Hombres buenos⠀
Llevan años denunciando la dejación del Gobierno, la falta de compromiso para combatir el narcotráfico y, sobre todo, la falta de medios. No es de extrañar pues, que los peores presagios se cumplieran la noche del viernes cuando una narcolancha arrolló en Barbate a una zodiac asesinando a dos guardias civiles. Miguel Ángel González y David Pérez –tenían 43 y 39 años respectivamente– y dejan huérfanos a tres hijos.
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Una injusticia que revela la más absoluta de las ignominias, puesto que es evidente que no se puede acabar con los malvados prohibiéndolos por ley, pero saber que de los 8 detenidos los 8 cuentan con antecedentes es del todo inaceptable. Lo es porque no es justo que los inocentes paguen las consecuencias de unos tipos que prefieren brindar mayor protección a una banda de politicastros y demás ralea que acudió anoche a los premios Goya, que a los guardias civiles que velan por la seguridad de toda una nación.
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Conviene no ignorar que si nosotros nos levantamos y nos acostamos bajo la manta de la seguridad se debe a esas personas que están dispuestas a arriesgar su vida cada día. Incluso, como ocurrió en Barbate, en la más absoluta de las desigualdades frente a los criminales. «¿Y esta es la Guardia Civil? ¿Con esa lancha de mierda? Con esa mierda. Lo que tienen». Se escucha decir a dos ciudadanos que grababan los últimos segundos con vida de los guardias civiles.
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Y sí, con esa mierda de medios, con ese abandono y ese desprecio por parte de políticos y –tampoco negarlo– parte de la sociedad, la Guardia Civil salva vidas todos los días por muy incomprensible que esto resulte a las víctimas del ridículo mundo moderno que sostienen, de forma disparatada, que la naturaleza humana no alberga el mal.
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No obstante, hombres como Miguel Ángel y David le reconfortan a uno con la humanidad, y lo hace porque a pesar de estar desprovistos de toda protección, siendo padres de familia, con un sueldo miserable y solos frente al peligro decidieron cumplir con su deber. Fue lo último que hicieron. Siempre les quedará saber que los llantos de hoy de sus hijos pronto se transformarán en orgullo al poder decir que sus padres eran hombres buenos.
Fdo:
Jano García