El insomnio debería tener más protagonismo, es como ver oxidarse el desvarío mientras los dedos se liberan de las puertas que los pillaron.
Se cuentan las veces que el corazón bombea en los instantes de la paz y de la nada y la noche sigue haciéndose fuerte y creciendo...suicidándose poco a poco en la luz de la mañana y aún así, no mirará la arena que le queda en su reloj ni en los gritos que emite su vacío interior. Cualquier sitio es otra parte, otros duendes volverán mañana con una pesadilla en cada mano.
Y por fin la piel se cubre de aceite de flores raras mientras las estrellas se apagan y se recomponen olas rotas en océnos de razones, allá en esa parte de los recuerdos donde todo empieza de cero y las vidas deciden nacer o seguir dormidas.