Con el telón de fondo griego se ha puesto de manifiesto, una vez más, que para la Eurolandia pilotada por Merkel toda solución pasa por someter a los periféricos de la UE a la virulencia de programas de purga como los que ya padecen la Hélade y Portugal. En la última eurocumbre se ha repetido el soniquete de la fijación de los límites al déficit y las reformas estructurales, especialmente dirigidos a España e Italia, país este último que ya ha sido encomendado a la supervisión del FMI y entregado, tras la defenestración de Berlusconi, a la gestión de tecnócratas bendecidos por Bruselas.
En lo que concierne al reino de España, bajo ajustes desde la intervención de mayo de 2010, no se ha hecho esperar las instrucciones dirigidas por la canciller al candidato electo Rajoy, instándole a acometer de manera inmediata «las reformas necesarias en este periodo difícil para España y Europa». Es decir, profundizar en la línea del gobierno de Zapatero: más recortes sociales y retroceso en las condiciones laborales, incremento de la presión fiscal, desmantelamiento de servicios públicos y privatizaciones de lo que pueda quedar para liquidar. Medidas cuyos efectos no paliarán la astronómica deuda de los bancos y cajas de la monarquía y su hipertrofiada estructura autonómica, sino que, invariablemente, alimentarán la espiral del déficit y deuda pública, el estancamiento económico y el ascenso vertiginoso de la tasa de desempleo.
Los periféricos, cada cual por causas diferentes, se empeñaron hasta las cejas en un periodo de excepcional expansión crediticia promocionada por el BCE en connivencia con Fráncfort. Ahora toca pasar por caja para devolver lo impagable a los prestamistas centroeuropeos. Berlín impone sus tesis de bombero pirómano: a más diferencial de deuda con sus bonos, mayor receptividad a sus recetas neoliberales. Rescates, a cambio de ajustes. Respuestas de calado como una intervención más decidida del BCE: sí, pero tragando con el discurso integrador europeo que es la coartada para imponer la férula alemana.
Alemania maneja de manera artera la cizalla para romper a los eslabones más débiles de la eurozona y los precipita a una quiebra planificada cuyas consecuencias sólo pueden abocarnos al expolio de manos del gran capital germano, acreedor de la charca europea.
SIGO..........
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