El Charro veton escribió:PARA TERMINAR y dejar de leer coces y coces contra natura sobre la HISTORIA DE ESPAÑA ,de debe saber que:
1)Los catalanes no perdieron sus libertades civiles, sino que los poderosos perdieron sus privilegios exclusivos. Las Cortes Catalanas, lejos de tener las características de una democracia, tal y como la entendemos ahora, representaban a los tres estamentos (clero, nobleza y burguesía urbana) a los que, dentro del patrón feudal del Antiguo Régimen, el Rey les había concedido tal privilegio, relegando totalmente a la inmensa mayoría de la población. Del Rey emanaban todas las instituciones.
2) La facción en Cataluña favorable al pretendiente Carlos no partió de una rebelión espontánea ni popular. En realidad, expresaba los intereses políticos de la clase dirigente barcelonesa que quería potenciar su presencia comercial en América, de tal forma que sus privilegios forales no estaban en juego, ya que el pretendiente Borbón en ningún momento los cuestionó.
3) El Rey Borbón reinó sin oposición interna entre 1700 y 1705 hasta el punto que en 1701 había celebrado Cortes en Barcelona, donde no sólo confirmó los fueros, sino que recibió numerosas donaciones.
4) Los seguidores de Carlos de Habsburgo en Cataluña defendían la unidad de España. Trataban de imponer su candidato al conjunto de todo el país, apelando a la libertad de toda España, recelosos de la influencia francesa; lejos, pues, de cualquier aspiración secesionista o desmembradora. Los soldados que fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 frente a las tropas de Felipe V estaban mandados por el general Antonio de Villarroel, que en su última arenga les recordó: “estáis luchando por nosotros y por toda la nación española”.
5) El denominado decreto de Nueva Planta, llamada en realidad Cédula Real de Nueva Planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, organizaba las instituciones judiciales en Cataluña, respetando las Constituciones y prácticas previas, estableciendo que los letrados fuesen expertos en legislación y lengua catalana. Fijaba el castellano meramente como lengua jurídica y eliminaba los privilegios por nacimiento en un territorio determinado.
6) El final de la guerra supuso el final de tres siglos de decadencia de Cataluña y el inicio de su resurgimiento económico. El siglo XVIII, lejos de ser un periodo de declive en Cataluña, resultó ser una etapa de particular esplendor y auge demográfico, agrícola, comercial e industrial, que más que fundamentarse en el comercio internacional, centrado en productos agrícolas, se benefició del proteccionismo de la Corona.
De Don Gregorio Marañón, pensador e historiador. Espero que no sospeches o lo taches de catalanista.
El Conde-Duque de Olivares
Capítulo XIX - La política exterior y regional.
…
Francia había desarrollado una política de unificación que, como tantas veces se ha dicho, influyó poderosamente en la actitud del Conde-Duque, porque al enemigo que nos preocupa quisiéramos destruirle; pero, a la vez, la preocupación nos impulsa a copiarle. Mas era el problema en uno y otro país muy diferente. En Francia no era ni siquiera problema político, y bastó a Richelieu para resolverlo meter en cintura, con la crueldad necesaria, a unos cuantos nobles con sangre todavía feudal. En España el problema tenía profundidades biológicas que escapaban y han escapado siempre a las concepciones simplistas de la mayoría de los gobernantes. Los majaderos se ríen cuando se dice que el problema de las regiones es de pura biología; pero es tan biológico como la estupidez de los que se ríen. Las razones políticas de que Portugal, por ejemplo, fuera un reino de España eran tan artificiales que sobre ellas sólo hubiera podido fundar una alianza federada y nunca una sumisión, y ello, a fuerza de siglos de una convivencia infinitamente inteligente, incompatible con las realidades artificiosas, rígidas y nacionalmente anfibiológicas de la política de enlaces o de conquistas. Y fuera ya de Portugal, nación genuina, dentro de España misma, la personalidad de las regiones es un hecho tan vivo, que sólo la pasión, la malicia o la necesidad lo puede desconocer. Hasta el patriotismo del español es, ante todo, regional. Cuando los españoles se encuentran en el extranjero, no hacen, así que su número es un algo crecido, un centro español, sino centros regionales; y, en la vida públicase, lo que más une a un español medio con los demás, por encima de las diferencias políticas, religiosas, etc., es la regionalidad.
El Conde-Duque, aunque partiendo del error de querer suprimir las leyes regionales de los pueblos que las tenían, entrevió, en cuanto a la táctica, la verdadera solución del problema, en el sentido de la mezcla paulatina y cordial de las regiones. Pero le hizo olvidar la táctica y todo lo demás su desatinada política exterior, que le obligaba a exhibir a los reinos sacrificios vedados por los fueros, de un modo perentorio, sin tacto ni inteligencia ni cordialidad. Era difícil, en efecto, que ante guerras no defensivas ni inspiradas en un interés nacional, sino de sentido imperialista o religioso, y, por tanto, arbitrario, los portugueses o los habitantes del Reino de Aragón -aragoneses, valencianos, catalanes- se aviniesen a dar los hombres y los dineros que, mientras sus leyes no se modificasen, no tenían obligación de proporcionar.
En el asunto de Cataluña la táctica del Conde-Duque no tiene disculpa. No creo que tuviera, com dice Soldevilla, “una instintiva hostilidad” hacia el Principado, sino, tan sólo, una idea política y equivocada del problema. Olvidó que era imposible hacer, ni por las buenas ni por las malas, una suma uniforme de dos sustancias -los dos pueblos, Cataluña y Castilla- históricamente incapaces de fundirse, aunque sí de mezclarse en un mínimo cordial de afectos y conveniencias comunes.