Cosme García poco que se busque en la historia de la ciencia y la tecnología, sobre todo en la española, aparecen brillantes diamantes olvidados casi por completo.
El tal Cosme, nacido en Logroño allá por 1818, era todo un “manitas” muy inquieto. Desde muy pequeño se dedicó a realizar todo tipo de artilugios, trabajó como “guitarrero”, fue militar, amante de la caza… ¡y consiguió en 1859 un privilegio de invención, o sea una patente, sobre un barco capaz de navegar bajo las aguas! En efecto, se trataba de un submarino, lo malo es que hoy la historia de la tecnología mundial no se acuerda de Cosme como precursor de la flota submarina.
Don Cosme García y Sáenz, inventor del primer barco para la navegación submarina por los años del 59 y 60. Privilegio de fecha 16 de Noviembre de 1859, según consta en acta notarial fecha 6 de Agosto de 1860 en Alicante…
Con las patentes de sus primeros inventos consiguió algún dinero, que empleó en sus siguientes artilugios. Aquellas primeras máquinas comprendían un sistema de impresión tipográfica, que tuvo poco éxito y la ya citada “máquina de timbre en tinta” que resultó todo un éxito. Tanto es así que, durante los siguientes veinte años desde su patente, Cosme consiguió contrato con Correos para su explotación.
Como apasionado de la caza, también patentó diversos tipos de armas de fuego, siempre buscando sistemas “de repetición”, su gran sueño en este campo tecnológico. No se puede decir que sus patentes de armas fueran un éxito, en España casi nadie se interesó por ellas.
Como la máquina de sellar le daba buen rendimiento económico, Cosme pasó a invertir en su más descabellado invento. Al final resultó que no era mala idea. En total, construyó dos prototipos de submarino. El primero de ellos no era más que una especie de cilindro metálico de unos tres metros de eslora. Lograba sumergirse a través de la inundación de varios depósitos localizados en los costados del “barco”. La propulsión se lograba con remos. En verdad, aquella cosa no funcionó muy bien el día de la prueba en Barcelona.
Más tarde, encargó la construcción de un segundo modelo, a la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, que ya había montado el primero. Al igual que haría dos años después Monturiol con su Ictineo esta segunda máquina se probó en Alicante, en el verano de 1859, siendo tripulado por varios de los hijos de Cosme. El “aparato-buzo”, como fue denominado, tenía casi seis metros de eslora, cierre hermético, remos de giro y una hélice, además de depósitos de lastre. Esta vez las pruebas, controladas notarialmente tal y como exigía la ley de Privilegios, fueron todo un éxito pero, sin embargo, nadie hizo caso de tan extraño “chisme”. Lamentablemente el submarino de Cosme García fue olvidado, tras ser hundido en el lugar de la prueba por un hijo de Cosme, al no encontrar ningún apoyo oficial para continuar la aventura…
Eso sí, muchas décadas más tarde, en 1917, la Armada Española bautizó como Cosme García A2 a unos de sus submarinos. En 1972 el submarino estadounidense USS Bang, cedido a la Armada, fue también llamado Cosme García, esta vez con el numeral S-34.