En el rutinario universo de mi vida, inmerso desde hace una década en el balanceo perpetuo entre el caos y la ansiedad por conseguir la calma, de pronto surgido de la nada, sin causa aparente y por arte de sortilegio, apareció un ángel, de indescriptible belleza, forjado con ternura y energía, moldeado por el arte y la razón, aunque también adornado con el exacto toque perfumado de deliciosa locura y dulce sensualidad que complementan la exquisitez.
Una escultura interior, una obra artística de creciente musicalidad, llena de dulzura, emoción y sensibilidad, llena de coraje, orgullo y amor. Una figura adorable, desde su cascada de trigo dorado por el sol, su mirada llena de vida y corazón, sus labios escarlatas llenos de palabras tan usualmente razonables como en ocasiones intransigentes, dotadas de un acento peculiar cercano a lo divino. Y como nexo de unión entre esa catarata de rubios filamentos y un cuerpo esculpido por la naturaleza, unos hombros torneados por su pasión por la mar, como la mía, un prólogo de una constitución construida desde el tímido plagio a la perfección. Una lección magistral de anatomía cuidada, tersa, suave y llena de elementales curvas que envuelven sus movimientos de elegancia y emotividad. Una mujer a quién contemplar, hasta la adoración.
Un persona dotada de una capacidad casi ilimitada para sorprender ilusionando, con una firme y lógica estructura mental, y una ligera caricia de utópica ilusión, que tan solo le sirve de contrapunto para hacerla entender el juego de la vida, aceptar los riesgos exactos y así vivir asentada en la lógica de los acontecimientos, sin esperar grandes sueños y de ese modo evitarse grandes decepciones. Cabal.
Un ser humano entregado, capaz de amar, de sentir y de expresar esas emociones sin condiciones, poniendo toda su voluntad en ello, siendo extraordinariamente generosa, sin apenas percatarse, solo porque es su forma natural de ser. Luchadora, pero reflexiva, y exigente en mostrarse adorablemente esperanzada en compartir tanto como ella da. Y en muchas ocasiones las personas que tenemos la dicha de conocerla, de ser tocados por su aura, que solemos enamorarnos de ella, embelesarnos entre sus argumentos acabamos decepcionándola, aunque no esté en nuestro ánimo que eso suceda, tan solo es que no somos capaces de alcanzar esa entrega incondicional, no sabemos estar a la altura de lo que no solicita, solo necesita, a cambio de estar cerca de ella.
Y no, no pide que le devolvamos esa intensidad única, tan solo que sepamos mantener la llama de la ilusión, tan solo que sepamos cada día hacerle sonreír, hacerle sentirse viva, no quiere atenciones exclusivas, ni exceso de cariño, quiere sentirse cómoda, libre y relajada, quiere reconocer que el amor que ella es capaz de dar de alguna manera le sea reconocido, sin alharacas, sin demasiado almíbar, solo con la confianza, la distancia y la libertad necesaria para confiar en esa otra persona. La mata el aburrimiento y la displicencia.
Una necesidad de no oír cada día un te quiero melindroso y rutinario, pero si un te creo, un vamos a compartir el día cada uno desde su perspectiva buscando puntos de unión, reconociendo espacios individuales y compartiendo el amor en cuerpo y alma en las dosis necesarias para disfrutar de ese placer sin convertirlo en monotonía.
Es la mujer deseada porque no necesita ser el centro de atención, es la mujer necesaria porque ilumina cada rincón de tu alma, es en definitiva, la mujer de tu vida. Es exactamente el equilibrio entre amar y desear, entre tener y aceptar su libertad, vivir a su lado es un sueño, despertar de ese sueño a su lado es vivir. Es libre porque se mira en los ojos de hombres a los que cree querer y no se reconoce, ella busca alguien digno de decirle te quiero mientras la besa, y esa dignidad la mayoría de veces se pierde en el fragor de ese beso. Ella reconoce en un beso toda la carga emotiva que lleva implícito, y se da cuenta a menudo que la unión de unos labios puede ser placentera pero aspira a más, desea sentir ese placer después del beso. Necesita sentirse besada, necesita sentirse amada desde la tranquilidad, desde la libertad incluso desde la distancia.
Su cuerpo maravilloso, guarda un secreto aún más inabordable, su corazón. Encontrar la llave de ese corazón es el único paso para que ella se sienta reconocida, feliz y sea capaz de crear la atmósfera necesaria para hacer de esa unión un acto de amor indisoluble.