El gobierno de Jair Bolsonaro anunció el martes a las Naciones Unidas la retirada de Brasil del Pacto Mundial de Migración, firmado por 160 países en diciembre pasado en Marrakech, Marruecos. La medida ya había sido anunciada por el propio Bolsonaro y por el canciller Ernesto Araújo, quienes consideran que el acuerdo representa una pérdida de la soberanía brasileña para abordar el tema.
Con la decisión, el gobierno brasileño eligió el mismo camino que Estados Unidos, que ni siquiera negoció el pacto, e Italia, Australia, Israel y varios países de Europa Central, que se retiraron de las negociaciones antes de la conclusión final. En su discurso de despedida a Itamaraty, el ex canciller Aloysio Nunes Ferreira también hizo un llamamiento a su sucesor para que mantuviera a Brasil en el acuerdo, alegando que no se restaba la soberanía.
El pacto apunta a fortalecer la cooperación internacional sobre "migración segura, ordenada y regular" y fue ratificado el 19 de diciembre por la Asamblea General de la ONU. Sus términos no incluyen ningún tipo de castigo para los países que eventualmente no cumplen con sus reglas o imponen la responsabilidad de sus miembros de recibir una cantidad de inmigrantes y refugiados.
Pero el pacto fue percibido de manera diferente por el presidente Bolsonaro y su canciller. En letras amarillas sobre fondo verde, Araújo declaró que el pacto era "inadecuado para enfrentar el problema". "La inmigración no debe ser tratada como un problema global, sino de acuerdo con la realidad y la soberanía de cada país", dijo el ministro de Relaciones Exteriores en Twitter. El presidente de Brasil fue más allá en la transmisión de Facebook en diciembre. “No estamos en contra de los inmigrantes. Pero para ingresar a Brasil, debe tener un criterio muy estricto. De lo contrario, en lo que a mí respecta como jefe de estado, no entrarán.
"No cualquiera entra en nuestra casa"