Toloño escribió:Bitel...
He dejado bien claro que el acuerdo es voluntario, no sé a donde quiere ir a parar.
A no ser que no este de acuerdo en el aspecto de la tranquilidad de ánimo y el esfuerzo intelectual que les supone a unos redactar su oferta y la suma preciputación, la tendencia natural a no recapacitar, que los otros tienen.
El caso es que como usted muy bien dice el acuerdo es voluntario.
Es mas... me atrevería a asegurar, que por parte de los que dan la lata (ya sabe usted a quienes me refiero) que incluso hay extrema voluntariedad.
A ningún lado, Tolo, a ningún lado; dicen por ahí que lo importante no es el destino, sino el camino.
Y en esas estaba yo, iniciando el habitual y solitario sendero por el sentido común y pensando que, tal vez, sólo tal vez, podría Vd. acompañarme.
Y es que mi fe en el ser humano es infinita.
Pero es evidente que debe de ser de esos “otros” que nombra, vista su natural querencia a no recapacitar y a la preciputación en la respuesta, y en vez de centrarse, se me dispersa con los bichos del camino.
La verborragia es lo que tiene, que te distraes.
Verá, si se hubiera detenido un solo instante en leer la noticia, habría podido comprobar que en ella se habla de intercambiar “productos o servicios” de forma "completamente voluntaria", y previo acuerdo entre las partes.
Su noción sobre “voluntaria” y “acuerdo” ha quedado clara y no veo necesario
profundizar en el asunto dada la oportunidad que me brinda de hacerlo más adelante.
De modo que nos centraremos en los conceptos “productos” y “servicios”.
Según parece, todo el problema radica en que, al tratarse del sector conservero, Vds., que son gente perspicaz y observadora (alguno, incluso presume de ello… bueno, ese presume de todo, ¡qué coño!), ustedes, decía, que son gente observadora, rápidamente han deducido que la cosa consistía en que el currante renunciara a una jugosa parte de su sueldo a cambio de un fantástico lote de conservas. Si hubiera sido El Corte Inglés, el asunto les hubiera parecido más normal, pero claro, al ser conserveras…
Sin embargo, una detallada lectura del artículo evidencia que por ningún lado se habla de pagar en anchoas, sino de “planes de retribución flexible” en “productos y servicios”.
Ante lo que el lector se debería preguntar: ¡Coño!, ¿y qué servicios dan las conserveras…?
Pues no, aunque muchos anden por la vida medio escabechados, las conserveras no ofrecen ningún tipo de servicios, por lo que los servicios prestados los ofrecerán empresas colaboradoras mediante acuerdos comerciales.
Por ejemplo, y ya que hablábamos antes de ellos. El Corte Inglés compra a Conservas Toloño un cerro de latas al año, y el señor Toloño, que es un lince para los negocios, habla con el Director de Compras de El Corte Inglés y negocia reducir el precio a cambio de vales de compra en Hipercor, con descuentos especiales para los empleados del Sr. Toloño.
O, por ejemplo, Salazones Bitelchús, que tiene las mejores anchoas de Santoña, vende a Repsol todo un surtido de sus muy famosas anchoas en aceite de oliva para regalar a sus distribuidores en Navidad, y el señor Bitelchús negocia parte del pago en cheques gasolina para sus empleados.
O la cadena hotelera Paraflús, fiel cliente de Salazones Bitelchús por aquello de las rimas, ofrece descuentos a los trabajadores de tan emblemática empresa para sus vacaciones o para la comunión de los ninios.
O Citroën, que compra Conservas Summer para los comedores de sus fábricas, ofrece un descuento en la compra del Peugeot 207, del que andan escasos de pedidos.
Idem de lienzo con los proveedores: Aceites Pikatoste, que es el que vende el aceite a granel a Conservas Toloño, ofrece descuentos a sus empleados a cambio de un contrato de fidelización por cinco años.
Y así, ad infinitum, que es además como se suelen hacer estas cosas.
Pero claro, para entenderlo uno tiene que dejar de hacer demagogia y decir chorradas, y procurar estar a lo que se está.
Y, hay que joderse… con “vosotros” es que no hay manera.