Una verdad dolorosa

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Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 15 Jun 2015, 17:04

Sobre las ocho, mientras sus dos hijas acababan de desayunar, después de besar los suaves labios de Pruden, su amada esposa, él se despedía de sus tres tesoros y les deseaba un día maravilloso.

Caminaba hasta el trabajo con la perceptible ilusión en sus ojos de reconocerse un ser privilegiado, su familia era su vida, su mujer su sustento y las niñas su alegría.

En ese instante recordó que había olvidado decirle a su esposa que regresaría tarde. Cogió el móvil y comenzó a escribir un corto mensaje, que nunca llegó a terminar…

Un autobús se llevó por delante su existencia, sus ilusiones y probablemente las de sus seres queridos. El cuerpo deshilvanado como un viejo muñeco de trapo yacía en el suelo sin ningún átomo de vida. Él en ese momento tuvo la incontestable e inesperada consciencia de haber muerto.
Pero parecía que ese absoluto convencimiento no era del todo cierto…

La sala ataviada de blanco fluorescente le daba frío y miedo, no era consciente de que hacía en ese lugar, de hecho no recordaba ni quién era. Una afable sanitaria alta, escuálida y de ondulado pelo castaño, le tomaba el pulso mientras sorprendentemente le tranquilizaba. Solo necesitaba una última prueba de control antes de darle el alta.

Una ropa anónima, que mientras se vestía delante del espejo pasó a formar armónicamente parte de un cuerpo irreconocible le sobrecogía de tal manera que no era capaz de preguntarse que estaba sucediendo.

En el aparente hospital no le preguntaron por su nombre, por sus documentos o por su familia pero, y a pesar de ello, no tenía respuestas a ninguna de esas cuestiones no formuladas. Enigmáticamente, aceptaron su total ausencia de argumentos y le dieron el alta sin más requisito que una firma garabateada de forma improvisada. Se marchó contrariado y estupefacto, le hablaron de que había sufrido un accidente de tránsito pero sin consecuencias severas. De hecho creyó oír: uno más, como siempre, pero no tenía la seguridad de haber entendido esas palabras.

Vagaba sin sentido por reiterativas calles que por momentos se le hacían ligeramente reconocibles. Le pareció cruzarse con un familiar, compañero de trabajo o amigo pero este le aseveró de mala manera no conocerlo. Recorriendo la pequeña ciudad los presuntos recuerdos asomaban a su mente en forma de micro puzles incompletos, algunas luces iban pergeñando sombras hasta ese momento irreconocibles.

La casualidad, el destino, la rutina incorporada pero olvidada o tan solo la fatalidad le acercaron hasta lo que él estaba dispuesto a jurar, sin demasiada convicción, que era su casa. Fuera, en un pequeño jardín de deliciosa policromía una hermosa mujer parecía ocupada en cuidarse de que esa belleza ornamental no perdiera un ápice de su encanto. Enric reflexionó en que ella encajaba perfectamente en ese entorno de armonía, mientras al mismo tiempo su mente se percató con certera emoción de que era Pruden, su esposa desde hacía muchos años.

No atinaba a aceptar el accidente como consecuencia de su pérdida de memoria pero el hallazgo de ese tesoro conyugal, le tranquilizó, supo que ella le iba a ayudar a reconquistar el contenido de las últimas horas vacías y contradictorias. A darle sentido a un sinsentido, razonablemente reconocible.

Se dirigió hasta la entrada de la casa, su casa, la mujer, su mujer, le recibió algo sorprendida pero con una enorme sonrisa en la cara. Por primera vez se apaciguó. Era una dulce expresión habitual en un rostro conocido. Los últimos sucesos parecían hacer recuperar algo de credibilidad a unos acontecimientos del todo sorprendentes.

Pero no todo fue como tenía previsto, ella no le reconoció. De hecho su angélica sonrisa se fue difuminando hasta convertirse en una ligera mueca de desagradable sorpresa. Él le daba datos, que iban floreciendo espontáneos en su mente y que ella juraba desconocer, le habló de sus dos hijas, pero ella vivía sola, él le contaba su vida en común, mientras ella intentaba deshacerse de ese hombre un tanto excéntrico. Me llamo Enric, le dijo, de repente su nombre le llegó desde el recuerdo como posibilidad real de aportar un dato concluyente. Me llamo Enric le repetía, mientras ella se alejaba educadamente, hasta desaparecer dentro de su supuesto hogar.

Al final, resignado, débil y sin recursos, se marchó caminando perdido entre sus pensamientos hasta que ante la desesperación de encontrarse solo y desorientado decidió poner fin a una vida que presentía como nueva, ya que él estaba casi seguro de haber muerto atropellado hacía apenas unas horas. Esta vez sería de forma voluntaria. En esta ocasión tomaría las medidas necesarias para que no fuera solo una pesadilla. Algo rondaba su cabeza alguna remembranza de reiteración. Una cruel sensación de déjà vu.

El río que atravesaba crecido y helado por el centro de la ciudad le pareció un buen amparo para dejar que su cuerpo reposara eternamente, estaba claro que por más que lo deseara nada tenía en la vida que le retuviera, era un hombre sin aparente pasado ni ningún presente, el futuro no le interesaba. Después del desencanto originado por su confusa conversación con Pruden, comprendió que ya no anhelaba pertenecer a este mundo. Sin ella, sin ellas nada tenía sentido.

El puente, no andaba demasiado transitado, aunque tampoco eso era un obstáculo importante para llevar a cabo su definitivo plan. Se lanzó sin recapacitar, apenas llorando de impotencia. La caída, el helado río y el tiempo que pasó hasta que le encontraron certificaron una más que muerte segura…

La misma sala acicalada de taciturno blanco opaco le transmitía sensación de aspereza y pavor, de nuevo no era enteramente consciente de que hacía en ese lugar, y tampoco era capaz de aceptar estar vivo, o muerto en vida. La hermosa enfermera de la primera vez había mutado en un médico, o al menos en un hombre anciano que parecía dispuesto a aportarle algún dato más trascendente para la comprensión de su misteriosa realidad.

Le habló de que él, Enric, había fallecido hacía muchos años, que su vida actual, en la que él aún creía, no era más que fruto de una ilusión transformada en nueva vida o en nueva muerte. Le dejaban intentar tener una nueva vida paralela pero ficticia, una vida irreal ajena a cualquier sentimiento, que irremediablemente debía acabar en una muerte pronta cada vez que él fuera capaz de reencontrar a través del amor a su mujer Pruden. Pero su excesivo y inacabable amor por la mujer de su vida había llevado al Comité de Reencarnciones a suspender esa relación artificial que se había convertido en demasiado intensa para la forma habitual de administrar esas vidas simuladas. A acabar con esa indisoluble resurrección.

Por tanto decidieron destruir todos los puentes edificados para proporciónale una supuesta vida como muerto. Y a pesar de sus extraordinarias habilidades para deshacer vidas, el reino de la muerte no era capaz de matar a un muerto, que inexorablemente acababa reviviendo en una fría sala de hospital. Solo habían sido capaces de urdir un plan experimental para poder poner fin a esa nueva vida demasiado llena de sensibilidad, a esa nueva vida en la que Enric había llegado demasiado lejos por amor a Pruden, y esa estrategia pasaba precisamente por hacerle morir a través de un nuevo viejo amor.

Su último compromiso era volver a conquistar el corazón de su amada, ahora desconocida, acercarse a ella hasta ser capaz de enamorarla y cuando eso sucediera él tendría el privilegio de volver a suicidarse con el conocimiento de ella, y así considerarse muerto para siempre. Acabar de una vez con tanta persistencia amorosa. Poner punto final a esas insufribles vidas paralelas imaginarias. A esas regeneraciones propiciadas por un exceso de sentimiento.

Era una oportunidad única de escapar de esa sucesión intolerable de muerte, desconcierto y dolor, era la única manera de dejar de asistir impotente a que su idolatrada esposa no le reconociera nunca más. Era la ocasión perfecta para que su cuerpo pudiera descansar en el olvido de un alma yerma.

Pero, declino esa posibilidad, a pesar de poder gozar de volver a enamorar a su insustituible esposa, en la vida aceptaría. De ningún modo iba a permitir que ella sufriera por su muerte, moriría tantas veces como fuera necesario, probablemente eternamente, pero ella, Pruden, quedaría al margen y su amor le acompañaría para siempre, tal vez inútil, seguramente estéril, pero para él muy valioso.

Era aceptar la peor de las verdades, la más dolorosa, conocer que nunca más ella reconocería su existencia y aún mucho menos el amor que habían compartido y que Enric ahora debía conservar solo en su corazón.

Moriría a menudo, en sus encadenadas supuestas vidas, tan solo para permitir que ese eterno amor siguiera vivo, y no solo fuera un recuerdo que acabara perdido entre otros muchos de menor intensidad.

Y así fue como admitió esa dolorosa verdad, aceptar el pacto de quitarse forzosamente de en medio cada vez que fuera necesario para tratar de olvidar su amor, pero con el emocionante conocimiento de que jamás lo conseguiría. Moriría con la evidencia de una muerte habitual, con la profunda decepción de no ser nunca más reconocido por Pruden, pero con el orgullo necesario de evitarle un dolor inmenso.
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 15 Jun 2015, 21:34

De paso me cuentas a ver si se entiende!!
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 15 Jun 2015, 21:49

Pensaba hacerlo pero esperaba reconocer el final!! e1119
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 16 Jun 2015, 15:38

No,si yo lo colgué para que alguien me lo explicara, soy yo el que no lo entiende!! e1119
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 16 Jun 2015, 15:47

Joer que pereza, voy a releerlo!!
creo que hay algo en que diferimos!! e1119
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 16 Jun 2015, 15:50

Bueno, te lo compro!! e1119
Esa es un idea que encaja con el texto, aunque en realidad
es él que accede a morir para que ella no sufra!!
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 16 Jun 2015, 15:56

Mira eso me está pasando ahora mismo!!
Lo de retirare, no lo de morir!! e1119
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor ChicaRally » 16 Jun 2015, 16:07

Hoy ( luego o mañana veo al leer otra cosa) pero ahora al leerlo
Solo he sacado una conclusión...

Fuera a parte de reencarnarse por destino, ya que estaban destinados a encontrarse en cualquier vida.... El dejo algo pendiente...

Dejo pendiente en dejarle a su mujer el mensaje de que llegaría tarde... Jamás llego a enviarle... Dejo algo sín concluir... e1117
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor niccolò » 16 Jun 2015, 16:13

Tienes razón, y cuando tienes razón pues la tienes!! e1119
Aunque tiene una buena excusa le pasó un autobús por encima!!
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Re: Una verdad dolorosa

Notapor ChicaRally » 16 Jun 2015, 16:25

Ya pero aún así lo dejo pendiente....pese a no recordar...

Y sí, no fue culpa de el que le atropelle un autobús!! O sí por ir mandando mensajes sín mirar... e1118
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