La tensión en Oriente Medio se recrudece con el paso de los días. El reciente ataque de un proyectil atribuido a Hezbolá (aunque el grupo lo ha negado) que acabó con la vida de doce menores drusos en los Altos del Golán supuso un nuevo suceso en la escala de tensiones. Israel, como respuesta, ha bombardeado en siete regiones de Líbano, pero asegura que todavía hay más.
De hecho, el gabinete de seguridad israelí ha dado al primer ministro, Benjamin Netanyahu, potestad para decidir “sobre la forma y el momento” de la respuesta hebrea contra el grupo libanés. Pero desde el resto del mundo se mira con recelo esta situación y, en unas declaraciones recientes, el presidente turco ha asegurado que no descarta intervenir en Israel.
“Debemos ser muy fuertes para que Israel no pueda hacerle estas cosas a Palestina. Igual que entramos en Karabaj o Libia, haremos lo mismo con ellos”, ha asegurado Recep Tayyip Erdogan en un acto de su partido en Rize. “No hay nada que nos impida hacerlo. Solo tenemos que ser lo bastante fuertes para dar estos pasos”, ha explicado ante los seguidores del Partido Justicia y Desarrollo (AKP).
Israel responde y hace referencia a Saddam Hussein
En dicho acto, el mandatario otomano confirmó que había invitado al presidente palestino, Mahmud Abbas, a hablar en el Parlamento turco, si bien no pudo aceptar la invitación. “¿Quién dice que no está abierto el Parlamento? El Parlamento está abierto a cualquier que esté en el camino de la rectitud”, ha asegurado. Unas palabras que, como era de esperar, han tenido una rápida respuesta por parte de Israel.
El encargado de dar réplica ha sido el ministro de Asuntos Exteriores, Israel Katz, quien ha valorado las palabras de Erdogan y lo ha comparado con el expresidente iraquí Saddam Hussein. “Erdogan está yendo por el camino de Saddam Hussein y amenaza con atacar a Israel. Debería recordar lo que pasó allí y cómo terminó eso”.
Hussein invadió Kuwait para anexionarse el territorio y, finalmente, Estados Unido entró en escena para llevar a cabo una ofensiva. Posteriormente, fue derrocado y apresado en la invasión de 2003 en el marco de la operación Amanecer Rojo. Tras ser condenado a muerte por un tribunal iraquí, el 30 de diciembre de 2006 fue ejecutado.
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