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China, entre las dudas y la necesidad de ayudar a Europa
CANNES.- Cumbre tras cumbre del G-20, el presidente chino, Hu Jintao, parece cada vez más fuerte, mejor armado frente a los grandes conflictos internacionales. Esta semana llegó a Cannes precedido de una imagen de salvador de las causas perdidas.
Y no es para menos. Los 17 miembros de la eurozona necesitan a Pekín para reforzar su brazo armado financiero, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).
Aunque parezca mentira, el "Imperio del Medio", donde más de 200 millones de personas viven con menos de 2 dólares por día, debería ayudar a una Unión Europea (UE) que se enorgullece de representar el modelo social más avanzado del planeta. En promedio, un europeo dispone de un ingreso casi 10 veces superior al de un chino.
Pero si bien China camina con paso cada vez más seguro en la arena internacional, nunca abandona su prudencia. En su escala en Viena, antes de llegar a Cannes, Hu se declaró "convencido" de que Europa podía "superar la crisis de la deuda". El mandatario no asumió, sin embargo, el menor compromiso en cuanto a la implicación de su país en el FEEF.
Según hizo saber Hu, "China espera detalles técnicos para decidir". Si esas condiciones se cumplen, los expertos chinos estiman que esa contribución podría llegar a los 100.000 millones de dólares. Esa cifra representa una gota de agua comparada con los 3,2 billones de dólares que atesora China en reservas de cambio.
Pero más allá de las garantías técnicas, China espera naturalmente obtener un rédito político de su papel de San Bernardo financiero.
Con la Unión Europea (UE), su principal socio comercial, Pekín quiere resolver tres litigios. En primer lugar, el embargo de armas, que ciertos europeos quieren mantener y otros levantar. Luego, sobre todo, obtener el estatus de "economía de mercado", para el cual los europeos estiman que los chinos aun no responden a las condiciones.
Por último, el gobierno chino también pretende que cesen las presiones internacionales para que acelere la apreciación del yuan, que beneficia actualmente sus exportaciones. Sobre todos esos puntos, es obvio que China espera un "mínimo de reconocimiento y de gestos", como lo repitió con frecuencia la prensa oficial de Pekín.
Entre bambalinas, los dirigentes chinos explican que deben tener en cuenta la opinión pública de su país. El argumento tiene algo de razón. Esa opinión pública es real en China y se expresa con energía, a pesar de tratarse de un régimen centralizado.
En la actualidad, numerosos internautas chinos se sublevan contra ese dinero "malgastado en países malcriados y ricos", por una nación "que todavía cuenta con millones de pobres". Esos críticos recuerdan en sus blogs que China "tiene necesidad de ese dinero para mejorar la vida de los chinos: darles casas, educación, salud pública y seguridad social".
LA CONFIANZA
Pero esas no son las únicas razones por las cuales Hu estaría dispuesto a ayudar a Europa. En verdad, así como lo hace con Estados Unidos y el dólar, hace tiempo que Pekín interviene en los mercados para sostener el euro. No por simple solidaridad, sino por interés económico.
Actualmente, entre 1,2 y 1,6 billones de dólares de esas reservas estarían invertidos en bonos del Tesoro norteamericano. Un gesto que demuestra la inmensa confianza que deposita China en el futuro de la primera economía mundial. Pekín también ha colocado otros 600.000 millones de dólares en euros: una forma de decir que tampoco desespera del destino de Europa.
El Viejo Continente es, en efecto, el primer destino de las exportaciones chinas, mientras Estados Unidos es el segundo.
"¿Qué sucedería en China si los europeos y los norteamericanos dejaran de comprar sus productos? Se derrumbarían las fuentes de trabajo y el país entraría en un periodo de caos de consecuencias impredecibles", afirma el sinólogo Antoine Brunet. "Es una verdad de Perogrullo, pero en un mundo globalizado, cada país depende de los demás", agrega.
Pero China atraviesa además un período extremadamente sensible de transición política, con el cambio -el año que viene- del equipo en el poder desde hace diez años. Es por eso que Hu debe administrar la relación con los occidentales con extrema prudencia. El menor paso en falso daría argumentos a clanes adversos, que juegan por el momento al gato y al ratón.
Para los protegidos de Hu o para los "liberales" cercanos a las ideas del premier, Wen Jiabao, un fracaso de los europeos, después de que China haya firmado su cheque, sería simplemente una doble catástrofe: económica y, sobre todo, política..