por § e s » 07 Jul 2015, 18:15
y el segundo. El tercero no me gustó como quedó. No lo pongo.
O:- ¡Me ordenaste que desapareciera de tu vida!. Y lo cumplí. Unas semanas al menos. Entraba con otros nicks, y te veía. Y, como prometiste, charlabas con cualquiera, mientras no fuera siempre el mismo, cada día con uno. Y la mitad de ellos, era yo. Pensé que estaba volviéndome un friki raro. Rechazaba encuentros reales por tener la posibilidad de captar tu atención y charlar contigo, en la ventana de un ordenador. Me obsesioné. Ninguna tía real me llenaba ya. Sólo tú. Y de repente desapareciste.
A: - Nos concedieron la Residencia. Y dejé de chatear. Volví a tener vida.
O: - Y a mí me dejaste sólo, sin si quiera tú saberlo. Y llegué a la conclusión que eras una enfermedad, un virus que se había apoderado de mi imaginación y la había colonizado. ¡Y tenía que librarme de ti! De tu imagen perfecta y deseable. De tu forma de ser, singular. De ese sentido del humor que me hacía reír en pleno bajón. Tu inteligencia, que llenaba horas de mi desidia.
Y recordé que trabajabas en mi empresa, y te busqué. Moví hilos y tramé tu elección para el curso de formación. La idea era conocerte, y aprovechando que sabía que nunca habías tenido sexo sin amor, y deseabas tenerlo, dártelo para poder dar carpetazo y pasar página.
A: - ¡Eso es de capullo!
O: - Sí, y te lo merecías. Eras una enfermedadd, y para quitarte de mi mente, tenía que tenerte. Tú te libraste de mí cuando lo decidiste.
No había previsto que fueras más de lo que imaginaba. Todos mis planes, se centraban en que lo que deseaba, fuera una imagen que yo me había fabricado. Al conocerte el pedestal se desharía bajo tus pies. Pero no fue así. No sólo eras preciosa, también tenías alma. Y la veía en tus ojos, porque la conocía. Tu piel, tus labios, tu cuerpo, lo había tenido en sueños tantas veces... Deseé que fueras fea, desagradable, que me dieras repelús. Que al verte no sintiera nada. Pero fue todo lo contrario. Estabas delante mío, en persona, y recordé las caricias que nos imaginamos, los labios que, esos meses, pellizqué con los míos. Las manos con las que decías tocarme...
Y, te conocí. Y te deseé... ¡tanto!. Ese supuesto polvo sin amor... Cada caricia, cada beso... mis labios, te recorrieron idolatrándote. Me quemabas. Ansiaba saborearte como si me fuera la vida en ello. Como si no existiera nada más. Tu y yo. Nuestra piel, nuestros cuerpos, tu sexo y la ansiedad del mío por poseerlo. Y la dulzura de tu cuerpo me acunó. Templó mi ansia y se fundió conmigo. Te amé con necesidad. Quería llenarme de ti, para saturarme. Para poder olvidarte. Y no pude evitar amarte...
Fueron los dos días más felices, de estos últimos años. Me llené de tí. Y salí de ese hotel convencido de estar curado. Decidido a volver a tirarme a toda la que se me pusiera en bandeja, como antes de conocerte. ¡Lo intenté!. Y he tenido mis historias, pero esas si han sido sexo, sólo sexo, y aburrido. Con un vacío final.
A: - Si hubiera sabido quién eras hubiera pensado que eras un psicópata... ¿lo eres?
O: - Un obsesionado, quizá. Lo fui. Obsesionado. Yo lo llamo enamorado, ahora. Entonces era obsesión.
Tras ese fin de semana, vino la paz. La consecución de un reto. Retormar viejas rutinas que creía que me reportaban la felicidad. Y ahora me dejaban ese regusto amargo que intentaba ignorar. Y un día me di cuenta, que en el trabajo me metía a mirar tu ficha en la intranet, cada día, mecanicamente, sin consciencia de ello. Y al llegar a casa, cada día, te buscaba en el chat, a pesar de que nunca volviste a entrar. Y ...
------------------------------------------------------
Yo si me he ido ya. Gracias a todos.