Es un libro de agradable lectura que narra las pericias y acciones de combate anti-fascista protagonizados por un grupo de refugiados y exiliados españoles a las ordenes de Stalin...
Finalizada la Guerra Civil Española en Abril de 1939, miles de Españoles marchan al exilio. Además de Francia, uno de los destinos "preferidos" por los españoles es Rusia. Miles de ellos marcharon a la URSS o permanecieron allí, donde se estaban formando en escuelas de diversos tipos de índole militar cuando les sorprendió el final de la Guerra en España.
Miles de estos hombres y mujeres, incluso sus descendientes más cercanos, se alistaron en las filas del Ejército Rojo, un ejemplo de este alistamiento es el hijo de la dirigente comunista Española Dolores Ibáurruri "Pasionaria" muerto en la defensa de la ciudad de Stalingrado, o sirvieron en Destacamentos de Trabajadores y Brigadas Partisanas durante la II Guerra Mundial.
Los españoles en la URSS no fueron, en absoluto, sujetos pasivos de la tragedia de la II Guerra Mundial. La mayoría, comunistas en su mayor parte, lucharon por lo que consideraban sus ideales y su segunda patria. se podria hablar largo y tendido sobre su participación en el Ejército Rojo, en las Partidas Guerrilleras que combatían en la retaguardia alemana o de sus intentos de actuar libremente al margen del ejercito rojo y de forma directa contra la División azul.
Desde el Ártico al Mar Negro, desde Polonia a Siberia, los españoles dejaron testimonio de su lucha contra la alemania nazi y en defensa de unos ideales perdidos en España tras 1939. Ésta, la historia del Grupo "Guadalajara", es una más de esas historias que desconocemos del exilio español forzado por el fascismo.
En la época en que ya son menos los españoles que actúan en la retaguardia enemiga en el frente del este, es cuando se asigna a un grupo la realización del mayor de los golpes protagonizados por los guerrilleros españoles en la Unión Soviética. Es éste un hecho fundamental sobre el que se ha mantenido el mayor de los secretos, en tanto que se han difundido de forma más o menos parcial, aspectos de la presencia española en la llamada por los soviéticos la Gran Guerra Patriótica.
En abril de 1943, estando en el Kuban, al norte del Cáucaso, unos españoles encuadrados en la 4ª Compañía de la Brigada del NKVD (OMSBON) reciben la orden inesperada de presentarse en el Estado Mayor de la Brigada. "Mañana saldréis para Krasnodar, la capital de Kuban, y allí se os darán instrucciones, nos dijeron", explica José Parra "Parrita". Sebastián Piera añade que "al llegar a Krasnodar se nos informó de que debíamos trasladarnos de inmediato a Moscú y presentarnos en el Estado Mayor de la plaza de Moscú, a cuyo frente estaba el General Artemiev" Estos españoles pudieron viaja en Avión hasta la capital, privilegio insólito para su grado, ya que sólo podían acceder al trasnporte aéreo los altos cargos militares y políticos, viajando los demás en trenes o camiones militares.
Recibidos por altos cargos del Comisariado del Pueblo del Interior y del Estado Mayor de la plaza de Moscú (Parrita recuerda que les recibió un tal Makiavki) se les comunicó que recibirían instrucciones para una arriesgada e importante misión, que era iniciativa de Beria y del propio Stalin.
Piera y Parra desconocían los prolegómenos que habían llevado a seleccionarles para tal misión. Ellos eran 2 jóvenes comunistas sin especiales méritos por servicios prestados, a excepción de su buena labor en la Batalla de Moscú. De ello había sido protagonista otro español, José García Granda, que durante la guerra civil española fue Comisario de batallón y formó parte de las unidades soviéticas de la NKVD como radiotelegrafista, conectando el Ministerio del Interior con los Partisanos soviéticos que actuaban en Rusia Central, Bielorrusia y Ucrania.
Más tarde fue instructor de oficiales rusos sobre técnicas de telecomunicación. Sin embargo, como hombre de acción, Granda no se sentía satisfecho de la prestación de servicios en retaguardia y reiteradamente solicitaba a sus mandos ser enviado a las guerrillas. Un día, hacia marzo de 1943, fue llamado por Serguei Ivanovich Bolokitin "Sergó", un mando soviético que se preparaba para marchar a la zona ocupada por los alemanes con un destacamento partisano. "Sergó" preguntó a García Granda si se veía capaz de preparar un selecto grupo de media docena de guerrilleros españoles para una operación muy importante. Bolokitin conocía a los españoles porque había mandado fuerzas en el regimiento en que estaba integrada la 4ª Compañía durante la Batalla de Moscú. García Granda explica la génesis del grupo:
"José del Campo, que había sido Comisario de "el Campesino" en la guerra civil española, estaba conmigo en Moscú, y los dos nos pusimos a recordar nombres de miembros de la 4ª Compañía que por su juventud, audacia e inteligencia podían ser útiles para esta misión. Propusimos a Sebastián Piera, Rafael Pelayo, Vicente de Blas y José Parra. Unos días después de entregar sus nombres almando del NKVD llegaban a Moscú provinientes del Cáucaso."
Granda, como le conocían los españoles, sería designado responsable de grupo español. Los 6 españoles van a formar un comando operacional conectado con los soviéticos para actuar en la retaguardia enemiga. Se les entregaron uniformes y condecoraciones de la Wehrmacht y son sometidos a duros ejercicios de instrucción en los alrededores de Moscú. La preparación, como recuerda Piera, se hizo a las órdenes de los generales Etingon y Sudoplatov. Durante la instrucción, José del Campo sufrió una fractura en la rodilla, con lo que el grupo se redujo a 5 hombres.
En palabras de Piera: "Un días no hicieron vestir los uniformes alemanes completos y nos dejaron en una habitación. Tras varias horas de espera nos comunican que podemos quitarnos los uniformes y regresar a nuestros puestos. Durante 8 o 10 días consecutivos la operación se repitió y ya estábamos molestos con tanta comedia. Finalmente un día vino un fotógrafo, nos sacó fotos y se nos proveó de documentación de oficiales de la Wehrmacht. Nos dijeron que en los días anteriores nos tenían preparados con los uniformes enemigos porque Stalin quería vernos. Estábamos cada tarde a la espera de la llamada telefónica para trasladarnos al Kremlin, pero una y otra vez anulaban la audiencia porque las obligaciones de Estado del Líder Soviético le impedían recibirnos"
Stalin gustaba de todo cuanto tuviera relación con las guerrillas, e incluso tenía interés en comprobar personalmente a estos elementos españoles convertidos en oficiales enemigos para realizar acciones guerrilleras, así como si los hombres escogidos para misiones de especial trascendencia respondían a los criterios de selección adecuados.
Finalmente, tras varios meses de preparación, los españoles fueron informados del objetivo oficial de la acción para la que se instruían: deberían liquidar al Comisario General Alemán de los Países Bálticos, Von Reitel, que tiene su sede en Vilna.
En una primera observación resulta paradójico que el Mando Soviético elija precisamente a un grupo de españoles para ejecutar tal misión cuando dispone de millares de guerrilleros rusos, bielorrusos, polacos o incluso de los propios países bálticos, todos ellos mejores conocedores de esas tierras, sus idiomas y costumbres. Sin embargo, la decisión ha sido tomada tras un cuidadoso análisis: en la zona de los países bálticos se encuentra la retaguardia, los servicios y los hospitales de la División Azul. El grupo de guerrilleros se haría pasar por oficiales de la División Española de Voluntarios que combate junto a los alemanes. Éste será el salvoconducto para acceder al puesto de mando alemán.
El plan tendría aún otro componente español importante; se les asigna la misión secundaria de capturar al jefe de la División Azul. “Teníamos órdenes taxativas de no matarlo excepto que no quedara otro remedio. Se le quería hacer prisionero a fin de utilizar su captura con fines políticos” dice Piera. Cuando este comando operacional se prepara, a mediados de 1943, quien manda la División Azul es el general Emilio Esteban-Infantes. De todos modos, cuando se lleva a cabo la operación, en 1944, la División Azul se ha retirado y sólo queda la denominada Legión Azul, con efectivos de unos 2500 hombres, es decir, equivalente a un regimiento. La mandaba el Coronel Antonio García Navarro.
La acción principal, la eliminación del Comisario General Alemán de los Países Bálticos, está en la línea marcada por Stalin y Beria de liquidar a los comisarios alemanes de los países ocupados. Así se había hecho con el Comisario General de Ucrania, a quien un grupo de guerrilleros, entre los que se encontraba el Teniente Kusnetzov, pusieron una mina magnética que le hizo volar. Ahora se pretendía repetir el golpe en los países bálticos.
“Se nos preguntó el nombre que queríamos dar a la Unidad. Nuestra propuesta unánime fue la de Guadalajara, en recuerdo de la derrota infligida a los fascistas italianos durante la Guerra Civil”, recuerda García Granda.