Una vez oi contar una historia...

[plafplaf]

Una vez oí contar una historia….una, y muchas veces, durante aquel verano en el que mis hermanos y yo, con mi madre, pasamos un mes en casa de mi abuela.

La historia era siempre la misma y siempre distinta. Nos la contaba mi abuela en las cálidas noches de julio, en el prado que rodeaba la casa, o en la oscura cocina las noches más frescas. Mi abuela era una abuela de las de antes de pueblo. Menuda, vestida de negro de los pies a la cabeza, muy trabajadora y autoritaria durante el día, se transformaba en esos momentos de la noche para contarnos la historia. Se sentaba en medio de nosotros, se colocaba sobre los hombros una pañoleta de colores que sacaba de la faltriquera, se aclaraba la voz y empezaba a contar. Mi abuela tenía magia, sí, magia de verdad. Su voz no era una voz cualquiera, tenía música. Contaba como la orquesta interpreta una partitura, sus palabras se deslizaban entre los violines, se mecían en las violas, temblaban en los timbales, saltaban con la tuba. Salían de sus labios, se columpiaban en el viento y penetraban en nuestros corazones. Era pura magia.

Sé que no va a sonar igual que cuando la contaba mi abuela, mi voz no tiene tantos registros y el escenario no es el mismo. No huelen los manzanos, ni canta el arroyo, no se bambolean las hojas de los árboles con el viento, ni brillan las estrellas en el cielo y el fuego no crepita en el hogar. Y sobre todo no somos niños que creamos en la magia de las historias contadas por mi abuela.

“Había una vez unos papás que se querían mucho, tanto, tanto, se querían que de su amor nació un niña en una flor. La niña era pequeñita, muy pequeñita, blanca como los pétalos de una margarita, con el pelo rubio como el botón de la flor. Francisco y Felicia, locos de alegría se la llevaron a su casa, la arroparon bien y la acostaron en una cuna preciosa que tenían preparada. La pequeña fue creciendo sana y alegre, con sus papás y sus hermanos, en esta misma casa en la que nos encontramos. Se sentaba en esta sillita donde yo me siento ahora, dormía en la cama donde duermes tú por las noches, comía en los mismos platos y con los mismos cubiertos que vosotros. ¿No lo notáis? Todavía tienen su olor.

Clara, era guapa, divertida, y con el tiempo se le manifestó un don muy especial: era capaz de ver el interior de las cosas, de los animales y de las personas. Por mucho que su madre escondiera el chocolate, ella lo encontraba sin abrir los cajones para buscarlo; sabía cuando el ternerillo buscaba su camino para nacer antes de que la vaca diera señales de parto; se enteraba de que su mamá estaba enfadada, asustada, o contenta, antes de que le asomaran las emociones a la cara. Los astros no tenían secretos para Clara, la luna le contaba sus cuitas, el sol jugaba al escondite con ella, el viento le hacía cosquillas en la cara. Así fue creciendo y creciendo hasta que se convirtió en una jovencita preciosa. Todo el mundo la adoraba y ella quería a todo lo que la rodeaba.

Un día pasó por aquí el rey con su hijo. Iban a la caza de un oso enorme que vivía en los hayedos. Día tras día salían a buscarlo y no conseguían encontrarlo. Alguien les habló de una jovencita que conocía lo que ocultaban las profundidades del bosque y el rey la mandó llamar. Cuando el príncipe la vio se enamoró locamente de ella, desistió de buscar al oso, apremió a su padre para que pidiera su mano, el rey accedió y al día siguiente salieron para la capital del reino donde se celebró una boda majestuosa con la novia más bonita que jamás se había visto.

Y colorín, colorado….”

Llegados a este punto me diréis. – Esto no es una historia, esto es un cuento.- Sí, justamente es lo que yo pensaba entonces, de niña, pero al hacerme mayor mi madre me contó que tuvo una hermana, llamada Clara, que murió a los 15 años de meningitis.

[Leary]

Muy bonita, Plafplaf. Me has recordado a mi padre, jamás me contó un cuento dos veces de la misma manera!

[niccolò]

Me encanta el preludio sobre la magia de la abuela, su voz entre instrumentos dándole sentido a la partitura!!

Yo tampoco era capaz de contarle un mismo cuento a mi hijo de la misma manera, ni él quería!!

[plafplaf]

Gracias, chicos.

Pues yo tengo unas hijas que me han exigido siempre contar los cuentos calcaos, con puntos y comas y la misma entonación, sobre todo la pequeña que se los sabía de memoria, o los recordaba, y no me dejaba hacer ni la más mínima variación. Asi que tome la determinación de que los cuentos que contaba fueran nuevos cada vez, inventados. Pilita y Miguelito eran siempre los protagonistas, les pasaba de todo pero cada cuento una cosa distinta.

Y así sobreviví.

[Pluxt]

Vision de rayos x, un gran don ...al menos el 50% de lo q es la inteligencia.

[plafplaf]

Vision de rayos x, un gran don ...al menos el 50% de lo q es la inteligencia.

Eres un tanto especial, Pluxt, casi siempre tienes una visión de las cosas que no coincide con la de la mayoría. Lateral.

[Pluxt]

Paradojas, q a mi lo q me gusta esa forma de mirar tuya ...tan directa.