BladeLord escribió:Pikotasso escribió:BladeLord escribió:Pikotasso escribió:Leon Degrelle, otro repugnante nazi al que Franco cobijó en España, uno más de una lista interminable.
Este fanático belga, al que Hitler consideraba su hijo adoptivo, fue condenado a muerte en ausencia por la Justicia belga y reclamado por los Aliados por colaboración con los invasores y diversos crímenes, pero Franco se negó a entregarlo, dándole una nueva identidad y fingiendo después su salida de España.
A su muerte en Málaga, el gobierno belga prohibió expresamente el traslado de sus restos a Bélgica para evitar convertir su tumba en un centro de peregrinación neonazi.
https://www.elconfidencial.com/cultura/ ... 6_2279360/Al final, toda esta escoria nazi-fascista que trajo Franco quedó para siempre en territorio español, cuando en sus países de origen no quieren ni oír hablar de ellos. Cuanto más lejitos, mejor.
Y murió y san seacabo, que son huesos viejos, que no vienen de Chernobyl, que no se dan cuenta que esto es enfermo? Lo de la vida a la vida, y después se quejan de que uno les dice concilios cadavericos? Sea quien sea que haya sido, ya murió, ya fué... para bien o para mal, ni en los indigenistas mas resentidos he visto tanta enfermedad como en el tema de los muertos...
Se trata de que a muchos españoles se les revuelven las tripas al ver mausoleos de tiranos y asesinos de masas en sus ciudades porque un dictador amigo decidió albergarlos y protegerlos hasta su muerte. ¿Tan difícil es de entender eso?
Además, resulta un escarnio que escoria humana como Ante Pavelic, Maks Luburic o Rafael Trujillo reciban flores y homenajes en sus pretenciosos mausoleos por parte de algunos fanáticos. Es un insulto a sus víctimas. Tampoco creo que esto sea difícil de entender.
Que nadie está interrumpiendo su descanso, repito. Pero muy ética no resulta la presencia de tales mausoleos de genocidas extranjeros.
El tema de lo que hicieron con Franco, fue de muy mal gusto...
Ojo, aclaro... Franco fue un DICTADOR Y TIRANO CONTRARIO A LA LIBERTAD y por ende no se gragea mis simpatías para nada (y yo he dejado claro varias veces mi postura libertaria), pero el hecho de andar desenterrando huesos es francamente vomitivo.
De la misma manera como me parece repulsivo que vengan de cualquier sitio a estar adorando una pinche tumba (neonazis) o peor aún con momias como la de Lenin. En ese sentido, hasta los hindúes tienen una mejor forma de ver la vida y las cosas, cremación y punto, sigamos pa delante...
A Franco se le trasladó a un camposanto normal por la sencilla razón que la presencia de sus restos en lugar prominente del Valle de los Caídos era una anomalía muchas veces denunciada durante la democracia pero que ningún gobierno se había atrevido a abordar. Hasta que llegó Pedro Sánchez y cogió al toro por los cuernos.
Y era una anomalía porque el Valle de los CAÍDOS, como su propio nombre indica, fue concebido por el mismo Franco en memoria de los caídos en la guerra civil que él y sus compinches desataron en 1936 con su golpe militar. En el monumento se albergan en condiciones lamentables los huesos de unos cuantos miles de muertos en aquella guerra.
Por tanto, Franco no tenía derecho a estar enterrado en ese complejo, dado que él no fue un caído en la guerra, sino que murió en la cama 36 años después de terminada aquella masacre. Además, su tumba daba lugar a continuas peregrinaciones fascistas al monumento, lo que no era de recibo. Punto pelota. Sánchez actuó con valentía y con la ley en la mano.
Otro punto que no cabe olvidar y que resultaba intolerable es que mientras el dictador descansaba en su pretencioso monumento, más de 100.000 españoles víctimas de su brutal represión siguen tirados como perros en las cunetas por toda España, sin derecho siquiera a una digna sepultura, y la derecha de este país lanza sapos y culebras cada vez que sus familias logran recuperar los restos de algunos. El más conocido de aquellos asesinados que sigue tirado como un despojo en algún lugar de Granada: el gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca.
Franco descansa en una tumba decente, lo mismo que sus amigos genocidas a los que dio protección y cobijo en España, un derecho que sin embargo le negó a incontables víctimas españolas de su régimen.