Antes de que su padre muriera envenenado por orden del emperador Tiberio, Calígula lo acompañaba a las campañas militares: fue allí donde le pusieron el sobrenombre de “Calígula”, que quiere decir “Botita” (diminutivo de “bota”)…Arriba a la derecha vemos a Joffrey Baratheon de la serie Juego de Tronos, posiblemente inspirado en Calígula, y con un aspecto muy parecido a como debió ser el tirano de niño..
Infancia y adolescencia
Calígula nació un 31 de agosto del año 12, cerca de Anzio (actual Italia). Fue el tercero de los seis hijos supervivientes de Germánico y Agripina la Mayor, siendo sus hermanos Nerón y Druso, y sus hermanas Julia Livilla, Drusilla y Agripinilla. El padre de Calígula, Germánico, era un destacado miembro de la dinastía Julio-Claudia, y aún todavía es considerado como uno de los más insignes generales romanos; fue también nieto de Tiberio Claudio Nerón, e hijo adoptivo de Augusto. Entretanto Agripina, madre de Calígula, era hija de Marco Vipsanio Agripa y Julia la Mayor, y nieta de Augusto y Escribonia.
Cuando Calígula tenía apenas dos o tres años, comenzó a acompañar a su padre en las campañas militares que éste dirigía en el Norte de Germania. En ese contexto, fue algo así como una mascota del Ejército, y hasta le habían confeccionado un uniforme militar pequeño con una mini armadura y todo lo demás. Fue pues en ese entonces cuando recibió el sobrenombre de “Calígula”, cuyo significado es “Botita”… Ese sobrenombre, de tan tierno significado, resultó siempre molesto para él, y lo tuvo hasta sus últimos días, sin imaginar que, en la actualidad, los occidentales pensamos en sangre, muerte y horror cuando escuchamos el nombre “Calígula”…
Ya con siete años, Calígula acompañó a su padre en un viaje a Siria, donde éste moriría, un 10 de octubre del año 19, envenenado por un agente del emperador Tiberio, quien lo veía como un peligroso adversario político, al menos según el historiador Suetonio. Así, al perder a su padre, Calígula empezó a proyectar gran parte de sus necesidades afectivas sobre Incitatus, un caballo al cual endiosaría al llegar a asumir el poder del Imperio Romano. Por otro lado los análisis psicológicos, en base a las evidencias históricas, dicen que, ya que durante su niñez Calígula no tuvo una buena guía moral en su padre y casi todos los adultos lo trataban como alguien a quien tenían que servir y cuyos caprichos debían satisfacer, Calígula se volvió consentido, inmaduro, egocéntrico y narcisista. Pero además la muerte de su padre significó algo terrible en sí mismo para su desarrollo psicológico: lo vio morir joven, pese a que era grande y poderoso, de modo que, en cierta forma y a partir de un sentimiento de identificación con su padre, creyó (aunque fuese inconscientemente) que tendría el mismo destino, y esto detonó en él una actitud nihilista y fatalista.
Ahora, y puesto que no podía ya seguir con su padre pues éste no vivía más, Calígula tuvo que ir a vivir a Roma con su madre, y permaneció allí hasta que se deterioraron las relaciones de su progenitora con el emperador Tiberio, quien no quería que ésta se casara porque, en su paranoia, temía que el esposo se convirtiera en enemigo político, así que en el año 29, bajo falsos cargos de traición, la exilió a ella y a Nerón César, y Calígula pasó a vivir con Livia, bisabuela suya y madre del emperador Tiberio.
Cuando la vieja Livia murió, Calígula pasó a vivir con su abuela Antonia, junto con sus hermanas Agripina la Menor, Drusila y Lívila. Según se sabe, Calígula mantuvo relaciones incestuosas con sus tres hermanas, aunque su favorita, y de la cual realmente se enamoró, fue Drusila, a la cual tomó cuando ésta todavía era virgen. Lejos de ser algo esporádico, esas relaciones incestuosas eran tan frecuentes que una vez Antonia encontró a Calígula y Drusila haciendo el amor… Paralelamente, en el año 30 Druso César fue encarcelado, y Nerón César, hermano de Calígula, murió un año después en el exilio.
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Tiberio, el gran maestro de la depravación
Si a nivel de experiencias algo fue tremendamente decisivo en la conversión de Calígula en un monstruo, eso fue el hecho de ser llamado a Capri por Tiberio, cuando tenía 19 años, en el año 31. Allí, en la isla de Capri, por seis años Calígula tuvo que esconder el resentimiento que tenía hacia Tiberio a fin de sobrevivir. “Nunca hubo aquí un mejor sirviente o un peor maestro”, dijo un testigo sobre Calígula y Tiberio, ya que en esos seis años Calígula presenció todas las crueldades y depravaciones que Tiberio cometía, pues el “viejo granuja” (así le llamaba Suetonio) hizo cosas como: empujar cotidianamente a personas del acantilado, principalmente criminales, pero a veces también mujeres y niños inocentes; realizar orgías con niños, niñas, mujeres, hombres y adolescentes; ordenar y presenciar torturas; cometer violaciones; nadar desnudo en una piscina, junto a niños vestidos de peces que le hacían felaciones bajo el agua… Según el análisis de los expertos, Calígula, siendo una versión temprana del Síndrome de Estocolmo, terminó queriendo ser como Tiberio, y aprendió de él una filosofía hedonista y amoral en que la finalidad de la existencia era el placer, en que la vida de los demás no valía nada, y en que la violencia y el placer podían combinarse perfectamente bajo el más cruel y depravado sadismo…
A los 19 años, Calígula (derecha, la imagen es de un film) fue a la isla de Capri, donde vivía el viejo, cruel y depravado emperador Tiberio (izquierda), un sujeto despreciable que disfrutaba empujando personas de los acantilados, haciendo orgías bisexuales que incluían adolescentes, y nadando con niñitos entrenados en felaciones bajo el agua…
Si bien en esos años con Tiberio también Calígula se entregó a cosas como las artes escénicas, la danza, el mimo y otras actividades consideradas inconvenientes para los nobles pero buenas en sí mismas, también aprendió a disfrutar de las orgías y el desenfreno, y hasta se hizo el hábito de asistir disfrazado (con peluca y manto para que no lo reconozcan) a torturas y ejecuciones. “Cayo vive para su propia perdición y para la de todos”, había dicho Tiberio sobre Calígula, no sospechando de que el joven, aparentemente inofensivo, acabaría asesinándolo tiempo después.