Que España es un país de chorizos lo saben ya a estas alturas hasta las ardillas de El Retiro. Pero por lo menos, en su condición corrupta y facinerosa, podían tener un poco más estilo con sus turbios manejos. Sirva el alcalde de Palencia como último ejemplo: ha caído, como tantos otros políticos, en su propia y estúpida trampa del micrófono abierto...
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