Normalmente los pueblos bárbaros que asolaron el Imperio Romano son sólo una breve lista de nombres en un libro de Historia. ¿Quiénes fueron realmente aquellos visigodos, ostrogodos, francos, vándalos o suevos? En este artículo explicamos el origen de uno de ellos: el de los vándalos.
Los VándalosLa epopeya de los vándalos comenzó a escribirse a finales del siglo IV de Nuestra Era. Antes de eso ya habían recorrido un largo camino desde su lugar de origen, al sur de la Península Escandinava. La más antigua mención que nos ha llegado de este pueblo germánico la hace Plinio el Viejo, quien los lista en una enumeración de pueblos que habitaban en Europa Oriental, fuera de las fronteras romanas. A mediados del siglo I los encontramos residiendo en el territorio que hoy comprende la actual Polonia, hasta que a finales de la siguiente centuria se dividen en dos grupos: los silingos, que permanecieron allí, y los asdingos, que se desplazaron hasta los Sudetes.
Los asdingos participaron en las guerras marcómanas sirviendo a Marco Aurelio como auxiliares en la Dacia. Durante el reinado de Constantino se asentaron en Panonia. A finales del siglo IV fueron cristianizados pero adoptaron la fe arriana a diferencia de los romanos, quienes seguían el credo de Nicea.
Por aquellas fechas algo comenzó a desestabilizar los territorios de las tribus germánicas: los hunos. Lejos del poder que alcanzarán durante el reinado de Atila, sin embargo los hunos ya iniciaron un periodo de prosperidad acompañada de un poderío militar que iba en aumento. Huyendo de ellos, algunos pueblos comenzaron a desplazarse hacia el oeste. Los vándalos asdingos pusieron rumbo al sur en 401 e intentaron cruzar el Danubio para establecerse en las fértiles tierras del Imperio Romano de Oriente. Tras ser rechazados pusieron rumbo al oeste pasando aquel invierno en la provincia de Raetia, en la actual Austria.
El siguiente lustro los vemos avanzando hasta el Rin. A sus huestes se les unieron contingentes de sus hermanos, vándalos silingos, así como un nutrido grupo de suevos. Al llegar al Rin, que llevaba sirviendo como frontera entre la provincia de la Galia y el mundo bárbaro desde cinco siglos antes, su avance se detuvo. La zona estaba puesta bajo la protección de los francos, quienes presentaron una dura batalla que le costó la vida al rey vándalo, Godegisilio, y a 20.000 de sus hombres. Tras lograr la victoria, el 1 de enero de 406, los vándalos y los suevos penetraron en la Galia y rompieron la frontera del Imperio Occidental. Según apuntan muchas fuentes el Rin estaba congelado, circunstancia que aprovecharon los bárbaros para cruzarlo sin dificultad.
En aquella década Roma vivía una época de anarquía. El emperador Honorio tuvo que hacer frente a la usurpación de Constantino III y al ataque de los visigodos liderados por Alarico. Todo este caos fue aprovechado por los germánicos, que tras un lento avance por la Galia, saquearon Aquitania y cruzaron los Pirineos en el otoño del 409. Fue el momento en el que silingos, asdingos, suevos y vándalos se separaron y pusieron rumbo a zonas distintas de la Península Ibérica para que les resultara más fácil el saqueo y el pillaje.
Dos años después la situación de Honorio había mejorado sobremanera. Alarico había muerto y Constantino III pronto le siguió rumbo a la tumba. Fue el momento en el que la corte de Rávena, nueva capital imperial, pudo retomar las riendas de lo que pasaba en sus dominios. Desde el punto de vista militar, la situación hispana era de difícil arreglo por lo que se decidió recurrir a la solución de firmar un foedus, pacto de asentamiento, con los pueblos que entraron en la Península en 409. Los asdingos se establecieron en Galicia y los silingos en la Bética, dando nombre, según una de las teorías existentes, a la comunidad autónoma de Andalucía cuyo topónimo provendría de Vandalusía, nombre con el que se conoció a la región tras el establecimiento de los vándalos allí.
Los vándalos permanecieron en la Península durante dos décadas protagonizando saqueos como el que asoló Cartago Nova en 425. Poco después se produjo su paso a la provincia de África desde donde fueron llamados por el gobernador provincial Bonifacio, quien quería su ayuda para luchar contra Aecio por la tutela del joven emperador Valentiniano III. Allí crearon su reino que será uno de los actores que precipitaron el final del Imperio Romano de Occidente.