Ya, ya sé que en aquellos años aún no se había inventado la pastillita azul, pero no nos engañemos, los afrodisíacos y los potenciadores de virilidad existen desde tiempos inmemoriales.
Cómo empezó todo
Podríamos decir que todo comenzó con un fin: la muerte de su esposa la reina Isabel la Católica.
Tras su muerte, acaecida en el año 1504, Fernando de Aragón queda como regente del Reino de Castilla, ya que su hija Juana sufría una importante demencia (Juana la Loca) y su heredero el príncipe Juan, falleció.
Así las cosas, Fernando es consciente de que necesita tener un descendiente para que pueda ocupar los tronos de Castilla y Aragón. Para este fin decide casarse con la jovencita Germana de Foix, de tan solo 18 años, hija de Juan de Foix, conde Etampes y de María de Orleans, hermana nada menos que de Luis XII de Francia. La boda se celebró el 19 de octubre de 1505, un año después del fallecimiento de la reina Isabel.
36 años más joven
Esa era la diferencia de edad de los dos cónyuges, casi nada. Fernando creyó que una mujer joven en los aposentos reales le daría el fruto deseado; no solo un hijo, sino el heredero al trono. Y es que por aquél entonces, los tudescos ambicionaban la corona de Aragón y, como es de suponer, Fernando debía de alejar ese peligro mediante un vástago.
Pero no siempre las cosas salen como uno desea y este caso no fue una excepción; En el año 1509, tres después de su matrimonio nace un hijo varón que muere a las pocas horas. Después de este acontecimiento, el ansiado heredero no hacía aparición, y es que puede ser normal, pues Fernando estaba ya mayor y cansado de tanto guerrear y demás, y su potencia sexual no era la esperada, vamos, que sufría impotencia.
Un remedio con 2 testículos (o más)
Como no podía ser de otro modo, las damas de la corte de Doña Germana, le ofrecen a esta diversas recetas para constituir la pócima milagrosa, la "Viagra" de la época. Estos remedios conseguirían aumentar el apetito sexual de su marido, su virilidad y su potencia, consiguiendo, de este modo, engendrar al tan deseado hijo. El Rey Fernando pensó que debía de funcionar y de ser así su dicha sería infinita, con lo que comenzó a tomar los diferentes remedios, para intentar tener el "pabellón" bien alto.
El principal consistía en testículos de toro, también llamados criadillas, un remedio muy conocido en la península ibérica desde la antigüedad, pues se creía que la fuerza y la virilidad de ese animal se trasmitía a quien los consumía. Como se decía entonces: "face desfallecerse una muxer debajo del varón".
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