Nueva Ámsterdam surgió del impulso que recibió la colonización holandesa de américa, con la creación en 1621 de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, a la que se otorgó la exclusiva de la explotación de las tierras hasta entonces exploradas por la pujante Holanda del siglo XVII en América del Norte, conocidas como Nueva Holanda.
Nueva Ámsterdam
Con el impulso de la nueva Compañía, se fundaron diversos asentamientos en la costa occidental de los actuales Estados Unidos, hasta que en 1626 avistaron una isla alargada, de unos 20 kilómetros, paralela al Río Hudson (llamado así en honor a Henry Hudson, un inglés al servicio de Holanda). Allí establecieron un fuerte al mando del gobernador Peter Minuit.
Pero la zona no estaba deshabitada, por lo que los holandeses, hubieron de negociar un acuerdo con los indios de la zona para la compra de una parte de sus tierras. En virtud del acuerdo, 9.000 hectáreas pasaron a manos de los colonos holandeses, por la increible cantidad de 60 florines (un poco menos de mil euros de la actualidad). Por supuesto, los indios no querían el dinero físicamente, sino que se les proporcionó artículos y herramientas como calderos, hachas, azadas y telas.
Así surgió Nueva Ámsterdam, que prosperó rápidamente con inyecciones de colonos holandeses procedentes de las capas mas pobres de la sociedad, convirtiéndose en la capital de las colonias holandesas, hasta que estalló en Europa una guerra entre Holanda e Inglaterra.
En 1664 el duque de York, hermano del Rey de Inglaterra, se presentó ante la colonia con una flota de cuatro navíos y 450 hombres, y aunque el gobernador Stuyvesant quiso luchar, los ciudadanos prefirieron ahorrarse la miserias de la guerra y claudicar ante los ingleses. A partir de entonces la ciudad, en honor a su conquistador, pasó a llamarse Nueva York.
