Turquía ha dado un paso inesperado que puede suponer un hito importante en la situación geopolítica mundial, por la importancia que tiene el país, situado en una encrucijada geográfica que une Oriente con Occidente. El gobierno de Recep Tayyip Erdogan habría solicitado oficialmente entrar a formar parte de los BRICS, el grupo de países encabezado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que representa el bloque rival de Occidente, la OTAN y, en general, los países llamados desarrollados que se encuentran dentro de la órbita estadounidense. La petición de Turquía se enmarca dentro de un proyecto de convertirse en el nexo de unión entre el bloque occidental y su adversario oriental, encabezado por China e India, principalmente, pero aleja al país turco, miembro oficial de la OTAN, de esta órbita de influencia, con las implicaciones que esto puede tener. A finales de octubre se producirá una cumbre de los BRICS en Rusia y todo apunta a que se debatirá entonces sobre la entrada de Turquía, que se suma ahora a una larga lista de países, como Indonesia, Tailandia o Vietnam, entre otros, que se han acercado a los BRICS con la intención de engrosar sus filas. China, que tiene posibilidades de convertirse en la primera economía mundial en los próximos años, necesita el apoyo de nuevos socios para poder hacer frente al enorme reto que se le plantea.