La vacuna contra el Covid-19 no es sólo una cuestión sanitaria, sino también económica. El país que logre la primera protección contra la pandemia de coronavirus conseguirá un lugar prominente en la esfera internacional a nivel de impacto social y, sobre todo, financiero, el que interesa a los gobernantes del mundo. Por eso ayer, tras el anuncio de Estados Unidos de que su vacuna experimental ha comenzado a dar resultados prometedores, Reino Unido y China se apresuraron a informar sobre los avances en sus respectivos prototipos.
En el país de las barras y estrellas, el desafío por la búsqueda de la vacuna lo lidera una firma biotecnológica llamada Moderna, que anunció ayer haber obtenido resultados «positivos provisionales de los ensayos clínicos hechos con sus primeros ocho voluntarios. La compañía aseguró a través de un comunicado que ha logrado una respuesta inmune «de la misma magnitud» que la que se registró en ocho pacientes cuya enfermedad fue seguida de cerca para valorar los resultados del trabajo.
La quiere para fin de año
El presidente Donald Trump dijo el viernes que confiaba en que su país dispusiera de una vacuna para fin de año. Para lograrlo, ha puesto en manos del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) un fondo de 483 millones de dólares, que se reparten entre el proyecto de Moderna y otros dos más, uno de ellos de la firma Johnson & Johnson. El tercero pertenece a la multinacional farmacéutica Sanofi, de bandera francesa, pero que ya ha anunciado que si consigue algo lo pondrá a disposición de EE UU.
