Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Nacionalism

Política local, provincial y autonómica.

Moderador: anthony

Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 22 Jun 2015, 07:41

Algunas mentiras de catalibanismo furibundo.

MENTIRA 1:
“Cataluña no pudo participar en el comercio americano”.
FALSO
Participaron desde un principio a través de los agentes autorizados en los puertos de Sevilla y Cádiz. Después de que, el tan odiado por ellos, rey Felipe V, entregó los monopolios a las compañías llamadas “privilegiadas“ como fueron: la Compañía de Barcelona y la Compañía Guipuzcoana de Venezuela, sobre varias territorios americanos.

MENTIRA 2:
¿Es Cataluña la región que más paga a Hacienda por habitante?
FALSO
No. La región que más paga en España por habitante es, con diferencia, Madrid. También, Baleares contribuye en mayor medida que Cataluña por habitante al esfuerzo fiscal. Hay otras Comunidades que también aportan más de lo que reciben, como La Rioja, Aragón, Asturias, etc. Pero en ninguna de ellas ha habido protestas, pues todo el mundo entiende, que las regiones menos favorecidas deben recibir más de lo que aportan. Por un principio básico de solidaridad. Sólo el nacionalismo catalán ha expresado sus quejas al respecto.

MENTIRA 3:
“Cataluña desarrolló su industria por sí misma”.
FALSO
Fueron como consecuencia de los beneficios del comercio americano y los ahorros de las zonas más agrícolas del resto de España (porque su banca fracasó).

MENTIRA 4:
¿Ha sido la burguesía catalana una burguesía emprendedora, arriesgada e innovadora como la burguesía de otros países de Europa?
FALSO
La burguesía catalana es fundamentalmente una burguesía proteccionista: Acude a Madrid para que suban los aranceles y con eso poder tener el monopolio del mercado español para sus productos. Por ejemplo, la industria textil catalana se desarrolla gracias a los aranceles que nos obligan a pagar al resto de los españoles, comprando unos productos que podemos comprar más baratos en el extranjero. Pero, tenemos que comprárselos a ellos porque forman parte de España. En Cataluña no ha habido empresarios de verdad, arriesgados e innovadores como, por ejemplo, en el norte de Italia donde se creó la FIAT y otras empresas lideres del automóvil, arriesgando estas burguesías su capital. En Cataluña la burguesía se limitó, por ejemplo, a esperar a que Franco decidiera, con capital público, crear la SEAT, filial de la FIAT e instalarla en Barcelona. La burguesía catalana arriesgó e innovó muy poco a diferencia de otras burguesías europeas.

MENTIRA 5:
¿Tiene Cataluña motivos para quejarse del trato económico recibido en la historia de España?
FALSO
No. En todo caso serían las regiones menos favorecidas, como Extremadura, Andalucía, Galicia, Asturias, Aragón, Canarias y las dos Castillas, las que han sufrido un trato discriminatorio. Tanto en infraestructuras construidas, como en empresas públicas instaladas en su territorio. En los dos sentidos, tanto Cataluña como Madrid y el País Vasco, han sido las regiones favorecidas.

MENTIRA 6:
¿Tienen razón los que se quejan de que las autopistas catalanas son de pago, y la autovías del resto de España son gratuitas?.
FALSO
Ninguna razón. Si conocieran la historia real de las autopistas catalanas, se callarían inmediatamente. En los años sesenta no había dinero en España para autopistas, por eso, se recurre a las autopistas de peaje. Estas autopistas se construyen en su inmensa mayoría en Cataluña: Barcelona-Zaragoza, Barcelona- Francia, Barcelona- Valencia: El dinero para financiar estas autopistas salió del ahorro de TODOS los españoles. En una época donde en algunas zonas de España se pasaba hambre, los escasos ahorros de sus bancos y cajas de ahorro iban a financiar las autopistas de peaje catalanas. Pero, además, hubo que pedir préstamos en dólares al extranjero y estos préstamos tuvieron que ser avalados por el Estado español.

MENTIRA 7:
“Cataluña genera más riqueza que la que la que recibe”.
FALSO
Navarra o Baleares tienen una renta per cápita mayor, y Madrid (la obsesión de los catalanistas) supera a Barcelona en comercio e inversión industrial.
… y sobre todo, aún serían menos sin el mercado, los capitales y la mano de obra españolas.

MENTIRA 8:
¿Es democrático para el resto de España?
FALSO:
No. Cataluña ha disfrutado de una posición de privilegio que ha impedido que otras regiones de España se desarrollen industrialmente. Si plantearan formulas de salida del Estado Español o formulas de pertenencia meramente formal, como el famoso pacto con la corona propuesto por Pujol, el resto de España tendría inmediatamente que replantear su política de compras hacia Cataluña. Y abrir un periodo transitorio de aranceles para dar una oportunidad a que la industria se desarrolle en otros lugares de España. Han disfrutado de demasiados privilegios en detrimento del resto de las regiones.

MENTIRA 9:
“Cataluña es”
FALSO
No es nada. Económicamente sólo existen Barcelona y Tarragona, y el término territorial “catalán” no existe. Sólo existe el voluntarismo nacionalista surgido de unos pocos, en el siglo XIX y las manipulaciones de sus instituciones.
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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 25 Jun 2015, 22:27

El bulo de que la nación catalana fue invadida por Castilla en 1714

«Señor, yo soy un caballero de España».
El conde de Barcelona al emperador de Alemania, que lo presentó a sus nobles así: «Han venido dos caballeros de España, de la tierra de Cataluña». Del Llibre del rei en Pere d'Aragó e dels seus antecessors passats (‘Libro del rey Pedro de Aragón y de sus antecesores’), crónica histórica escrita por Bernat Desclot hacia la segunda mitad del siglo XIII.


Desmontar esta mentira y conocer la verdad es tan fácil como coger cualquier libro de Historia no subvencionado por la Generalidad, uno que no contenga la delirante invención de la Confederación o Corona Catalano-aragonesa, ni presente a Lluís Companys como a un admirable héroe democrático en vez de como lo que realmente fue: un golpista criminal y demente, bajo cuya presidencia se fusiló a más de ocho mil personas por delitos tan graves como ir a misa o ser monárquico, y se construyó en Barcelona una veintena de cámaras de secuestro y tortura al modo estalinista: las checas (el presidente Companys bromeó sobre la persecución religiosa en Cataluña con estas palabras: «¡Todavía arden las iglesias! ¡Ya me dijo Comoreras que tenían mucha materia combustible!». De las 58 iglesias existentes en la Ciudad Condal en julio de 1936, sólo la de San Justo y Pastor se libró de las llamas. Otra anécdota similar la plasmó el entonces vicesecretario general del PSOE, Juan Simeón Vidarte, en su libro autobiográfico Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, donde recuerda lo siguiente sobre su encuentro con Companys: «Cuando le dije que hacía el viaje acompañado de un fraile, soltó una carcajada. “De esos ejemplares, aquí no quedan”»).

Da igual el número de miles de veces que los separatistas repitan la misma mentira, y la cantidad de incautos que se la crean: Cataluña nunca, en ningún periodo, ha sido una nación independiente ni tenido Estado propio. Ni siquiera llegó a constituirse en reino jamás. Si existieron, en cambio, el Reino de Aragón (fundado en 1035), el Reino de Mallorca (1231) y el Reino de Valencia (desde 1238).

En 1701, estalla la Guerra de Sucesión (que no de secesión, como falsariamente difunde el nacionalismo) entre las potencias extranjeras por el trono de España, tras morir sin descendencia el rey Carlos II. Cuando al siguiente año la contienda, librada en el exterior hasta ese momento, se extiende a la península (con el desembarco de tropas aliadas en Cádiz), ésta adquiere naturaleza de guerra civil entre partidarios de los dos aspirantes: Felipe de Anjou, de la dinastía de los Borbones, designado por Carlos II para sucederle y que fue entronizado como Felipe V; y el archiduque Carlos de Habsburgo, de la Casa de Austria, apoyado por Inglaterra y Holanda, que pretendían así evitar la hegemonía de España y Francia derivada de su previsible unión. La oligarquía barcelonesa percibió a Felipe V como un peligro para sus medievales privilegios de clase y sus intereses comerciales en América. Y, aunque inicialmente los tres estamentos catalanes (clero, nobleza y burguesía urbana) le habían jurado lealtad después de haberse comprometido éste a respetar los fueros históricos de Cataluña, el 16 de noviembre de 1705 consumaron la traición de reconocer como rey a su oponente, el Habsburgo. La guerra no fue en absoluto una confrontación entre regiones o territorios, ni todos los catalanes apoyaron al archiduque Carlos. El valle de Arán, y las poblaciones de Manlleu, Cervera y Vic, se posicionaron del lado del Borbón. Por el contrario, ciudades castellanas, como Madrid, Toledo o Alcalá, combatieron en el mismo bando que Barcelona: el austracista.

No fue una guerra entre dos naciones (España contra Cataluña), sino un enfrentamiento dinástico.

El bulo de la colonización, del fin de la nación catalana bajo una supuesta invasión de Castilla —que sirve de cimiento ideológico para toda la mitología nacionalista, y es tomado como un hecho cierto por cientos de miles de personas (ellas, sí) colonizadas a nivel mental por la ignorancia y la manipulación—, se desmorona cuando leemos con atención las palabras de los dos máximos protagonistas de aquel episodio histórico: la toma de Barcelona por las tropas borbónicas —compuestas por soldados procedentes de diversos países y regiones españolas, incluidos miles de catalanes—, el 11 de septiembre de 1714. Las primeras son de Antonio de Villarroel, jefe militar a cargo de la defensa de la ciudad, dirigidas a arengar a los combatientes antes de lanzarse al ataque para reconquistarle al enemigo el Convento de Santa Clara: «Señores, hijos y hermanos, hoy es el día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de nuestros mayores. Por nosotros y por toda la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer, y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo la fe de su religión y sus privilegios».

Las siguientes las escribió Rafael Casanova, Consejero en Jefe (máxima autoridad de Barcelona, equivalente al actual cargo de alcalde), a las 3 de la tarde de esa misma fecha, en un pregón que se distribuyó por las calles de la plaza asediada. A través de este convocaba a defender las murallas de Barcelona a todos, que no solo eran barceloneses, pues entre los resistentes habia austracistas de las más diversas procedencias (como el aguerrido y glorioso Tercio de Castellanos, por ejemplo): «Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España».

Innecesario añadir nada más.
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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 27 Jun 2015, 18:32

El mito del héroe y mártir Rafael Casanova

«El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia».
Miguel de Unamuno (1864-1936).



Del mismo modo que necesita de enemigos, el nacionalismo precisa también de idolillos para vertebrar su ideología. Y si no existen, se inventan.

El acto central de la celebración de la Diada (Día de Cataluña) cada 11 de septiembre, desde 1901, consiste en una ofrenda floral a los pies de la estatua erigida en Barcelona a Rafael Casanova, icono del nacionalismo por su lucha contra la supuesta invasión de 1714.

Fernando García de Cortázar, en su libro Los mitos de la historia de España; y otros autores, como John Lynch, en La España del siglo XVIII; Pere Anguera, en El 11 de septiembre. Orígenes y consolidación de la Diada; o Núria Sales, autora de Els segles de la decadència: segles XVI-XVIII; describen cómo la resistencia durante el asedio de Barcelona, colofón de la Guerra de Sucesión Española, no resultó tan heróica como algunos han querido pintar.

La vehemente beligerancia de pequeños grupos de exaltados que corrían por las calles de la bombardeada ciudad contrastaba con el sentimiento general de desmoralización del resto de la hambrienta población. El clero y la nobleza carecían de interés en prolongar tan dramática situación, y eran frecuentes las peleas entre los líderes barceloneses. En este contexto, Antonio de Villarroel y Rafael Casanova eran partidarios de la rendición, de una salida negociada. En el pleno del gobierno provisional éste último propuso iniciar conversaciones con el enemigo, pero su exposición fue enérgicamente rebatida por el segundo consejero, Salvador Feliu de la Penya, por cuya opción se decantaron 26 votos contra 4.

En la mañana de aquel 11 de septiembre los sitiadores desataron varios ataques durísimos, y Villarroel volvió a insistir en la conveniencia de rendirse para evitar un sanguinario asalto. Después del bando de Casanova de las tres de la tarde, se declaró un alto el fuego y enviados catalanes parlamentaron con el duque de Berwick, comandante de las tropas borbónicas. A la una de la tarde del día siguiente, el 12, se alcanzó un acuerdo: las autoridades barcelonesas abrirían las puertas de la ciudad para que entrase el ejército de Berwick, bajo su palabra de honor de que se respetaría a la población, aun a aquellos que habían tomado las armas.

Rafael Casanova no murió en los combates, por lo que, evidentemente, no fue ningún mártir. El día 11 había sido herido en un muslo por una bala cuando ascendió a las murallas con la bandera de la patrona de Barcelona, Santa Eulalia, para enardecer a los defensores. Antes de la entrada de los felipistas, Casanova delegó la rendición en otro consejero, incendió los archivos que lo involucraban y se hizo pasar por muerto mediante la falsificación del acta de defunción de un cadáver. Disfrazado de fraile, huyó a esconderse en la finca que su hijo tenía en la población de San Baudilio de Llobregat. En 1719 recibió el perdón Real y todos sus bienes incautados le fueron devueltos. Ejerció sin problemas la abogacía en dicha población hasta su retiro, en 1737.

El 2 de mayo de 1743, falleció a la edad de 83 años. Su entierro fue oficiado al día siguiente, el 3, que es tomado erróneamente por muchas fuentes como el de su muerte.

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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 28 Jun 2015, 11:07

La falacia de la lucha de siglos por la independencia

«A todo nacionalista le obsesiona la creencia de que el pasado puede cambiarse. Emplea parte de su tiempo en un mundo de fantasía en el que los hechos ocurrieron como deberían haber sido […] y transferirá fragmentos de ese mundo a los libros de historia siempre que pueda. […] Hechos
importantes son suprimidos, fechas alteradas, citas removidas de sus contextos y manipuladas para cambiar su significado. Los acontecimientos que no convendría que hubieran sucedido se silencian y en última instancia se niegan».
George Orwell (1903-1950).



Antoni Rovira i Virgili (1882-1949) fue miembro de Esquerra Republicana de Catalunya y sucesor de Josep Irla i Bosch como presidente del Parlamento de Cataluña en el exilio. En Resum d'història del catalanisme (‘Resumen de historia del catalanismo’), editado en 1936, describió la escasa aceptación que el movimiento catalanista tenía entre la población a finales del siglo XIX:

«Había unos cuantos catalanistas en Barcelona y algunos otros escampados por las comarcas. Se los podía contar. Muchas villas tenían un solo catalanista; otras, ninguno».

Idéntica visión ha quedado reflejada en Memòries (1876-1936), de Francesc Cambó i Batlle (1876-1947). Quien fuera líder del partido considerado por muchos como germen de Convergència i Unió, la Lliga Regionalista, retrató así los difíciles albores del nacionalismo catalán:

«En su conjunto, el catalanismo político era una cosa misérrima cuando, en la primavera de 1893, inicié en él mi actuación y consagré por completo mi vida. […] organizamos excursiones por los pueblos del Penedès y del Vallès donde había algún catalanista aislado a quien dirigirnos para pedirle que encontrasen un balcón o unas mesas en la plaza mayor desde donde hacer nuestros discursos. Recuerdo que, al llegar, generalmente la plaza estaba vacía y sólo por las esquinas se veían asomar algunas cabezas. A medida que íbamos empezando nuestros discursos se iba acercando la gente y, a veces, se reunían algunos centenares que incluso se decidían a aplaudirnos. Exceptuando a la juventud, no creo que hiciéramos grandes conquistas: los payeses que nos escuchaban no llegaban a tomarnos en serio».

Y añade más adelante:

«Aquél era un tiempo —cuando inicié mi actuación política— en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa. Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre sí […]. La gran mayoría de los catalanistas estaban encantados de vivir en cenáculo, de ser una minoría que se consideraba depositaria de la verdad y del patriotismo».

Ambos autores coincidieron plenamente con las palabras que Josep Pla (1897-1981) había escrito años antes en Francesc Cambó, biografía en tres volúmenes publicada entre 1928 y 1930:

«Los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado».

No fue hasta comienzos del siglo XX cuando el catalanismo empezó a fructificar, una corriente inventada al calor del Romanticismo del XIX (y que tuvo su más notable manifestación cultural en Alemania, con el Sturm und Drang) por un grupo de burgueses catalanes para obtener proteccionismo arancelario y ventajas fiscales del Gobierno de España. De tal auge fueron responsables demagogos como el abogado y fundador de diversas organizaciones políticas Enric Prat de la Riba (1870-1917), quien, en el capítulo III de su obra La nacionalitat catalana (‘La nacionalidad catalana’), de 1906, dejó constancia de las escalofriantes técnicas de convicción que empleó para conseguirlo:

«Había que acabar de una vez con esa monstruosa bifurcación de nuestra alma, había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes, sentir lo que no éramos para saber claramente, hondamente, lo que éramos, lo que era Cataluña. Esta obra, esta segunda fase del proceso de nacionalización catalana, no la hizo el amor, como la primera, sino el odio».

Cambó, en el arriba citado libro de sus memorias, confirmó el empleo de esas tácticas de tergiversación histórica e inoculación de resentimientos en la sociedad de la época:

«Como en todos los grandes movimientos colectivos, el rápido progreso del catalanismo fue debido a una propaganda a base de algunas exageraciones y de algunas injusticias».

En los párrafos anteriores a éste, el autor explica la razón del vertiginoso auge de su ideología en una sociedad, la catalana, envanecida por el dinero procedente de ultramar y donde los líderes catalanistas se aprovecharon del delicadísimo momento político por el que atravesaba España:

«Diversos hechos ayudaron a la rápida difusión del catalanismo y a la ascensión todavía más rápida de sus dirigentes. La pérdida de las Colonias, a continuación de una serie de desastres, provocó un inmenso desprestigio del Estado, de sus órganos representativos y de los partidos que gobernaban España. El rápido enriquecimiento de Cataluña, fomentado por el gran número de capitales que se repatriaron de las Colonias perdidas, dio a los catalanes el orgullo de las riquezas improvisadas, cosa que les hizo propicios a la acción de nuestras propagandas encaminadas a deprimir al Estado español y a exaltar las virtudes y los merecimientos de la Cataluña pasada, presente y futura».

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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 29 Jun 2015, 13:47

La artimaña de la protección a la lengua en peligro de extinción

«He dicho que tampoco somos españoles por la lengua».
Diálogo de uno de los protagonistas del artículo «¿Somos españoles?», de Sabino Arana (1865-1903).
Publicado en el periódico Bizkaitarra.


La lengua es, con toda seguridad, la cuestión más importante para el nacionalismo catalán. La fundamental, su puntal. Aquello que sirve de eje y vertebra este monumental montaje urdido por la oligarquía catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, que aún perdura.

En manos de los separatistas, el idioma deja de ser herramienta de comunicación humana para convertirse en ariete político y elemento identitario.

Son nación —argumentan— principalmente porque tienen una lengua distinta a la del resto de los españoles (una «lengua propia», recalcan). No puede haber mayor evidencia de ello, según su cerril criterio. Y siguiendo ese mismo razonamiento burdo, todos los territorios donde se habla catalán ―o que dicen ellos que es catalán lo que se habla allí―, incluidos aquéllos donde pervive en forma de simple vestigio, les pertenecen como parte del delirio geográfico que se han inventado bajo el nombre de Països Catalans (‘Países Catalanes’). Una entelequia imperialista imaginariamente configurada por la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, la franja oriental de Aragón, parte de Murcia (comarca de El Carche), el departamento francés de los Pirineos Orientales, la ciudad italiana de Alguer (isla de Cerdeña) y Andorra (lo que el diputado autonómico de ERC e ideólogo del nacionalismo Pere Màrtir Rossell i Vilar bautizó en sus escritos como «Imperio Catalán»). Porque el catalanismo identifica lengua con nación, en sospechosa sintonía con aquel lema acuñado en el siglo XIX, y esgrimido por Adolf Hitler para justificar ante la opinión pública internacional su invasión y anexión de los territorios germanófonos de Austria, Checoslovaquia y los Sudetes, poco antes de la Segunda Guerra Mundial: Eine Sprache, eine Nation (‘una lengua, una nación’).

Jordi Pujol, artífice político del separatismo actual —se pasó los 23 años de su mandato como presidente de la Generalidad edificando los pilares de una futura secesión sin que apenas nadie se percatase en su momento—, no dejó lugar a la duda sobre la importancia política del catalán durante un acto de la rama juvenil de su partido (la Joventut Nacionalista de Catalunya), el 31 de julio de 2011:

«Nuestra lengua es lo que nos caracteriza como nación».

Pocos días antes, el 23 del mismo mes, su socio de formación, Josep Antoni Duran i Lleida, había afirmado lo siguiente en su discurso de proclamación como candidato de Convergència i Unió a las elecciones generales:

«La lengua, ha de quedar claro, es el nervio de nuestra nación».


Por su parte, quien el 26 de noviembre de 2004 era presidente de la Generalidad de Cataluña, Pasqual Maragall, prefirió tirar por la vertiente científica y pronunció estas palabras en el Paraninfo de la Universidad de Guadalajara, cuando acudió a México para agradecer la hospitalidad dispensada a los exiliados catalanes durante el franquismo:

«La lengua catalana era como nuestro ADN, el material genético que nos definía. Con él, éramos quienes éramos en cualquier parte. Sin él, no seríamos quienes éramos ni siquiera en Sant Pere de Roda».

Lo que todos ellos hicieron no fue sino coincidir por lo publicado casi un siglo antes, en 1916, por Antoni Rovira i Virgili (1882-1949) en su libro El principi de les nacionalitats (‘El principio de las nacionalidades’). Este decisivo ideólogo del catalanismo, escritor y militante de Esquerra Republicana de Catalunya, enunció los elementos necesarios para la constitución de toda nación (territorio, historia, raza, costumbres, voluntad, etc.), situando por encima de todos ellos al lingüístico como el de mayor importancia:

«Madre de la nacionalidad, podríamos decir de la lengua. De todos los elementos que forman la nacionalidad, la lengua es el más potente, el más influyente, el más decisivo.

La lengua constituye la más fuerte señal de la nacionalidad. El mapa lingüístico de Europa es, en sus grandes líneas, y aparte de unas pocas excepciones, el mapa de las nacionalidades».



En el siguiente párrafo, Rovira i Virgili expone el porqué de su razonamiento:

«Y es que la unidad de lenguaje deviene una síntesis de las otras unidades: presupone en los pueblos una larga convivencia, una cultura común, una misma historia, una fraternidad secular. Viene a constituir así un lazo espiritual fortísimo».

En 1894, Enric Prat de la Riba (1870-1917), político e impulsor del sentimiento nacionalista (inventor, más bien, del catalanismo, junto a su coetáneo Valentí Almirall), había ya elucubrado acerca de la importancia del factor lingüístico en la identificación de las naciones en su obra Compendi de la doctrina catalanista (‘Compendio de la doctrina catalanista’), al definir la “patria catalana” como:

«La comunidad de gentes que hablan una misma lengua, tienen una historia común, y viven hermanadas por un mismo espíritu que sella de forma original y característica todas las manifestaciones de su vida».

Dicho autor, años después, en 1906, publicaba La nacionalitat catalana (‘La nacionalidad catalana’), donde ahondaba en esta teoría con la siguiente y rotunda aseveración:

«La lengua es la manifestación más perfecta del espíritu nacional y el instrumento más poderoso de la nacionalización, y por lo tanto de la conservación y vida de la nacionalidad».

De manera bastante más zafia, resaltó también la dimensión identitaria de la lengua catalana un ideólogo separatista más reciente, Josep Armengou i Feliu (1910-1976), quien llegó a conferirle, incluso, asombrosos atributos semimágicas en su libro póstumo de reflexiones titulado Nacionalisme català. Idees i pensaments de Josep Armengou (‘Nacionalismo catalán. Ideas y pensamientos de Josep Armengou’):

«El espectáculo más deprimente del mundo es ver a un catalán que habla castellano...

Cataluña, a pesar del freno del Estado español, ha alcanzado un grado envidiable de cultura y civilización. Este progreso lo hemos conseguido hablando, pensando y trabajando en catalán. Pensando y hablando en catalán nos hemos colocado por delante de los pueblos peninsulares. Pensando y hablando en castellano derivaríamos a la larga en un muy vilísimo y atrasado apéndice provinciano».


Este párroco de la barcelonesa localidad de Berga, que en su momento entusiasmó con sus textos al mismísimo Jordi Pujol, antes mecionado, definía en esa misma obra:

«La lengua catalana es hoy un arma política básica».

Acostumbrado a no ir nunca de frente, el nacionalismo aspira a erradicar el español de la vida pública de Cataluña, disfrazándolo como defensa de la minoritaria y —supuestamente— perseguida lengua catalana. Su objetivo: configurar una sociedad monolingüe, con unas señas de identidad únicas en lo cultural. El idioma, esgrimido como herramienta de uniformización ideológica e ingeniería social. Además de como argumento para las reivindicaciones anexionistas sobre territorios ajenos.

Los ataques contra la libertad lingüística nos son así cínicamente presentados por los nacionalistas como intentos de subvertir una presunta situación de desigualdad histórica sufrida respecto del español para salvar al catalán de una ficticia extinción, cuando la verdad es que jamás ha estado incluida en la lista de lenguas amenazadas de la UNESCO. Las elevadísimas sanciones económicas a empresarios y comerciantes por no rotular sus negocios e imprimir en catalán sus comunicaciones, la obligación a todas las cadenas radiofónicas de emitir varias horas diarias en dicha lengua, las cuotas de doblaje a las productoras cinematográficas, la implantación ilegal de señales de tráfico sólo en catalán, que es utilizado también como lengua única de la Administración autonómica y la mayoría de los ayuntamientos, o la exclusión del español de los medios de comunicación públicos, son sólo algunos de los ataques a las libertades que se vienen perpetrando a diario en Cataluña con total impunidad desde hace años. Métodos discriminatorios que atentan gravemente contra los derechos fundamentales recogidos en la Constitución. Totalitarismo, en suma.

Unidos al principal atropello de todos: la implantación del catalán como lengua vehicular única de la enseñanza (inmersión lingüística) cuyo uso resulta recurso imprescindible para el adoctrinamiento de las nuevas generaciones y la inculcación en la infancia del sentimiento catalanista, durante este caminar hacia la Cataluña del pensamiento único. El anteriormente mencionado Rovira i Virgili, en su artículo publicado en el diario barcelonés La Publicidad, con el muy indicativo título de «La imposició de l'idioma» («La imposición del idioma»), señalaba, ya en la temprana fecha de su publicación, el 14 de abril de 1922, lo siguiente:

«La lengua escolar es en nuestros tiempos el más eficaz instrumento para la desnacionalización de un pueblo.

la enseñanza ha adquirido, en éste y en otros terrenos, una importancia primordial».


Imposición bajo el disfraz de protección a una lengua arteramente instrumentalizada con fines políticos como elemento identitario y etnicista.

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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 30 Jun 2015, 13:49

El infundio de la prohibición del catalán durante el franquismo

«Quien se ha domiciliado en Cataluña y no quiere entender el catalán es un enemigo. Y no merece otro trato que el de enemigo».
Josep Armengou i Feliu (1910-1976), ideólogo del nacionalismo.



La escritora catalana Mercedes Salisachs, en el transcurso de una extensa entrevista publicada el 21 de diciembre de 2009 en el diario El Mundo, corroboró públicamente lo que ya sabíamos los impermeabilizados a la intoxicación informativa actual, quienes hemos vivido en aquel periodo o leído sobre él:

«La gente dice que el catalán estaba prohibido durante el franquismo. No es cierto. Lo que pasa es que no era oficial, se podía escribir en catalán y se podía publicar en catalán, pero no era oficial».

Por otra parte y más recientemente, en la edición de El Periódico del 16 de julio de 2010, a la pregunta de por qué se había ido a Madrid a estudiar Derecho, el barcelonés Eduard Punset ofrecía la siguiente clarificadora respuesta:

«Mi padre me mandó a Madrid porque yo apenas hablaba castellano. Él era muy liberal, y era muy sabio. Sabía que no podíamos prosperar sin saber bien castellano».

Economista, escritor y, en los últimos años, conocidísimo divulgador científico, Punset nació el 9 de noviembre de 1936. El periodo al que se está refiriendo, por tanto, aquél en el que creció y se educó, es la dictadura de Franco.

El bulo de la prohibición lingüística durante el franquismo resulta de impagable utilidad para quienes, desde Cataluña, intentan erradicar el español y precipitar la fractura con el resto de España (es momento de recordar que los nacionalistas identifican lengua con nación). Además de para ahondar en el victimismo inherente a este quejoso movimiento, les sirve sobre todo para justificar ante la opinión pública la persecución a los castellanohablantes y la imposición del catalán mediante medidas coercitivas. De pretexto para presentar sus violaciones sistemáticas de los derechos y libertades —la inmersión lingüística, o las sanciones a comerciantes y empresarios por los rótulos de sus negocios, por citar sólo dos— como medidas legítimas para corregir la desventaja de la lengua catalana en los usos sociales tras 40 años de supuesta clandestinidad.

Pero contra la mendacidad, documentación:

En la edición del 30 de marzo de 1969 (en pleno franquismo) del diario barcelonés La Vanguardia, encontramos la noticia sobre una sentencia del Tribunal Supremo por la que se condenaba al periodista Nestor Luján, director del semanario Destino, a una pena de ocho meses de prisión y 10.000 pesetas de multa por haber publicado en la sección Cartas al director de su número 1.577, correspondiente al 28 de octubre de 1967, la misiva de un lector titulada «El catalán se acaba». La sentencia del Supremo, que confirmaba en apelación una anterior del Tribunal de Orden Público, consideró probado que en dicha carta «se vertían conceptos de tipo ofensivo para la lengua catalana, cuyo libre uso particular y social se respeta y garantiza».

Sin salir de la hemeroteca de ese periódico, en la página 7 de su edición del 19 de junio de 1952, puede observarse el anuncio de una editorial, Biblioteca Selecta, que oferta una colección de libros en catalán (El vent de garbí, de Josep Pla, Coses vistes, Bodegó amb peixos, L'illa dels castanyers, Pa i raIm, Un senyor de Barcelona y El carrer estret, este último, Premio Joanot Martorell del año anterior).

El 24 de junio de 1960, La Vanguardia comunicaba la convocatoria del premio Sant Jordi de novela, a cuyo importe de 150.000 pesetas podían optar todas aquellas obras «inéditas y originales, escritas en lengua catalana, de una extensión no inferior a 250 hojas holandesas (21x27), mecanografiadas a doble interlínea y escritas por una sola cara, con un margen de 3 centímetros». El jurado lo integraban prestigiosas personalidades de las letras catalanas, como Josep Pla, Joan Fuster, y Gaziel (pseudónimo del escritor y periodista gerundense Agustí Calvet i Pascual).

Y es que, durante el anterior régimen, la producción literaria en catalán no sólo no estuvo perseguida, sino que fue fecunda. Lo siguiente es una relación de galardones concedidos a escritores en dicha lengua:

Premio de Honor de las Letras Catalanas:

◦ 1969 Jordi Rubió i Balaguer (historiógrafo y bibliólogo).
◦ 1970 Joan Oliver (Pere Quart, escritor).
◦ 1971 Francesc de Borja Moll i Casasnovas (filólogo y editor).
◦ 1972 Salvador Espriu i Castelló (escritor).
◦ 1973 Josep Vicenç Foix (escritor).
◦ 1974 Manuel Sanchis i Guarner (filólogo e historiador).
◦ 1975 Joan Fuster i Ortells (escritor).
Premio Joaquim Ruyra de narrativa juvenil:
◦ 1963 Josep Vallverdú, por L'abisme de Pyramos.
◦ 1964 Carles Macià, por Un paracaigudista sobre la Vall Ferrera.
◦ 1965 Desierto.
◦ 1966 Robert Saladrigas, por Entre juliol i setembre.
◦ 1967 Emili Teixidor, por Les rates malaltes.

Premio Josep Pla:

◦ 1968 Terenci Moix, por Onades sobre una roca deserta.
◦ 1969 Baltasar Porcel, por Difunts sota els ametllers en flor.
◦ 1970 Teresa Pàmies, por El testament de Praga.
◦ 1971 Gabriel Janer, por Els alicorns.
◦ 1972 Alexandre Cirici, por El temps barrat.
◦ 1973 Llorenç Villalonga, por Andrea Victrix.
◦ 1974 Marià Manent, por El vel de Maia.
◦ 1975 Enric Jardí, por Historia del cercle artistic de Sant Lluc.

Premio Prudenci Bertrana:

◦ 1968 Manuel de Pedrolo, por Estat d'excepció.
◦ 1969 Avel∙lí Artís-Gener, por Prohibida l'evasió.
◦ 1970 Vicenç Riera Llorca, por Amb permís de l'enterramorts.
◦ 1971 Terenci Moix, por Siro o la increada consciència de la raça.
◦ 1972 Oriol Pi de Cabanyes, por Oferiu flors als rebels que fracassaren.
◦ 1973 Biel Mesquida, por L'adolescent de sal.
◦ 1974 Desierto.
◦ 1975 Baltasar Porcel, por Cavalls cap a la fosca.

Premio Lletra d'Or:

◦ 1956 Salvador Espriu, por Final del laberint.
◦ 1957 Josep Pla, por Barcelona.
◦ 1958 Josep Carner, por Absència.
◦ 1959 Ramon d'Abadal, por Els primers comtes catalans.
◦ 1960 Clementina Arderiu, por És a dir.
◦ 1961 Josep Vicenç Foix, por Onze Nadals i un Cap d'Any.
◦ 1962 Joan Oliver (Pere Quart), por Vacances pagades.
◦ 1963 Joan Fuster, por Nosaltres els valencians.
◦ 1964 Josep Benet, por Maragall i la Setmana Tràgica.
◦ 1965 Jordi Rubió, por La cultura catalana, del Renaixement a la Decadència.
◦ 1966 Manuel de Pedrolo, por Cendra per Martina.
◦ 1967 Gabriel Ferrater, por Teoria dels cossos.
◦ 1968 Marià Manent, por Com un núvol lleuger.
◦ 1969 Xavier Rubert de Ventós, por Teoria de la sensibilitat.
◦ 1970 Joan Teixidor, por Quan tot es trenca.
◦ 1971 Alexandre Cirici, por L'art català contemporani.
◦ 1972 Joan Coromines, por Lleures i converses d'un filòleg.
◦ 1973 Maurici Serrahima, por Del passat quan era present.
◦ 1974 Joan Vinyoli, por I encara les paraules.
◦ 1975 Vicent Andrés Estellés, por Les pedres de l'àmfora.

Premio Mercè Rodoreda de cuentos y narraciones:

◦ 1953 Jordi Sarsanedas, por Mites.
◦ 1954 Pere Calders, por Cròniques de la veritat oculta.
◦ 1955 Lluís Ferran de Pol, por La ciutat i el tròpic.
◦ 1956 Manuel de Pedrolo, por Crèdits humans.
◦ 1957 Mercè Rodoreda, por Vint-i-dos contes.
◦ 1958 Josep Maria Espinàs, por Varietés.
◦ 1959 Josep A. Boixaderas, por Perquè no.
◦ 1960 Ramon Folch i Camarasa, por Sala d'espera.
◦ 1961 Estanislau Torres, por La Xera.
◦ 1962 Jordi Maluquer, por Pol∙len.
◦ 1963 Carles Macià, por La nostra terra de cada dia.
◦ 1964 Joaquim Carbó, por Solucions provisionals.
◦ 1965 Víctor Mora, por El cafè dels homes tristos.
◦ 1966 Guillem Viladot, por La gent i el vent.
◦ 1967 Terenci Moix, por La torre dels vicis capitals.
◦ 1968 Jaume Vidal Alcover, por Les quatre llunes.
◦ 1969 Robert Saladrigas, por Boires.
◦ 1970 Montserrat Roig, por Molta roba i poc sabó.
◦ 1971 Gabriel Janer Manila, por El cementiri de les roses.
◦ 1972 Josep Albanell, por Les parets de l'insomni.
◦ 1973 Jaume Cabré, por Atrafegada calor.
◦ 1974 Beatriu Civera, por Vides alienes.
◦ 1975 Xavier Romeu, por La mort en punt.

Giuseppe Grilli, catedrático en el Instituto Universitario Oriental de Nápoles, organizador de congresos sobre cultura catalana e hispanismo en general, y distinguido por la Generalidad de Cataluña con la Cruz de Sant Jordi en 1996, es autor de las siguientes declaraciones al respecto:
«La literatura catalana vivió su mejor momento durante el franquismo, la nueva hornada debería tomar ejemplo. Y la eufemística llamada normalización del catalán no ha producido ninguna obra literaria notable».

Otros hechos relevantes relacionados con la lengua son:

1942. Aparece el libro Rosa mística, de Mossén Camil Geis, editado en Sabadell e impreso por Joan Sallent en catalán.

1944. Desde ese año, se hace obligatorio por ley que las universidades con Filología románica incluyan la asignatura de Filología catalana. Un decreto sobre la ordenación de la facultad de Filosofía y Letras, firmado por Franco con fecha del 7 de julio, introduce tres horas semanales de Filología Catalana en la Universidad de Granada. Josep Vergés, fundador de Destino en 1939 junto con Ignacio Agustí y el poeta Joan Teixidor, establecen el 6 de enero de 1944 el premio Eugenio Nadal que daba a conocer a la joven Carmen Laforet y a su novela Nada. El galardón descubrió a narradores tan importantes como Miguel Delibes, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Carmen Martín Gaite.

1945. Con apoyo y subvención del Gobierno, se celebra el centenario de Mossén Cinto Verdaguer.

1947. Se otorga el premio Joan Martorell para novela en catalán. Son premiados Celia Suñol, por su novela Primera Part, y El cel no és transparent, de María Aurelia de Campmany. Se crea el premio Ciudad de Barcelona.

1949. Para narraciones cortas se crea en la Casa del Libro el premio Víctor Català, así como los premios Aedos para biografías, Josep Ysart para ensayos y el Ossa Menor que ideó el gallego-catalán José Pedreira, que se cambió luego el nombre por el de Carles Riba a la muerte de éste, en su honor.

1951. Se otorga un premio a la poesía en catalán con la misma cuantía económica que a la española. Posteriormente el premio se amplia a otras actividades culturales, como teatro y bellas artes. José Mª Cruzet funda Ediciones Selecta para obras escritas en catalán. En colaboración con Aymà concede el Joanot Martorell al insigne veterano de la pluma Josep Pla por su creación El carrer estret.

1952. En la visita de Franco a Cataluña, en el mes de junio, se inaugura la cátedra Milà i Fontanals para el estudio científico de la lengua catalana.

1955. El poeta y escritor José Mª de Sagarra recibe la orden de Alfonso X el Sabio con ocasión de la publicación de su obra en catalán titulada Memòries.

1956. Nace el premio Lletra d'Or, sin recompensa económica y tiene como galardón una F de oro, con la que se distingue al mejor libro del año anterior escrito en catalán. El primero en recibirla fue Salvador Espriu, por Final de Laberint.

1959. Los premios barceloneses Crítica se incorporan a la producción en catalán.

1960. El Centro de Lecturas de Valls, inicia un curso de lengua y literatura catalana de carácter público. En Barcelona se crea el premio Sant Jordi para novela, dotado con 150.000 pesetas, cantidad análoga, intencionadamente, a la del Nadal. Con subvención del Gobierno se celebra el centenario del poeta Joan Maragall.

1965. El gran poeta y canónigo de la catedral tarraconense, don Miguel Melendres, edita su obra L'esposa de l'anyell, un poema en catalán de doce mil versos. Encuadernado en rica piel blanca, lo lleva el Arzobispo de Tarragona, doctor Arriba y Castro, al Papa Pablo VI, que recibe complacido esta singular muestra de la lengua catalana que le llega de España. El Ateneo Barcelonés monta un curso de Filología Catalana. A los Premios Nacionales de Literatura, se le añade el Verdaguer para producción en catalán.

1966. Barcelona rinde homenaje a su ilustre hijo Maragall, en el que intervienen Gregorio Marañón, Pere Roig, José María Pemán y Ruiz Jiménez. En los jardines que llevan el nombre del poeta, en Montjuic, se le eleva un busto. Radio Tarragona organiza a través de sus antenas unos cursos de catalán con profesores especializados.

1967. La Diputación de Lérida dota una cátedra de Lengua catalana. La Diputación de Barcelona acuerda dar cursos de catalán en todos los centros culturales dependientes de la corporación y fundar la cátedra de Lengua Catalana en la Facultad de Teología de San Cugat (Barcelona).

1968. Editorial Destino completa el Nadal con el nuevo premio Josep Plà, concedido a Onades sobre una roca deserta, de Terenci Moix. En la lista de quienes lograron este galardón figura lo más florido de la narrativa catalana: Baltasar Porcel, Teresa Pàmies, Cirici Pellicer, Marià Manén, Enric Jardí, Llorenç Villalonga, Jaume Miravilles o Jordi Sarsaneda. En Gerona se otorga por primera vez el premio Prudenci Bertrana. Edicions 62 comienza la publicación de la Gran Enciclopèdia Catalana por fascículos (adquiribles mediante suscripción).

1969. Nace el Premi d'Honor a les Lletres Catalanes, destinado a la consagración de escritores noveles.

En el panorama teatral también podemos comprobar cómo, por ejemplo, la sección de espectáculos de La Vanguardia del 3 de junio de 1944, anuncia la representación en el Palacio de la Música de tres obras en catalán: La nena donada al blau, El ram de primavera y La Filoseta.

O que los ejemplares del 15 de febrero de 1952 de dicho periódico daban cuenta del estreno, a las diez y media, de L'alcoba vermella (de José María de Sagarra) en el Romea. Mismo teatro que programaba en su sesión infantil de la tarde otra obra, también en catalán, El rei que no reia.

Precisamente para los niños, en 1956, la empresa barcelonesa Hispano Americana de Ediciones, S.A. lanza la colección de tebeos en catalán Història i Llegenda (‘Historia y Leyenda’). Adaptaban historias populares de carácter fantástico-histórico y ambientación medieval recogidas por el escritor Joan Amades en su libro Les cent millors llegendes populars (‘Las cien mejores leyendas populares’). Cada ejemplar estaba ilustrado en blanco y negro a lo largo de sus diez páginas. El tirà de Burriac (‘El tirano de Burriac’), La porta daurada (‘La puerta dorada’) y L’espasa de virtut (‘La espada de virtud’) fueron —por orden de aparición— los tres primeros de un total de veintiocho, que empezaron vendiéndose en los kioscos al precio de una peseta.

En 1961, aparece la revista quincenal en catalán Cavall Fort, con el objetivo de estimular la lectura en el público de entre 9 y 15 años de edad. Junto a historietas, cuentos y tiras cómicas, en la publicación se daban cita grandes nombres de la literatura catalana, como Salvador Espriu, Maria Aurèlia Capmany, o Montserrat Roig. Su editorial, Edicions 62, es la misma que en 1968 comenzará la publicación de la Gran Enciclopèdia Catalana.

En 1964, el periodista y escritor Joaquim Ventalló se ocupa de traducir los cómics de Tintín; la publicación de Les joies de la Castafiore (‘Las joyas de la Castafiore’) inaugurará esta colección en catalán. El año siguiente, 1965, asiste a la publicación de otros nueve volúmenes del intrépido protagonista surgido de la fantasía del dibujante belga Hergé, también en catalán: Els cigars del faraó, L'orella escapçada, El ceptre d'Ottokar, L'estel misteriós, El secret de l'Unicorn, El tresor de Rackham el Roig, El temple del sol, Tintín al país de l'or negre y Tintín al Tíbet. En 1966, se publican tres títulos traducidos más; otros tres en 1967; y un total de seis entre 1968 y 1974, año éste anterior al final del régimen franquista.

Las historias de otro célebre personaje de las viñetas, el creado por Goscinny y Uderzo, salen también a la venta en catalán en la década de los años sesenta. Editorial Bruguera, S.A. publica Astèrix gladiador, Astèrix als jocs olímpics (‘Astérix en los juegos olímpicos’) y La volta a la Gal.lia d'Astèrix (‘La vuelta a la Galia de Astérix’) durante 1969. Y en 1970, cinco álbumes más: L'escut arvern, Astèrix al pais dels Bretons, Astèrix i la caldera, Astèrix a Hispània y La Zitzània.

Hacia finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta, surge el fenómeno de la Nova Cançó (‘Nueva Canción’). Movimiento claramente inspirado en las composiciones musicales de los exitosos trovadores francófonos del momento (Georges Brassens, Jacques Brel, Serge Gainsbourg, Georges Moustaki, Gilbert Becaud, Yves Montand), con ciertas influencias del folk norteamericano, y unas letras reivindicativas, comprometidas políticamente. Numerosos cantautores irrumpen en el panorama artísco, organizan recitales y graban una extensa discografía en catalán con temas propios o de escritores catalanes, como Salvador Espriu o Josep Maria Espinàs. Entre los más destacados: Lluís Llach, Raimon, Guillermina Motta, Joan Manuel Serrat, Núria Feliu, Quico Pi de la Serra, Jaume Sisa, Joan Isaac, Pere Tàpias, Marina Rossell, Ramon Muntaner, Maria del Mar Bonet, Ovidi Montllor, Pau Riba, Rafael Subirachs, Maria Amèlia Pedrerol, Miquel Porter, Remei Margarit, Joan Ramon Bonet, Delfí Abella, Martí Llauradó y el trío humorístico-musical La Trinca, por citar a los más destacados. Muy meritoria fue la labor de recuperación y revalorización de la música popular infantil en lengua catalana desempeñada por el cantante Xesco Boix.

En septiembre de 1963, una todavía desconocida cantante que comenzaba, Salomé, ganó el 5º Festival de la Canción Mediterránea (como recoge la noticia del periódico La Vanguardia, del 24 de septiembre de 1963), celebrado en Barcelona, con la melodía en catalán Se'n va anar (‘Se fue’), que compusieron dos autores provenientes de la Nova Cançó: Lleó Borrell y Josep Maria Andreu.

Poco tiempo después, en las navidades de 1964, el Ministerio de Información y Turismo promovió una macrocampaña propagandística para conmemorar los veinticinco años de paz en España desde el final de la Guerra Civil. Enormes carteles fueron instalados por toda la geografía nacional en español, catalán y vascuence.

Para concluir, en una de las tomas del noticiario cinematográfico NO-DO sobre la visita que Franco realizó a Cataluña en 1962, con motivo de las terribles inundaciones provocadas en la comarca del Vallés por el desbordamiento del río Ripoll, el 25 de septiembre de ese año —y que causaron un millar de muertos, así como cuantiosos daños materiales—, puede observarse una pancarta de bienvenida de los barceloneses con el siguiente mensaje en español y catalán: «Viva Cataluña. Visca Espanya».
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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Ya sabes mi paradero » 06 Jul 2015, 23:56

No se si esto va aquí o en la sección de humor. Es una recopilación del trabajo de un historiador catalanista, y creo que tiene su mérito porque nunca habría imaginado que te pudieran pagar por algo así.

www.youtube.com Video desde : www.youtube.com


Al parecer sus historiógrafos están especializados en leer los posos del café y las cartas del Tarot, y son discípulos directos de Yoda. Así es como hacen sus descubrimientos históricos: El Quijote se escribió en catalán, Cervantes era catalán, Colón era catalán, Carlos V murió en Cataluña (aunque de momento no era catalán) y Santa Teresa era catalana. Si hay suerte de aquí a cinco años descubrirán que en realidad el primer hombre en pisar la luna era catalán y que la rueda la inventó un catalán también. Y probablemente dentro de otros 5 años los historiadores catalanistas descubrirán que las tablas de la ley estaban escritas en catalán y que Dios era catalán. Es impresionante el rigor histórico y la seriedad de esta gente.
Civilizador escribió:En el Perú se eligió al idioma castellano y no español, como idioma debido a que era mucho más fácil aprenderlo


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Re: Recopilación de los Grandes Robos y Mentiras del Naciona

Notapor Zululu » 26 Jul 2015, 09:35

Cronología de agravios económicos a Cataluña

"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio". Marco Tulio Cicerón (106 a.C. - 43 a.C.).


En la primavera de 1838 y mediante una cruda descripción en su libro de viajes titulado Mémoires d'un touriste (‘Memorias de un turista’), Stendhal —pseudónimo del escritor francés Henri-Marie Beyle (1783-1842)— quiso dejar constancia del maltrato que los sucesivos Gobiernos de España venían propinando sistemáticamente a Cataluña:

"Los catalanes me recuerdan en todo a los dueños de las fraguas de Francia. Estos señores quieren leyes justas, a excepción de la legislación aduanera, que debe ser hecha a su antojo. Los catalanes pretenden que cada español que usa ropa de algodón pague cuatro francos anuales así porque sí".

"Que el español de Granada, Málaga o La Coruña no compre las telas inglesas, que son excelentes y que cuestan un franco la vara [antigua unidad de medida], por ejemplo, y adquiera los tejidos de algodón confeccionados en Cataluña, muy inferiores, y por las que le cobran tres francos la vara".


Práxedes Mateo-Sagasta (1825-1803) fue líder del Partido Liberal y Jefe del Gobierno (Presidente del Consejo de Ministros de España) en siete periodos de nuestra historia: 1871-1872, 1874 (del 3 de septiembre al 31 de diciembre), 1881-1883, 1885-1890, 1892-1895, 1897-1899 y 1901-1902. Nunca sabremos si fueron los remordimientos los que, el 19 de julio de 1901, le llevaron a confesar en el Congreso de los Diputados su dilatada carrera de ataques contra la economía catalana. aquel discurso suyo ha quedado registrado en las páginas 751-752 del Diario de Sesiones número 33:

"¿Quién duda que Cataluña se ha hecho rica por España y con España? ¿Quién duda que para hacerse rica, ha habido necesidad de concederla en las leyes ciertos privilegios, que le han dado ventajas sobre sus hermanas, las demás provincias de España?".

El historiador Nicolás Sánchez-Albornoz confirma en su obra La modernización económica en España, 1830-1930 las palabras de Stendhal y las de Sagasta, cuando explica cómo la política arancelaria proteccionista española gravó fuertemente los productos textiles de importación a fin de proteger a la incipiente industria textil catalana.

El mayor perjudicado era el trabajador español, quien terminaba adquiriendo los productos procedentes de Cataluña un precio mucho mayor que el del mercado internacional.

Además del hundimiento de la industria lanera castellana, este proteccionismo acarreó perjuicios a las demás regiones de España. La edición del 13 de junio de 1907 del diario El Pueblo, llevaba un airado artículo de denuncia de Vicente Blasco Ibáñez bajo el expresivo título «La lepra catalanista»:

"Valencia, que ha sido la Cenicienta del Mediterráneo, en cuyo puerto impera la más honda miseria, por culpa de Barcelona, que lo absorbe todo, que es el verdugo de Levante, que quiere convertir toda España en huevo para tragarse hasta la cáscara, que envía a nuestra ciudad sus productos libremente, sin que sufran ningún impuesto a su entrada, y en cambio la pasa, la naranja y las legumbres valencianas pagan un enorme tributo municipal al entrar en Barcelona; Valencia, cuya agricultura muere por imposición del industrialismo catalán, porque catalanes y vizcaínos han conseguido la confección de unos infames aranceles que nos tapian los mercados internacionales para la exportación de nuestra fruta, sometiéndonos a una pérdida anual de más de cien millones de pesetas, que se traduce en hambre y congojas en el campo y languidez en la vida comercial de la ciudad".

El régimen franquista tampoco renunció a realizar su particular contribución en esta secular labor de aniquilación económica de los catalanes. A través del Instituto Nacional de Industria (INI), en 1950 estableció en Barcelona la Sociedad Española de Automóviles de Turismo, la SEAT. El Estado participaba en esta empresa nacional de automoción mediante la posesión del 51 % de las acciones en que estaba dividido el capital social, de 600 millones de pesetas, una elevadísima inversión para la época. La producción comenzó en mayo de 1953, con la fabricación del modelo SEAT 1400, bajo licencia FIAT.

En la siguiente década, el Boletín Oficial del Estado (BOE número 175, de 23 de julio de 1966) publicaba el Decreto-ley 5/1966, de 22 de julio, con las condiciones de adjudicación de la concesión de construcción, conservación y explotación de las dos primeras autopistas de España: una, cuyo trazado habría de unir Barcelona con La Junquera, y otra entre Mataró y la también catalana localidad de Montgat. Esta última quedaba inaugurada apenas tres años después, el 2 de julio de 1969.
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