Hispanoamérica: un fracaso constante.
⠀
Las elecciones celebradas en Perú han dejado ver de nuevo los motivos por los que Hispanoamérica siempre habitará en el círculo vicioso de la pobreza. Una espiral de autodestrucción de la que no se sale jamás votando.
⠀
Los padres de la democracia y los clásicos griegos ya vieron reflejado, y señalaron con gran precisión, cómo la democracia podía desembocar en una catástrofe para los ciudadanos si estos carecían de un nivel mínimo. Las democracias actuales se basan en el aplastamiento de una mayoría que en un momento determinado vota al demagogo de turno que les había prometido cambiar su vida escribiendo una serie de sandeces en un papelito. Lo crean o no, hay gente tan limitada que piensa que todos los males de su vida se solucionan escribiendo cómo tiene que ser el país en un decreto, una ley o cambiando una Constitución.
⠀
El último ejemplo lo encontramos en Chile, un pequeño oasis que resistía las acometidas del populismo rancio, pero que con su ‘’magnífica’’ idea de crear un proceso constituyente para cambiar la constitución chilena que había otorgado al país el mayor progreso económico y libertad de toda su historia, se inmoló para seguir los pasos de sus vecinos. Para más inri, la nueva norma suprema la redactará nada menos que ese mismo pueblo. Un disparate propio de Hispanoamérica.
⠀
Y es que la cultura hispana anda siempre buscando una especie de mesías. Tontos motivados que se presentan como tal no faltan. Ninguno les recordará que la base del progreso es el ahorro, el orden espontáneo, la educación, el libre mercado, la innovación, el trabajo, la inversión y un intervencionismo mínimo por parte del Estado. Pero un pueblo huérfano de espíritu crítico siempre será incapaz de detectar al charlatán de turno y acabará sometido a una banda de incompetentes y una turba de fanáticos personajes, que les regalará los oídos expiando sus pecados y buscando falsos culpables en cada esquina: los ricos, los políticos, los imperialistas, las grandes empresas, etc. En eso está Hispanoamérica desde hace décadas; recorriendo el oscuro sendero de la pobreza eterna. Un sendero del que España está cada día más cerca de transitar.