TRASTORNOS
“El problema histórico es que ni como sociedad ni Estado nos hemos preocupado en mejorar la salud mental de la población”, afirma Yuri Cutipé, director de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa).
De ese 21% de la población adulta peruana con trastorno mental en el último año, el 11.8%, aproximadamente unos 700 mil, se encuentra en Lima.
“Muchos de los trastornos tienen una raíz genética y hereditaria, pero hoy sabemos que no basta con tener predisposición genética, más importante es el factor ambiental. Una persona que vivió o fue testigo de maltrato familiar o violencia constante, es posible que esté más predispuesta a desarrollar trastornos mentales”, explica Javier Saavedra, responsable de Estudios Epidemiológicos de Salud Mental del Instituto Hideyo Noguchi.
De acuerdo con el siquiatra Freddy Vásquez Gómez, el género femenino es el más afectado. “Dos de cada tres mujeres tiende a deprimirse, mientras que los varones uno de cada dos”, sostiene. “Las mujeres tienen sensibilidad mayor al estrés que los hombres, ligados a aspectos biológicos, su rol de madre y esposa. Eso corrobora que la mujer tiende a preocuparse más que el hombre de las cosas de la vida”, agrega Saavedra.
FALTAN HOSPITALES
Cutipe manifiesta que atender un problema de salud mental es más complejo que detener una infección, ya que “en un problema de salud mental no hay un germen que desaparecer, son más sus condiciones sociales y su biología”; sin embargo, los esfuerzos por descentralizar los servicios de atención en salud mental no son suficientes.
En Lima, tenemos tres hospitales siquiátricos: Hermilio Valdizán (Santa Anita), Víctor Larco Herrera (Magdalena) y el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado (San Martín de Porres); además, hay 29 centros de salud mental al interior del país y 15 unidades de hospitalización.
“Son servicios centralizados, la gente que vive en regiones no podría llegar para una atención prolongada. Se hace impracticable la atención en tres hospitales para un país de 30 millones de personas en las 24 regiones. Acá mismo, en San Juan de Lurigancho, donde hay más de 1 millón de personas, un afectado en su salud mental tendría que hacer un viaje largo al Larco Herrera, Noguchi o Valdizán para tratamientos continuos”, asevera Cutipé, quien reclama una implementación en salud mental similar a países como Chile y Brasil.
“Brasil y Chile tienen una red de servicio mental ambulatorio descentralizado. En Brasil sobrepasan los 2800 servicios de salud mental a nivel nacional. Aquí, necesitamos tener unos 300 centros de salud mental para estar al nivel de ellos”, afirma.
PRESUPUESTO
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