Taormina, la esquina 'chic' de Sicilia

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En este precioso rincón desparramado en lo alto del ala noreste de la isla caben palacetes señoriales, hotelazos de lujo, tiendas de antigüedades, teatros griegos y terracitas coquetas para ver y ser visto. Tampoco faltan ni han faltado nunca celebrities e intelectuales tras la estela de la dolce vita. Desde Audrey Hepburn a Truman Capote o Woody Allen


Si de algo presume Taormina es de sus vistas, ya sean al mar, al volcán Etna, a la hermosísima Isola Bella (imagen izquierda de abajo) o a ese laberinto de casas escalonadas que se desparraman alegremente sobre las colinas. Cosas de esa ubicación tan privilegiada en la esquina noreste de Sicilia. No sufra, que hay un teleférico que le baja a la playa del Lido Mazzarò en nada.

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Los primeros en llegar fueron los marineros griegos, que fundaron la ciudad en el 736 a. C., pero con otro nombre: Naxos. La leyenda suelta que se olvidaron de honrar a Poseidón, el dios del mar. Y éste, indignadísimo, les hizo naufragar. Sólo sobrevivió uno, Teocles, quien al volver a Grecia contó las bondades del lugar y animó a los suyos a instalarse aquí. Pero llegó Dionisio I de Siracusa y destruyó Naxos. Fue finalmente otro griego, Timeo, quien fundó un nuevo campamento algo más al norte, Tauromenion. Y de ahí Taormina.

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La calle principal, Corso Umberto I, está salpicada de tiendas de souvenires, boutiques, cafés y restaurantes. Pero vaya más allá y escrudriñe entre lienzos, óleos y esculturas, presentes en decenas de galerías de arte y tiendas de antigüedades. Curiosee en cada esquina, ya que pueden aparecer joyas como la antigua muralla de Naumachia, prácticamente intacta y hecha de ladrillo.

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Junto a la Torre del Reloj, en la animada plaza IX Aprile destaca la iglesia de San Giuseppe (derecha), del siglo XVII. El nombre de la plaza remite al 9 de abril de 1860, cuando se corrió el rumor en la catedral de que Garibaldi había embarcado en Marsala para comenzar la liberación de Italia desde Sicilia. En realidad fue un bulo, ya que el líder unificador no lo haría hasta un mes más tarde. Pero los taormineses decidieron quedarse con esa fecha y ofrecerle la plaza más bonita como homenaje. Una placa lo recuerda.

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La plaza IX Aprile es el epicentro de la localidad y el lugar de encuentro preferido de malabaristas, caleseros en busca de víctima, caricaturistas, sicilianos de pro en busca de sombra y turistas a la caza de, por ejemplo, una pizza de berenjenas y mucha anchoa. O un risotto hasta arriba de gambones. O un pez espada a la brasa. O arincini, una especie de gigantes croquetas de pasta de arroz rebozadas y rellenas de carne, queso, salsa de tomates y guisantes. O lo que se quiera.

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No abandonamos la IX Aprile todavía. Y es que esta plaza, abierta literalmente a mitad de camino del Corso Umberto I, no sólo alberga la ya citada Torre del Reloj y las hermosas iglesias de San Giuseppe y Sant'Agostino, sino también un mirador con vistas tremendas sobre los acantilados que se precipitan sobre el mar. Ahí abajo destaca, además, Giardini-Naxos, considerada la playa de Taormina.

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Otra de vistas sensacionales. Por algunas como éstas el novelista alemán Goethe calificó a Taormina de «un paraíso en la tierra». El francés Guy de Maupassant fue algo más allá: «Es sólo un paisaje, pero un paisaje en el que se encuentra todo lo que ha sido creado en la Tierra para cautivar la mirada, la mente y el espíritu». Ya se lo decíamos: visitantes ilustres no han dejado de pisar la villa.

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El arte forma parte de la imagen colectiva de Taormina. Y de su encanto. Especialmente en verano, cuando tiene lugar el certamen Taormina Arte, con espectáculos de teatro, música, danza y sobre todo, su Festival de Cine, en pie desde 1955. El escenario no es otro que su emblemático Teatro Griego. Una curiosidad: en él rodó Woody Allen la escena de los coros de su película Poderosa Afrodita.

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Y aquí está el teatro griego del siglo IV a.C. Con vistas prodigiosas sobre el mar y la cumbre nevada del Etna, los griegos tuvieron que excavar en la ladera para construir la cavea, la grada con asientos. Luego llegarían los romanos, que añadieron las columnas corintias del escenario así que como la zona para meter a los animales que participaban en la luchas con los gladiadores. Seguimos recorriendo Taormina. Y como en todo hijo de vecino italiano, no puede faltar el duomo (catedral), abajo a la derecha.

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Taormina puede presumir de muchas cosas. Y también de hotelazos de lujo de sobrado abolengo. Y es que ya decíamos que aquí se atrincheró la nobleza europea allá por el XIX. La lista la componen delicias arquitectónicas como Grand Hotel Timeo, el Villa Diodoro (imagen) o el Villa Sant'Andrea.