El genocidio indígena de los selkham perpetrado por los chilenos, los argentinos y los colonos británicos en el siglo XX
Por genocidio selknam (genocidio selk'nam o genocidio ona) se conoce a los hechos definidos como genocidio ocurridos entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en contra de los selknam u onas, pueblo amerindio de la isla Grande de Tierra del Fuego. La última representante pura de este pueblo, Ángela Loij, falleció en 1974. Actualmente solo existen algunos descendientes mestizos de esta etnia.1
Hacia fines del siglo XIX la isla Grande de Tierra del Fuego concitó el interés de grandes compañías ganaderas. La introducción de las estancias ovejeras creó fuertes conflictos entre los nativos y los colonos británicos, argentinos y chilenos, conflicto que adquirió ribetes de guerra de exterminio. Las grandes compañías ovejeras llegaron a pagar una libra esterlina por cada selknam muerto, lo que era confirmado presentando manos u orejas de las víctimas. Las tribus del norte fueron las primeras afectadas, iniciándose una oleada migratoria al extremo sur de la isla para escapar de las masacres. En busca de alternativas a la matanza, en 1890 el Gobierno chileno cedió la isla Dawson, en el estrecho de Magallanes, a sacerdotes salesianos que establecieron allí una misión dotada de amplios recursos económicos. Los selknam que sobrevivieron al genocidio fueron virtualmente deportados a la isla, la que en un plazo de veinte años cerró dejando un cementerio poblado de cruces.
El genocidio
La llegada de argentinos, chilenos y colonos británicos al territorio selknam trajo consigo un conflicto asimétrico entre aventureros, buscadores de oro, colonos y ganaderos por un lado y los selknam por el otro. La ocupación de los territorios desató represalias por parte de los selknam, que no dudaron en defender y vengar actos que se habían desencadenado: muertes, violaciones, vejaciones. El resentimiento fue un estado permanente, manifestándose con animosidad hacia los empleados de estancias, rompiendo los cercos, arreando grandes cantidades de animales, quemando casas y atacando a hombres.[cita requerida] Pero esta actitud no logró traducirse en un verdadero ambiente bélico, por las claras desventajas materiales que poseían los selknam frente a todo el cuerpo establecido para su ataque y captura. Esta diferencia fue el elemento clave que no permitió generar una resistencia por parte de los indígenas para permanecer en sus territorios, y en consecuencia la rendición y la resignación forzada, fue una de las tantas causas para su desaparición como pueblo establecido.
Gusinde relata cómo los cazadores «enviaban los cráneos de los indios asesinados al Museo Antropológico de Londres, que pagaba ocho libras por cabeza»
En la fotografía se ve a Julio Popper, un argentino cazador de indígenas con un Ona muerto a sus pies.