Te has enamorado de quien no debías?

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Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Leary » 24 Sep 2015, 17:17

Alguna vez te has enamorado de quien no debías?
Yo cienes y cienes de veces. El problema no es enamorarse de alguien, al fin y al cabo sólo desperdicias suspiros, miradas perrunas, sueños imposibles y poco más.
El problema es si quien no debe también se enamora de ti.

Dicen que huir es de cobardes, pero a veces hay que ser muy valiente para salir corriendo.

No soy de facebook, ni de twitter, aún así tengo una cuenta. Está desértica, es árida, sin fotos, sobria, sin nada escrito en el muro, una cuenta anodina y que nadie le echaría una segunda mirada. Pero me sirve para conectarme, teclear su nombre y buscarle. Entonces se abre la ventana y puedo mirarle.

Me pregunto cuanto tardará en poner cortinas, en aplicar las nuevas políticas de privacidad y no permitir ver su muro y sus fotos a quien no tenga agregado, por eso, mientras me recreo los ojos echando miradas a sus sienes que van blanqueando con el paso del tiempo. Le miro sonreírme desde una pose estudiada, abrazado a su hija o con su perro al lado y compruebo que sigue igual. Me lleno los ojos de su imagen, compruebo que está bien, en algunas fotos veo también a mi amiga y con las lágrimas de la nostalgia asomando, cierro.

Eramos el triángulo de la amistad. Merce, Lidia y Nika.
Merce tenía novio en Barna y Lidia en Galicia. A ambos les habían conocido haciendo la mili en Bilbao y ellas hacían ya planes para ajuntarse.
Yo las conocí cuando ya los tenían. Merce me sacaba ocho años y Lidia tres. Yo era la más jovencita pero fue una de esas amistades instantáneas.
Merce era rutilante, inteligente, desbordante. Lidia y yo no podíamos hacer otra cosa que dejarnos arrastrar por su estela.
Ibamos de compras, a tomar café, reíamos, ellas fumaban y bebían, yo me reía más aún.
Pero un día llegaron los novios y hubo que ampliar en triángulo y convertirlo en otro polígono con más lados.
Yo temí que probablemente en sus vidas de pareja ahora sobrase, y aún estaba planteándome si alejarme cuando ambas dos se quedaron embarazadas.
Todos nos llevamos una enorme alegría. Incluida yo que era la quinta en discordia.

Ellas seguían fumando con sus barrigas y yo las reñía. Pasaron los meses y nacieron dos niñas preciosas. Las mamás, los papás y la tía postiza estaban encantados.
Ya no se podía salir tanto, así que nos juntábamos en casa de Merce y Guillem. A veces eramos los cinco mínimos, a veces eramos doce. Todos con niños y parejas menos yo.
Yo también tenía otros grupos de amigos en los que no era la tía solterona de diecinueve años. Pero las bebitas me tenían sorbido el seso y algunas veces me quedaba a cuidarlas para que sus padres salieran. Pero a Guillem no le parecía bien y a veces insistía en quedarse él también en casa. Merce se enfadaba y se marchaba con Lidia y Sergio.
Yo no lo veía normal. Pero Merce tan despampanante ella, tan brillante, gastaba un mal genio de mil demonios. Ellos discutían mucho y los roces aparecían cada vez más a menudo.
Yo iba a la Universidad, trabajaba, salía con más gente, pasaba temporadas sin acercarme por allí, pero siempre me reclamaban, me llamaban: “Nika, ven”.
Y yo iba.

Cómo no ir. Me gustaban y lo pasábamos bien. Pasamos muchas cosas juntos, como cuando Lidia dejó a Sergio y él se volvió para Galicia. Cuantos conciliabulos en la cocina poniendo a los hombres a parir.
Cuando ellas bebían y fumaban hasta que me hartaban, las dejaba solas y buscaba la compañía de Guillem en el salón. Siempre me recibía con una sonrisa y me hacía sitio debajo de la manta. Él era cuatro años más joven que Merce y cuatro años mayor que yo.
Eramos tan jóvenes.
Yo ponía mi cabeza en su hombro con toda la confianza del mundo y él me pasaba el brazo por los hombros. Al principio llamábamos a las chicas para que vieran alguna película con nosotros pero lo normal era que Guillem y yo pasáramos muchos ratos solos en el salón, jugando con las niñas o hablando de lo divino y de lo humano, con tanta facilidad.
Seguíamos haciendo reuniones en su casa. Si había que ir al súper, iba yo y Guillem se apuntaba.
Si salíamos a tomar un café, ellas se quedaban en el bar y nosotros buscábamos los columpios más cercanos para las niñas.
Si había que subir a la noria ellas no querían, Guillem y yo sí.

La vida transcurría en una suerte de placidez. Tan natural. Nuestro triángulo era un cuadrado con dos patas. Pero nos daba igual la figura geométrica. Nosotros tirábamos para adelante.
Un día, Lidia y Merce discutieron. Pero como discuten las grandes estrellas. A voces, lágrimas y reproches variados. Guillem y yo no dábamos hecho a atenderlas por separado.
Yo seguía estudiando, teniendo algún noviete, y pasando ratos con ellos.
Guillem y yo cada vez teníamos más confianza, y yo lo veía normal, era mucho tiempo de trato.
Lidia y Merce se reamigaron, pero algo me hizo ver que sería temporal. Ambas eran demasiado divas y parecía que las peleas continuarían.

Guillem cada vez encontraba más excusas para pasarse cerca de mi curro, o para que hiciéramos juntos cosas con niñas o sin niñas. A Merce parecía no importarle, su trabajo le llevaba tiempo, sus nuevos compañeros, cada vez discutía más con Guillem y muchas veces se escaqueaba de planes que teníamos para todos dejándonos colgados y solos. A mí me daba apuro, a ella no.
Y me daba más desde que descubrí que me gustaba pasar ratos con Guillem a solas y que sus ojos cada vez me acariciaban más al mirarme.

Los planes para nochevieja eran espectaculares. Nos juntábamos dieciséis en su casa a cenar. Cada uno llevábamos algo para compartir, había comida, bebida, calefacción y música.
Merce era una gran anfitriona. La casa estaba adornada a todo detalle.
Guillem y Merce muchas veces se llamaban churri o cari y a mí era algo que me parecía hortera a más no poder. A veces se lo había dicho a ellos.

- Juer tíos, yo con lo de churri no puedo. Y cari, pa qué más.

Guillem se reía. Y me decía:

- Nika, Merce es mi churri y tú mi cuki.

El cojín volaba por los aires y siempre le acertaba. Pero el muy mamón me la devolvía y me tiraba por el sofá haciéndome cosquillas.
Merce siempre nos miraba condescendiente, y alguna vez nos llamaba niños.
Ella no era nada celosa. Siempre confió mucho en sí misma y además sabía que yo la quería a rabiar.

El día de Nochevieja llegó. La casa estaba animada, adornada e iluminada. Cenamos, bebimos y reímos. Era tan fácil pasarlo bien.
Al dar las doce de la noche, todo el mundo comenzó a gritar, a aplaudir, a repartir abrazos y besos.

- Feliz Año Nuevo, cuki.- Me dijo Guillem
- No me llames cuk...

Y su mano pasó por mi cintura y me besó en la boca. Todo se desmoronó y yo supe que estaba perdida. Las rodillas no me respondían, la algarabía nos rodeaba. Alguien le dijo a Merce que su marido me estaba besando y ella dijo:

- Es normal, están debajo del muérdago y además prefiero que la bese a ella que a cualquier otra pelandusca.

Las risas nos ayudaron a soltarnos, aunque malditas las ganas que tenía yo de separarme de sus labios.




Es difícil perderse en un piso con dieciséis personas. Y a la vez es posible sentirse solo.
Las piernas me temblaban y Guillem no hacía otra cosa que buscar mis ojos. Mi corazón redoblaba como un tambor y no me permitía escuchar la música que sonaba.
Voces, risas, música y todo se opacaba a mi alrededor. Mis ojos se dirigían a Guillem. Y él buscaba los míos. Pero yo no podía mirarle directamente y se los escaqueaba.
Comenzamos a bailar de lejos, él se acercaba y yo me alejaba. Se sentaba en el sofá y yo me apuntaba a un trivial en la cocina. Se colocaba a mi lado y yo me mareaba.

Por mi mente pasaron montones de momentos. Ratos compartidos de secretos, roces de manos inocentes.
A día de hoy conservo la foto que nos hicimos en la feria, yo disparaba con una escopeta y si acertabas, un fotomatón te sacaba una foto. Yo con mi vestido azul y una sonrisa radiante. Guillem con sus manos a mi alrededor y dándome indicaciones sobre cómo disparar. Acertamos y el fotomatón dejó constancia de la imagen de dos personas llenas de felicidad, mi sonrisa deslumbrante, su mirada posada en mí con adoración. Como no había visto yo todo eso antes.

Me perdía en mis pensamientos, me ocupaba de mis piernas que seguían temblando, mi corazón que latía acelerado. Y me ocupaba en no estar ociosa.
Fui a buscar hielo a la despensa. Y cuando me giré Guillem estaba detrás de mí:

- Nika... ¿qué ha pasado?
- No lo sé.
- Te he besado para felicitarte el año.
- Sí, lo sé.
- ¿Y qué ha pasado?
- Joder, no lo sé.
- Pero algo ha pasado...

Salí con el hielo, rozándome con él porque no había más remedio. Asustada y temerosa, de mí, de él, de la situación. Mis ojos si se hundieron esta vez en los suyos y todavía me dio tiempo a oírle susurrar una vez más mi nombre.

La noche pasaba lentamente y todavía no sé por qué no me escaqueé con alguna excusa. Todo el mundo bebía y fumaba con exceso, con ansia, con premura. Menos Guillem y yo. Él no bebía y yo tampoco. Ni fumábamos. Pero nosotros nos consumíamos con otras cosas que nos carcomían por dentro.











Algunos decidieron llegarse hasta la playa para mojarse los pies y para tomar una copa viendo amanecer. Parte del grupo se fue, y yo ya estaba planteando irme también para casa aprovechando la escisión.
Buscaba mi chaqueta en un dormitorio cuando Guillem apareció. Casi sonreí, el jueguecito de la noche ya me estaba poniendo de los nervios.

- Nika...
- Oui, c´est moi. – sonreí.
- Perdona lo de antes, Nika. No sé qué me pasó, de verdad.
- No hay nada que perdonar, Guillem. No le demos importancia.
- Pero es que hay que dársela, Nika. Porque yo ya sabía que tenía sentimientos por ti y ahora que te he probado no sé si quiero mantenerme lejos.
- Por favor, Guillem, no digas bobadas.
- No son bobadas, Nika, tengo veintisiete años, no soy un niño tonto.
- ¿Y yo sí?
- Tú eres una chiquilla dulce y adorable.
- Tengo veintitrés años, Guillem, no soy una niña.
- No te enfades, cuki.
- No me llames cuk...

Y entonces me besó otra vez. Creo que esa frase debe ser la entrada para ofrecerle mis labios.

Esta vez no había música, ni gritos, ni risas. Esta vez mis piernas temblaron pero sus brazos me sujetaron. Y casi sentí que sí, que todo estaba bien, que las cosas habían de ser así y que los labios de Guillem eran el lugar donde quería estar.
Agarré la chaqueta y me fui. Corriendo. Aunque ya habían dado las doce hacía rato.

Los siguientes días desaparecí. La víspera de Reyes, Merce me llamó.

- Nika, ¿dónde andas?
- Aquí liada...
- Las niñas preguntan por ti, te echan de menos. Dice Lidia que si las vas a llevar a la Cabalgata de Reyes..
- ¿Vosotras vais a ir?
- Ya sabes que no nos va eso.

Ya. Sí. Lo sé. Pero son vuestras hijas, joder. Y a ellas si les va. Pero claro, siempre las he llevado yo. Estoy tentada de decir que no.

- Guillem curra esa tarde.
- Vale, las recojo a las cinco entonces.
- Ven con tiempo para tomar un café, nena.

Mis niñas estaban felices y contentas, pero llevar a la Cabalgata a dos niñas de cuatro años es un deporte de riesgo y además hace falta tener fondo. Sube a una, levanta a la otra. Tanta gente. Las dos colgadas de mis manos, pendiente de no perderlas.
Una aglomeración de gente. Imposible encontrar a nadie. Casi imposible.
Llegó con la carroza de Melchor, pasó sus manos por mi cintura y me dio un beso debajo de una oreja.

- Nika, hola...
- Hola Guillem, no hagas eso, anda...
- Lo he hecho siempre.
- Sí, pero ahora igual ya no es conveniente.
- Como tú digas, cuki.

Ah, no, no caeré en decirle que no me llame cuki. Pero aún así sonrío, porque Guillem es gracioso.
El toma a su nena de la mano, delicadamente. Y besa a ambas. Ellas se alegran de verle. Guillem es más alto y las sube más arriba que yo y aguanta más rato.
Las niñas quieren chocolate y churros, y vamos con ellas a tomarlo. Guillem no pregunta dónde están Lidia y Merce y tampoco yo se lo digo.
Disfruto del rato con él y las niñas y ya. Atesorando recuerdos que quizás pudiera necesitar.

Volví a desaparecer. Sentía que poner distancia era lo mejor para todos. Si algo no quería yo era meterme por el medio y mucho menos entre Guillem y Merce.
Tenía exámenes a la vuelta de la esquina y eran una excusa tan buena como cualquier otra. Pero tampoco una que me pudiera salvar para siempre.

Merce me llamó para que fuera a tomar café con Lidia y ella. Sabía que Guillem no estaría, así que fui.
Tomamos café y charlamos. Ellas fumaron y todas reímos.
Guillem llegó de trabajar y se le iluminó la mirada al verme. Nos besó a las tres igual que hacía siempre. Pero a mí ahora sus besos me quemaban especialmente.

- ¿Entonces qué, Nika? ¿Vienes esta noche con Lidia y conmigo a mi fiesta de empresa?
- No, Merce. Sabes que no me van esas cosas.
- Pues vente y haces compañía a Guillem, se queda él con las niñas, podéis ver una peli o algo.

Miro a Guillem. No a Merce. Porque sé que sus palabras no tienen segunda intención.
Guillem me pide con los ojos que venga.

- No puedo, ya tengo planes, Merce.

Me voy una vez más corriendo, no quiero que Guillem tenga opción a decirme: Nika, ven... porque vendría.

Estoy en casa, debajo de la manta viendo una peli y el móvil suena con el tono de sms.

- Nika, ven-

Le mando yo uno de vuelta: No puedo.

Sms de él: Ven, veremos una peli debajo de la manta.

Debajo de la manta suena tan bien. Pero no puedo. Ya no puedo. Ahora habría que afrontar todos los riesgos que la manta conlleva y tirar con ellos y yo no puedo.
No contesto al sms, pero el teléfono suena.

- Nika, ven...
- Guille, sabes que no puedo.
- No quieres.
- Vale, no quiero.
- ¿Por qué no quieres, Nika?
- No está bien, Guillem.
- Pero yo te quiero.

Tenía que decirlo, joder. Ahora ya está. No debajo de la manta, no, encima de la mesa. ¿Y ahora qué hacemos con ello?


Soy una cobarde. Tremendamente cobarde y romántica. Con todo lo malo que eso conlleva.
Así que me escondo, doy excusas, me refugio en mis estudios, en mis trabajos, en mis otros amigos. Y pongo distancia con mi polígono de amistad, esa que he arrastrado por tanto tiempo y que tantas alegrías me ha dado.
Veo a las nenas a salto de mata, a la salida del colegio, en horario de trabajo de su padre. A las mamis y a las nenas es a las que más veo.
Y me parece mentira que Lidia y Merce no se den cuenta que de quien escapo es de Guillem. Para mí es tan evidente.

Como lo es para él, que me llama de vez en cuando para decirme que olvidemos todo y que todo sea como antes.
O que dejará a Merce por mí. Pero es que yo no quiero ser la causa, la razón.
Lo peor es que no sé que es lo que quiero.
O sí. Le quiero a él. Pero no a pesar de todo.

Los meses pasan y se acercan los finales, es importante que salgan bien, porque tengo una oferta de trabajo para cuando acabe. Y ello me llevaría a Londres. Creo que otro país es distancia suficiente.
No les he dicho nada aún. Estoy ocupada en evitar que los sentimientos y los deseos me puedan. En evitar encontrarme con él.

Él me llama.

- Veámonos. Solos. Quiero hablar contigo.
- Vale, ¿Dónde nos vemos?
- En el acantilado.


Yo ya sé que me voy fijo. Y creo que necesito la distancia. Me dan ganas de llorar cuando pienso en las niñas, en lo que las echaré de menos. Cuando pienso en él y en lo que le echaré de menos. Y lloro.

Llego pronto, pero él ya está allí.

- Guillem...
- Nika...

Le beso en la mejilla y él pone su mano en la mía. Nos miramos a los ojos. El mar a nuestros pies. Con todos los tonos de grises imaginables. El día nublado, como nuestro ánimo.
A veces es tan difícil hablar y decir lo que se quiere decir.

Nos sentamos y permanecemos en silencio. Él coge mi mano y yo le dejo hacer.

- Nika, es todo tan difícil.
- Sí. Lo es.
- Yo te quiero.
- Lo sé. Y yo a ti.
- ¿Qué hacemos?

Me dan ganas de decirle que él no es un niño tonto, que ya sabe lo que tenemos que hacer.

- Me voy, Guillem. A Londres. Tengo curro.
- ¿Qué ?
- Sí, me voy, de verdad, creo que es lo mejor.
- No puede serlo, ¿cómo va a serlo?
- ¿Tienes otra solución?
- Tengo dos. O seguimos como antes o dejo a Merce.
- ¿Por mí?
- Por ti.
- Pero yo no quiero que la dejes por mí...
- Entonces ¿qué quieres?
- Y yo qué cojones sé lo que quiero, Guillem. Yo sí soy una niña tonta.

Las lágrimas me corren por las mejillas. Plácidamente. Sin sollozos. Como si necesitara soltar lastre.

- No llores , Nika.

Se pone de rodillas. Y me las enjuaga con sus dedos. Yo me pongo de rodillas delante de él.

- Bésame, Guillem, como si no nos fueramos a volver a ver.

Y eso hacemos. Besarnos eternamente. A veces creo que a pesar de los años que han pasado, aún una parte de nosotros está en aquel acantilado besándose, para siempre. Y eso me hace sonreír.

Soltar sus labios y alejarme fue difícil, lo demás fue más fácil.
Dicen que huir es de cobardes, pero a veces hay que ser muy valiente para salir huyendo.

Por eso a veces abro el facebook y tecleo su nombre. Le busco y encuentro su mirada dulce y sus sienes plateadas. Le veo envejecer lejos de mí y me pregunto si habrá sido feliz.
Durante un tiempo esperé que dejara a Merce y viniera a buscarme a Londres.
En ocasiones me ponía físicamente enferma pensar que dejaba a Merce y se enamoraba de otra.
A ratos pensaba que había hecho bien. Otras veces me odiaba por haber sido una cobarde y no haber luchado por él.
Y en ciertos instantes creo que así ha estado bien. Que tenía que ser así.
Eso me consuela.

Acaricio sus sienes plateadas en la pantalla y cierro.
A veces pienso en abrirme un perfil en facebook. Nick: Cuki. Por si le da por buscarme...
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor sys_1971 » 24 Sep 2015, 17:37

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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Leary » 24 Sep 2015, 17:55

Todo no puede acabar bien, Sys e108
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Athenea » 24 Sep 2015, 18:40

Leches , leches , leches , jajaja , a mí me pasó una cosa muy parecida ! hasta lo del Facebook !
Me ha encantado el relato , gracias Leyre .
Athenea
 

Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor URSULAIGUARAN » 25 Sep 2015, 11:14

Leary escribió:Todo no puede acabar bien, Sys e108


Yo creo que acaba perfecto.

Menos mal que la Cuki acaba por tener 2 dedos de frente...
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Leary » 25 Sep 2015, 11:52

Que no me llames Cuki! :evil:
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor URSULAIGUARAN » 25 Sep 2015, 12:18

Vale, cari. Perdona.
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Leary » 25 Sep 2015, 12:28

No pasa nada, churri. e1118
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor sys_1971 » 28 Sep 2015, 20:30

Basado en hechos reales.

Todo el contenido es real, aunque se han modificado los nombres de los protagonistas para no herir sensibilidades.

No soy de sentimientos fáciles y tengo mis 3*.
Al que quise, del que me enamoré y el que me dió morbo (a parte del segundo, que me lo desordenó todo y siendo el tercero, se convirtió en primero)

Ave maría purísima el tercero (que fué el segundo junto al primero, pero nunca comparable)
La vida no lo ha maltratado....lo ha vapuleado. Además él debe haberse comido a la vida o varias comidas de todas las vidas. Amén de arrancarle el pelo y estrujarlo para dejarlo tan arrugado.

Leary, te odio.
Quise arrancarme los ojos.


* Nop, no voy a contar mi vida, pero sentí curiosidad jejeje...

Pd: sabe dios que no me gusta criticar, pero que desengañoooooo!!!!
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Re: Te has enamorado de quien no debías?

Notapor Leary » 28 Sep 2015, 20:41

e1118 e1118 e1118

Ains, Sys, la vida es cruel. e108
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