Cara y cruz.

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Cara y cruz.

Notapor niccolò » 11 Sep 2015, 10:48

La enfermera.

Oscurecido por el dolor, ajeno a lo circundante y lleno de perpetua desesperación, un hombre yace, en plena madrugada, en una humilde cama de hospital. El final de su existencia pende de un ligero hilo de impotencia. Los fármacos han perdido la guerra de la vida, los médicos se han rendido ante el avance desbocado de la dolencia y las solícitas enfermeras le alimentan de dulces palabras y hermosos gestos de humanidad, aunque es un sustento tan solo espiritual que él agradece en el fondo de su alma.

El padecimiento se infiltra entre las entrañas de su debilitado cuerpo, nada parece paliar su íntima desazón, las infinitas horas de prolongada angustia parecen detenerse en el tiempo hasta tomar forma de eternidad. Ha dejado de lamentarse, es demasiado doloroso, tan solo reza, en silencio, a un Dios desconocido, le suplica que le lleve a su improbable lado o al menos que le libere de tan pesada carga, Sus oraciones son esporádicas, tan solo las comparte, con su dolor, cuando la mano fría de la morfina no le lleva a un profundo estado de inconsciencia.

Por fin la ansiada muerte acude inhóspita a su encuentro, un liviano aire frío invade la estancia, mientras la higiénica luz parece perder, por un instante, su uniformidad, decayendo de forma temporal. Luego, todo vuelve a su cauce, sí es que algo se había alterado, los veintiún gramos de su alma se llevan, para siempre, decenas de toneladas de dolor de su cuerpo.

A pesar de no tener familia no ha muerto solo, una asombrosa enfermera ha estado a su lado en tan terrible momento, ha cogido su mano entre las suyas y ha esperado hasta que el consumido hombre ha dejado de respirar. Con los dedos le ha rozado levemente la mejilla, como despidiéndose, y ligeras lágrimas han anidado por un momento en sus ojos. La ausencia de dolor, de su paciente, le ha relajado por un momento, aunque en seguida, la realidad de un lejano timbre le ha hecho tomar consciencia de su difícil, humana y admirable tarea.

Radiografía de una pesadilla.

Esta espesa mañana he acudido al centro de salud, que inopinadamente está lleno de enfermos, a que me hicieran unas radiografías de mi espalda. Resulta inquietante verte envuelto en aquella bata de material y forma anticonstitucionales, a merced de una enfermera un tanto afuncionariada.

De entrada tu cuerpo, bajo sospecha, se debe acoplar, de manera obligatoria, a una máquina de apariencia incierta y la mayoría de las veces, anclada en el tiempo, y mantener, por definición, alguna antinatural posición por unos sospechosos minutos, donde tú no eres nadie, y el poder absoluto, de toda tu futura existencia, sí sobrevives, está en manos de una persona ajena a ti, y en una gran mayoría de veces ajena a sí misma, enzarzada en eternos diálogos tangenciales con sus compañeros de tortura.

Y, con la aterradora posibilidad de que, caso de habérsete ocurrido respirar durante parte de los cinco minutos largos en que pretenden que te conviertas en estatua de sal, puedan pedirte revivir, paso a paso, una de las peores experiencias de lo que va de año o a veces, lustro.

Mientras toman, a voleo, la determinante decisión, debes esperar en cubículo de lamentable estética y tamaño japonés, eso sí dotado de un hermoso espejo de cuerpo entero, donde poder observar detenidamente el aspecto de tu degradada anatomía y las probables consecuencias que se deriven de esa lamentable imagen, mientras intentas permanecer sentado de forma casual, tratando, sin lograrlo, de hacer caso omiso a la inusitada, arbitraria y ecológica vestimenta fúnebre.

Superado, con más vergüenza que decoro, ese inacabable lapso de tiempo, entra de forma insospechada y con cierta aureola de autoritarismo, la mentada sanitaria, que sin molestarse, lo más mínimo, en respetar los restos de tu perdida dignidad te exhorta a vestirte en un periquete, en beneficio del siguiente damnificado.

Te vistes, con rapidez, pretendiendo borrar de tu mente las últimas escenas del ignominioso momento, y al salir intentas cruzar una mirada de comprensión y solidaridad con el próximo afectado, aunque probablemente esa persona, sabiendo lo que le espera, ya no conserve ni la capacidad ni, mucho menos, el deseo de verte.
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Re: Cara y cruz.

Notapor Athenea » 11 Sep 2015, 11:11

Del primero , yo fui esa enfermera que cogió la mano a mi padre y dos meses después a su hermana , mi tía , pues era yo quien estaba con ellos en ese momento , y este pobre hombre tuvo la mano de la enfermera a pesar de estar solo , eso debió ser un consuelo en sus últimos momentos .
Del segundo , si yo supiese escribir , lo hubiese escrito exactamente igual que lo has hecho tú , en un caso así se pasa miedo por el resultado , y vergüenza por la situación .
Espero que el resultado de la prueba sea satisfactorio .
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Re: Cara y cruz.

Notapor niccolò » 11 Sep 2015, 11:17

Si, el resultado siempre es bueno, creo que me moriré de asco!! e1119
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Re: Cara y cruz.

Notapor Athenea » 11 Sep 2015, 11:19

De asco de qué ? o a qué ? :?:
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Re: Cara y cruz.

Notapor niccolò » 11 Sep 2015, 11:25

A ver, es una frase hecha "morirse de asco"
Y lo utilizo de forma irónica ya que no tengo ninguna
dolencia conocida!!
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Re: Cara y cruz.

Notapor sys_1971 » 11 Sep 2015, 12:10

Hoy ha vuelto a pasar.

De nuevo, he recibido un whatsapp y después una llamada, advirtiendo que hoy vuelve a tocar correr. Estas cosas siempre pasan cuando menos te lo esperas.

Han venido los médicos de terminales y han aconsejado llevarlo al hospital, porque es imposible eliminar tanto líquido acumulado por un corazón demasiado cansado.

Ya nadie se sobresalta tanto, aunque es imposible no sentir un pellizco de rabia. De rabia por la vida y la tranquilidad que siempre se dan por hechas y que no existen. Por la situación que nos tiene a todos desbordados. Y por el miedo.
Miedo a la espera, miedo a perderlo, miedo a si sigue aguantando.

Durante el trayecto, se acumulan los sentimientos y la pena, el miedo, el cansancio, la rabia y la impotencia van creciendo hasta que el nudo en el estómago te hace boquear.

En el box, desde la puerta entornada, veo a mi hermana y al enfermero sonriendo...por lo que deduzco que esta vez nos hemos vuelto a librar.
A veces me pregunto que haríamos sin nuestro enfermero. Porque dentro de sus funciones, a ratos, parece que también haya decidido cuidarnos al resto. En especial al nieto más pequeño, con el que comparte conocimientos, charlas políticas y alguna que otra inquietud adolescente. Dudo que su madre le explique tantas cosas!

Por pura casualidad, el médico escoge darme a mi los resultados.
Todos los órganos van fallando poco a poco, lo que provoca que el diafragma haya subido como un ascensor y le impida respirar y que las piernas se hayan hinchado hasta reventar en algunos sitios.
La inyección de diuréticos ha conseguido deshincharlo y casi vuelve a ser el de siempre.
Y con los ojos clavados en mi, se atreve a decir "pero qué esperábais? Habéis decidido no hacer quimioterapia, ni operarlo"

Silencio y una ceja que tengo a la altura de la nuca. Casi escucho a mi hermana rezando...

Solo atiné a preguntarle de que si se hubiera roto un brazo, lo hubiera escayolado. Porque claro, a lo mejor también considera que no vale la pena. Total, se va a morir...que más da ahorrar según que sufrimientos?

---------


Revisión 50.

Aunque ya hace casi seis años, no me acostumbro.

En ayunas desde las 12 de la noche (me siento muy gremling), no importa que tenga hora a las 4 de la tarde. La citación siempre prohibe la ingiesta de alimentos a las 12 de la noche...tengas hora a las 8 de la mañana o las 6 de la tarde.

Eso y beber 1,5 litros de agua, que por supuesto no puedes miccionar en las últimas 2 horas.

El agua en ayunas sienta estupenda. Casi te vas prometiendo cosas si consigues tragar un vaso más. Empiezas porque harás un receso en la oficina para premiarte con un cigarro, después te prometes un masaje en el quiropráctico y te acabas jurando que a Cuba, que ahorrarás para ir a Cuba o a cualquier puto sitio del Caribe que puedas costearte si consigues tragar el vaso que hace el 1,5 litros de agua.

Llegas a la consulta y por supuesto, las piernas las tienes bien cruzadas. Por el camino has intentado recordar si alguna mujer de la familia padece incontinencia urinaria. No sirve de una mierda, pero al menos es mejor revisar los antecedentes familiares para insuflarte ánimos.

Te toca.

Una enfermera muy salada, decide hacer chistecitos y tu decides pensar en la tabla periodica de los elementos. Tenía un amigo que la hacía servir para aguantar más en la cama, así que lo mismo sirve...

Te embadurna de una sustancia viscosa y fría. Estupendo, esto me lo sabía, pero el frío justo en la barriga no ayuda. Joder incluso oigo gotear el grifo del aseo de la consulta!!!!

Después toca que te clave el ecógrafo (o como se llame el puto invento de tortura) justo en la bufeta.

Maravilloso, maravilloso.

Ahí llega la amenaza: tienes 2 minutos. Ni un segundo más o dejaré todo esto perdido.
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Re: Cara y cruz.

Notapor Athenea » 11 Sep 2015, 12:27

En un caso así ( el primero ) lo que se siente aparte de mucho miedo es impotencia .
En el segundo caso , no sé , supongo que vergüenza , y esperar que el tiempo pase rápido , y salir de allí .
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Re: Cara y cruz.

Notapor niccolò » 11 Sep 2015, 12:42

El delicado hilo que une o separa la vida de la muerte. El camino cierto hacia un final inexorable, tan solo el momento es incierto, y a veces ese instante deberíamos saber afrontarlo con dignidad, entiendo el sufrimiento que ver traspasar a un ser querido implica, pero si la muerte se acerca como colofón lógico a una vida larga y plena, yo creo que por una parte nos corresponde estar satisfechos de haber llegado hasta ese punto, no tener miedo y afrontar lo inevitable no diré con alegría, pero si con la satisfacción por lo vivido. Y luego dejar de evitar lo inevitable a base de concatenaciones insoportables de remiendos vitales que solo nos llenan de angustia y dolor, la vida es un don primoroso hacer encaje de bolillos con ella me parece poco inteligente.

Una vida prolongada tiene siempre como contrapunto una muerte previsible, no hablando de muertes anticipadas o accidentales, esa dama de negro que viene a recogernos a su hora debería ser mejor recibida, prolongar la existencia sin otro sentido que no ser capaz de elegir el momento me parece una falta de sensibilidad y cultura.

Sobre el segundo texto, tan solo decir que he pasado pruebas similares, y se siente sobre todo como dice Athens vergüenza, te das cuenta de la insignificancia de nuestras vidas, que siendo tan importantes para nosotros nuestras enfermedades, vistas desde un punto de vista profesional tan solo son un número en un expediente.

Corolario, a petición propia: le damos demasiado valor a la vida y desde esa perspectiva le quitamos encanto.
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Re: Cara y cruz.

Notapor Athenea » 11 Sep 2015, 12:48

Que le damos demasiado valor a la vida ? pero si no tenemos otra cosa ! cuando esto se acabe , se ha acabado , por eso hay que vivirla lo mejor posible , y al final , Dios dirá .... e1119
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Re: Cara y cruz.

Notapor niccolò » 11 Sep 2015, 12:52

Vale, lo acepto, pero me refiero a que no sabemos poner fin
a esa vida cuando ya carece de sentido prolongarla!!
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