Un mes después, en Enero, un chico con cara de estudiante repelente –o de universitario de la tuna de Derecho en versión normalizada-catalana– me abordó en la Plaza Gala Placidia pidiéndome el voto anticipado. Las votaciones estaban convocadas en abril, sí, pero ya se podía votar anticipadamente para que no se perdiera ni un voto. Habían instalado una mesa y una urna en la salida de los Ferrocarriles Catalanes de Gracia, y allá había un puñado de chicos haciendo proselitismo por la causa. Tuve una sensación parecida a la de, hace años, cuando unos Testigos de Jehová me pararon por la calle, me dieron un ejemplar de la revista Atalaya, y me dijeron “deja tu vida de pecado y conviértete”. Mi respuesta fue la misma en las dos ocasiones: “Gracias, me lo pensaré”. Encontré en aquellos chicos patriotas la misma mirada de superioridad moral que en los hooligans de La Atalaya. Sus ojos me decían que ellos eran mejores que yo, porque eran demócratas y patriotas, luchadores por una causa justa, y no como yo, un maldito botifler interesado sólo por mis pequeñas cosas.
En Febrero, en la puerta de mi casa, me pidieron otra vez el voto anticipado: “Señor, señor, ¿Quiere votar por la independencia?” Esta vez era un chiquillo víctima de la LOGSE y del Club Súper 3. Después de digerir el hecho que me dijera “señor”, lo cual demuestra que llevo muy mal mis treinta años, le respondí que muchas gracias, pero que no estaba interesado. El pobre chico no lo entendía: “¡¿Cómo puede ser que no le interese?! Es por nuestro futuro, por el bien de los futuros catalanes como yo, que queremos vivir en una Cataluña mejor…” Le cerré la puerta de casa con la sensación de haber asesinado a Santa Claus en la noche de Navidad.
En Marzo, tuvimos vídeo promocional elaborado por la versión cuatribarrada de los artistas de la “zeja”: Joel Joan, Lloll Beltrán, Toni Albà… y el equipo médico habitual de los artistas de la subvención, nos animaban a todos a votar, diciendo que no votáramos, pero al final que sí, que lo hiciéramos por dignidad, que lo no del principio del vídeo era sólo para pedir el sí. El vídeo me ayudó a aclarar las ideas.
Y a finales de marzo nos enteramos de que Jordi Pujol, después de 30 años de ser el gran “apoyo para la gobernabilidad de España”, resulta que, ¡oh, sorpresa, sorpresa!, se nos hizo independentista y votó en la Consulta barcelonesa. Y todas las yayas (abuelitas) comentaron el milagro en la peluquería, en la panadería, y en la salida de Misa de doce. Y las yayas y los yayos pujolinianos se fueron en peregrinación a Òmnium a votar, siguiendo el ejemplo de su líder carismático. Jordi Pujol convertido en el Moisés que llevaba a los catalanes hacia la Tierra Prometida de los Países Catalanes: Unos, Grandes, y Libres.
También votaron anticipadamente otras momias patrióticas como por ejemplo Heribert Barrera (al ponerse el sol, salió… para votar), Antoni Castells (el joven de la pandilla), Joan Rigol, Moisés Broggi, Jordi Carbonell… Parecía una reunión de Creus de Sant Jordi.
Y las yayas también empezaron a organizarse en parejas electorales para pedir el voto anticipado. Durante aquellos días, cuando iba por la calle y veía más de dos yayas en una esquina, me cambiaba de acera. Los comandos yaya’s son de lo peor!
También en TV-3, Catalunya Ràdio, la Pompeu, la Autónoma…
Y en las puertas de las Mezquitas: Las mezquitas llenan las urnas, pudimos leer, textualmente, en la web de los organizadores de la consulta. Y continuaba: >. Salá-Malecúm, hermanos!
Llegué a pensar que yo era el único no independentista de Barcelona.
Y llega el día de las votaciones. Domingo por la mañana, me levanto de la cama, hago café, pongo las noticias del canal 3-24 como cada día… Sólo faltaba la música del No-Do: Las noticias abren con las Consultas como tema de portada!!!… Faltaba el banco y negro, y frases tipo: Día histórico! Barcelona decide hoy su independencia respecto de la criminal opresión fascista española. Viva Pep Guardiola y Viva Cataluña!
No sabía si salir a la calle o esconderme en casa. Finalmente, quedo para comer en Las Arenas con un amigo y me voy para allá. En Plaza España, había una cola larga, larga, larga… de peruanos que esperaban el bus para ir a votar a las presidenciales peruanas, que coincidían también ese mismo día, y se celebraban en el Palau Sant Jordi. Los chicos de la ceba hacían proselitismo con aquel público cautivo, con argumentos como por ejemplo: “con la independencia todos viviremos mejor y vosotros ganaréis más dinero trabajando menos horas”. Muchos peruanos votaron en la mesa de “Barcelona Decideix” mientras esperaban el bus para ir al Palau Sant Jordi a votar en las presidenciales peruanas.
Por la tarde, me voy al cine, a Paseo de Gracia, y me encuentro también con un Indiana Jones de la ceba a la caza y captura del voto perdido. Si las palomas de Plaza Cataluña tuvieran DNI, habrían votado. Ahora que lo pienso, quizás lo hicieron: otro hecho diferencial catalán. En Méjico votan los muertos, y en Cataluña las palomas.
La chica sensual que me llama por teléfono en diciembre, los chicos proselitistas por la calle pidiendo el voto anticipado cuatro meses antes, los chiquillos que hacían chantaje emocional, los comandos yaya’s conextion que te hacían cambiar de acera, los publireportatges de TV-3 y Catalunya Ràdio, los vídeos promocionales de artistas de la subvención, la propaganda de políticos como por ejemplo Pujol, Mas, Barrera, etc, las urnas de los viernes en las puertas de las Mezquitas, el apoyo de sindicatos como UGT, del abad de Montserrat, inmigrantes, peruanos, despistados, turistas, y quienes sabe si alguna paloma… Todo esto y mucho más, para llegar a un 18% de participación (según datos de ellos mismos): unos 230.000 votos favorables a la independencia, es decir, un número de votos similar al que obtienen en las municipales los partidos independentistas y nacionalistas. .
I estan contents: diuen que han fet història.
No els hi treuré pas la il·lusió, però el que va quedar demostrar ahir és que d’il·lusió també es viu.
De verdad 
