
Pero solo desde el inicio de las protestas a comienzos de octubre, en Ecuador se registraron perdidas en el sector productivo por importe de más de mil seiscientos millones de dólares.
En Bolivia, tan solo después de la crisis abierta con la convocatoria de presidenciales el pasado 20 de octubre, las pérdidas alcanzan al menos ciento sesenta y siete millones de dólares.
De la esperanza a la frustración
La frustración es un rasgo común a los ciudadanos de los países suramericanos que, según un estudio de Oppínión realizado por la Universidad Varderbilt,( Tennessee, EE.UU), más del 80% considera que sus al menos la mitad de su clase política es corrupta. Así, si en Bolivia, solo el 13.5% de los ciudadanos confía en los partidos polítcos, en Chile la confianza cae hasta el 8.5%.
El horizonte para todos ellos oscila entre la desaceleración la devaluación y la dependencia de un mercado de materias primas que no remonta.
Las estimaciones de crecimiento de la CEPAL ( la Comisión Económica para América Latina y Caribe) no conceden más un 0.1% para el año en curso y un 1´4% para el próximo 2020.