Los estándares de inclusión no se aplicarán de manera estricta hasta los galardones de 2024 pero se contemplarán a partir de 2022.
Durante un lustro, la Academia de Hollywood ha vivido obsesionada con una sola cosa: su falta de diversidad, tanto en los Oscar como en el seno de su institución. Los premios de 2015, marcados por la etiqueta #OscarSoWhite, dieron paso a una campaña descarada de la institución para corregir el desequilibrio con la inclusión cada año de un notable puñado de mujeres y grupos minoritarios, un esfuerzo que el martes alcanzó su punto álgido con reglas que obligarán a las cintas aspirantes al Oscar a la mejor película -a partir de 2024- a cumplir con unos porcentajes mínimos de inclusión y diversidad racial. Eso o la corrección política llevada al extremo.
Bajo las nuevas reglas, establecidas por Jim Gianopolus y DeVon Franklin, películas como 1917 o El irlandés, por nombrar a dos de las principales aspirantes a los Oscar el año pasado, lo habrían tenido muy complicado para ser incluidas en la categoría de mejor película. Los nuevos estándares requieren que al menos «uno de los protagonistas o intérpretes secundarios de cierta relevancia» pertenezcan a un grupo minoritario, una lista en la que están hispanos, negros, asiáticos e indígenas, entre otras etnias.
Otra opción es que la trama del filme gire en torno a mujeres, grupos poco representados, personas LGBTI+ o personas con discapacidades. Si no cumple con eso, debe tener al menos un 30% de actores secundarios o con papeles menores que sean para mujeres, miembros de una minoría, discapacitados o LGBTI+.