La gran sospecha: la izquierda roba elecciones en todo el mundo
La primera ministra italiana Meloni, más valiente que sus colegas políticos varones, ha hecho suya una de las más terribles y siniestras sospechas existentes en la política mundial al sugerir que las izquierdas están en el poder y ganan elecciones sólo gracias al fraude.
Miles de observadores y estudiosos sospechan lo mismo y, aunque sin pruebas concluyentes, creen que la izquierda siempre roba las elecciones porque se considera con derecho a gobernar, aunque esté en minoría.
Muchos se sorprenden de las victorias de las izquierdas en países donde apenas tienen apoyo popular. Sus resultados suelen ser insólitos, pero pocos se atreven a acusar abiertamente a los partidos de izquierda del robo electoral.
Ellos explican la sorprendente cantidad de votos que reciben al miedo a la derecha o al deseo de igualdad y cambio por parte de la población, pero son muchos los expertos que ya sólo ven fraude y robo en demasiados comicios.
La lista de países señalados como víctimas del fraude es larga e incluye a Rusia, Bielorrusia, México, Brasil, España y otros, incluso Estados Unidos, donde el derrotado presidente Donald Trump acusa al partido Demócrata de haberle robado las elecciones que ganó Biden.
Nadie duda que las elecciones son claramente fraudulentas en países comunistas o en manos de tiranías inmorales, como Cuba, Venezuela, Rusia y otros similares.
El origen y la justificación ideológica de ese fraude es que la izquierda se considera con derecho a gobernar a los pueblos, gane o pierda las elecciones. Su ideología les empuja a rechazar la democracia, pero a veces tienen que someterse a ella porque es el sistema vigente en casi todo el mundo.
El acceso natural de la izquierda al poder es el golpe de Estado y la revolución, el camino que utilizó Lenin para tomar el poder en Rusia y crear la URSS, donde construyeron un sistema que, en teoría, les mantenía eternamente en el poder.
Pero en los tiempos presentes, los totalitarios de izquierda han encontrado otra vía para conseguir el poder: el fraude electoral, que les permite apoderarse de un Estado que después nunca sueltan.
Fidel Castro, que llegó al poder mediante una revolución armada, apoyo la nueva estrategia y se la recomendó a su amigo venezolano, el coronel Hugo Chaves, al que le dijo que perder el poder después de haberlo conseguido es de huevones.
El dirigente socialista español Largo Caballero, que perdió el poder tras ser derrotado por la rebelión del general Franco, ha pronunciado frases muy claras que revelan la esencia golpista y fraudulenta del socialismo. En una de ellas dice: “La clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo y, como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”.
Otra de sus frases dice: “Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución, tendremos que conquistarlo de otra manera”.
Y otra más: “Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia, pues antes que el fascismo preferimos la anarquía y el caos”.
A pesar de la brutalidad antidemocrática de la ideología socialista de Largo Caballero, ese personaje sigue siendo admirado y venerado en la actualidad por la izquierda española y, de manera especial, por Pedro Sánchez y su gobierno.
El fraude electoral es cada día más fácil e indetectable gracias a los procesos informáticos que se emplean para el escrutinio. Los algoritmos redistribuyen los votos y consiguen arrebatar a la derecha un diputado aquí, otro allí y tres más allá. hasta lograr la victoria o la mayoría necesaria para gobernar. También permiten castigar a partidos nuevos que nacen con demasiada fuerza, como es el caso de las nuevas derechas en Europa, a las que estigmatizan como “ultraderechas”, como ocurre com el partido español VOX,al que hay expertos y estudiosos que sospechan que les han arrebatado cientos de miles de votos en los últimos escrutinios.
El fraude es parte del profundo deterioro que afecta a la política y al liderazgo en el siglo XXI, después de un siglo XX dramático donde totalitarios socialistas como Lenin, Stalin Hitler, Mao Tse Tung, Pol Pot y otros asesinaron a más de 100 millones de ciudadanos en sus respectivos países, sin contar a los que murieron en las guerras que ellos provocaron.
En el siglo XXI, los totalitarios han aprendido a reprimir, torturar y hasta asesinar sin provocar escándalo, de manera sutil y oculta, y a apoderarse del poder sin los escandalosos y sangrientos golpes de Estado y revoluciones del pasado.
El fraude electoral es el método favorito de los canallas en este desgraciado siglo de tiranos camuflados de demócratas.
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