Tratado de Ancón

Debate sobre todos los acontecimientos de la historia universal

Moderador: Blackneis

Tratado de Ancón

Notapor kematian » 10 Abr 2011, 02:35

Al terminar la Batalla de Huamachuco, la cantidad de muertos y armas enemigas que quedaron en el campo de batalla dejaron en claro a los chilenos que la victoria parecía ser definitiva. Sin embargo, al regresar al pueblo y presenciar los estragos que la violencia peruana había dejado contra los civiles inocentes los días anteriores, por haber permitido que allí alojaran los chilenos, además del deseo de venganza que contenían desde hacía justo un año, por lo de La Concepción, desató una colérica reacción de parte de los hombres de Gorostiaga, quienes decidieron castigar con el máximo rigor a los jefes peruanos y a sus soldados, siendo fusilados, incluyendo al Comandante Leoncio Prado, hijo del ex Presidente Mariano Ignacio Prado, quien fue ultimado de un disparo en la cabeza, lo que llevó erradamente a muchos a pensar que se había suicidado evitando caer en las garras del enemigo. Por supuesto que los historiadores han condenado el ajusticiamiento de Prado por los chilenos, presentándolo como un crimen de guerra. Sin embargo, se recordará que esta era la tercera vez que el guerrillero -que había adquirido amplia experiencia en la insurgencia de Cuba- era detenido en combate, habiendo estado preso inclusive en Santiago, siendo liberado bajo promesa con su honor de que no volvería a comprometerse en acciones de guerra. También hubo desertores chilenos que fueron drásticamente castigados, esa misma jornada.

Este acontecimiento es otro de los hechos que el Perú jamás le ha perdonado a Chile, enrostrándoselo históricamente como una masacre innecesaria a pesar de la carnicería que las fuerzas de Cáceres habían cometido contra sus propios compatriotas en Huamachuco.

Con la guerrilla destruida, con la Sierra libre de las fuerzas de Cáceres y con el gobierno de Iglesias en pie, la hora de la rendición había llegado. El Gobierno de Chile ordenó el envío de armas y préstamos de dinero a Iglesias, al mismo tiempo que se ordenaba una expedición al mando del ilustre Coronel José Velásquez contra Arequipa, donde permanecía el Almirante Montero.

La noticia de la derrota de Cáceres desató el estupor de las montoneras que aún rondaban por el interior. Desesperados, los Comandantes Albarracín y el cubano Pacheco Céspedes cargaron todas sus últimas fuerzas contra los destacamentos chilenos que allí permanecían, sin éxito. Frustrados, arremetieron contra sus mismos compatriotas saqueando pueblos y asolando caseríos en busca de provisiones. Montero, en tanto, a fines de julio de 1883, dispuso que un grupo de sus hombres partiera rumbo a Moquehua, conciente de que iba a caer tarde o temprano.

El 2 de agosto, Pacheco Céspedes fue interceptado con su montonera en Mirave. 150 unidades de Caballería de los Escuadrones Las Heras y General Cruz, y 50 soldados del 5º de Línea, al mando del Mayor Duberlí Oyarzún, aplastaron a sus hombres, obligándoles a salir huyendo en desorden. Aparentemente limpio de montoneras, Velásquez partió por el camino hacia Arequipa de Sama, con 2.200 hombres del 5º de Línea, Ángeles, Carampangue y Rengo, más los Escuadrones de General Cruz y Las Heras. Partieron el 14 de septiembre y llegaron a Moquehua, ocupándola sin resistencia. Las tropas de Del Canto habían desembarcado cerca de Ilo y marchado también hacia el interior, para reunirse con Velásquez. Formaban este grupo 3 mil hombres del 2º de Línea, 4º de Línea, Lautaro y Curicó; 200 eran de caballería.

Alertado por el inminente avance chileno y la nula capacidad de dar real resistencia, Montero llamó a su Jefe de Estado Mayor, General César Canévaro, intentando un último acto de concentración de defensas. Sin más opción que aprovechar la geografía de la zona, se pretendió dar combate a las fuerzas de Velásquez en Huasacache, destacando posiciones también en Chacaguayo, Pocsi y Puquina, todas ellas en altura.

Mientras esto ocurría, el 17 de septiembre, el Presidente Santa María enviaba a Aldunate a Lima para el reconocimiento del nuevo gobierno del Perú, ya no más Regenerador, sino oficial y constituido.

Tras mucho andar, Velásquez emprendió el avance a Morromo y Omate un mes después de iniciada la misión de Aldunate, hacia el 16 de octubre de 1883. Pasaron por la misma Cuesta de los Ángeles que en 1880 había sido testigo de otra gran victoria chilena, y determinaron que debían lanzarse desde el próximo destino, directamente a la cuesta de Huasacache, donde les esperaban los últimos esfuerzos de resistencia del Perú.

En tanto, el día 18 de septiembre, Chile emitía el reconocimiento oficial del Gobierno de Iglesias, a través de Novoa, y el mandatario peruano partió por mar a la ciudad de Ancón, donde le esperaban Novoa y 830 soldados peruanos. El día 20 de octubre se firmaba el Tratado de Paz y se ponía término oficialmente a la guerra. En el acuerdo, se reestablecían las relaciones entre ambos países, se cedía Tarapacá perpetuamente a Chile y pasaría a su territorio Tacna y Arica hasta que un plebiscito decidiera si así continuaba o retornaban al Perú, debiendo pagar el ganador del mismo 10 millones de pesos a la otra parte.

Este acuerdo histórico es el que ha pasado a la historia como el Tratado de Ancón. Con él, Chile podía dar ya como técnicamente ganada la guerra.
kematian
 

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