La monarquía de Malasia es distinta a todas las otras del mundo: es electiva y rotatoria cada cinco años, una fórmula que los monárquicos puristas en Europa, que solo conciben un rey hereditario y, por tanto, no elegible, intocable y eterno, a buen seguro les hará llevarse las manos a la cabeza.
Ibrahim Iskandar, flamante rey megamillonario de ese país tropical asiático rompe también todos los moldes monárquicos tradicionales, ya que a su estilo de vida de una enorme extravagancia y cuajado de caprichos estrambóticos, suma la pasión por los negocios de alto nivel y una actividad frenética en Instagram, donde relata sus excentricidades a una legión de seguidores.
No sé si la de Malasia podrá ser calificada como monarquía ejemplar dentro de la irracionalidad intrínseca a ese tipo de institución, diría que más bien no en los tiempos que corren, pero desde luego sí que resulta de lo más exótica.
Ibrahim Iskandar, el excéntrico multimillonario convertido en el nuevo rey de Malasia que no quiere ser una marioneta
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