Hallados los restos de un barco de la Batalla de Cartagena
Publicado: 20 Jul 2015, 08:39
Hallan los restos de uno de los barcos hundidos en la Batalla de Cartagena de Indias en 1741, la humillante derrota que sufrió la Royal Navy Británica ante unos pocos españoles (superados 10 a 1 en número) dirigidos por el almirante invicto Don Blas de Lezo.
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En la tumba situada en la abadía de Westminster del almirante británico que sufrió tan vergonzosa derrota, Edward Vernon, hay una placa donde puede leerse: "He subdued Chagre, and at Carthagena conquered as far as naval forces could carry victory"
"Sometió Chagre, y en Cartagena conquistó hasta donde las fuerzas navales pudieron llevar la victoria" .
Tumba de Vernon
El año pasado el príncipe de Gales colocó una placa conmemorativa a Vernon y a los británicos invasores muertos que intentaron pasarse a cuchillo a la ciudad, saquearla, torturar y violar todo lo que se moviera como era la costumbre británica de entonces. ¿Se puede ser más tonto? El escritor Óscar Collazos, por ejemplo, señalaba que «todos los seres humanos caídos en las guerras merecen ser recordados mientras no alteren el sentido de la historia. Se imagina una placa que recuerde el valor y el sufrimiento de los soldados nazis caídos en Leningrado (San Petersburgo)».
Finalmente la placa fue destrozada a martillazos los propios cartageneros indignados de que el príncipe o su reina madre homenajearan en su ciudad a sus invasores.
Antes
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En la tumba situada en la abadía de Westminster del almirante británico que sufrió tan vergonzosa derrota, Edward Vernon, hay una placa donde puede leerse: "He subdued Chagre, and at Carthagena conquered as far as naval forces could carry victory"
"Sometió Chagre, y en Cartagena conquistó hasta donde las fuerzas navales pudieron llevar la victoria" .
Tumba de Vernon
El año pasado el príncipe de Gales colocó una placa conmemorativa a Vernon y a los británicos invasores muertos que intentaron pasarse a cuchillo a la ciudad, saquearla, torturar y violar todo lo que se moviera como era la costumbre británica de entonces. ¿Se puede ser más tonto? El escritor Óscar Collazos, por ejemplo, señalaba que «todos los seres humanos caídos en las guerras merecen ser recordados mientras no alteren el sentido de la historia. Se imagina una placa que recuerde el valor y el sufrimiento de los soldados nazis caídos en Leningrado (San Petersburgo)».
Finalmente la placa fue destrozada a martillazos los propios cartageneros indignados de que el príncipe o su reina madre homenajearan en su ciudad a sus invasores.
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