Grandes Marinos Españoles

Debate sobre todos los acontecimientos de la historia universal

Moderador: Blackneis

Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 14:14

Abro este tema por que vi en un foro el trabajo de investigación que hizo una forera aficionada en el tema, que se lo curró un montón y lo quiero traer aquí para el disfrute de todos.

la chica se hace llamar "Crimilda" y nos ofrece mucha información e ilustraciones de nuestros grandes marinos del siglo XVIII.

espero que os guste.

José Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga (1656-1728)

Era un militar, marino, y constructor naval que innovó de tal manera (siempre de forma totalmente científica) en este campo, que muchos de los elementos que aporto a la construcción naval fueron copiados por holandeses e ingleses. (No siempre ha sido, ni es, ni será más que una frase de nuestro genio eso de “¡Qué inventen ellos!”). Meritoriamente llegó a Almirante Real de la Armada.


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Tres fueron sus obras principales: Arte de fabricar reales, Proporción de las medidas arregladas a la construcción de un bajel de guerra de setenta codos de quilla y Proporciones de las medidas más esenciales para la fábrica de navíos y fragatas. En ellas se modificaron las medidas -haciéndolos mas grandes- y las formas de los navíos de guerra. De ahí su influencia en la construcción naval europea del siglo XVIII.

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Vista lateral de "Nuestra Señora de la Concepción y de las Ánimas"(Arte de fabricar reales)

Pero también escribió y publicó:

Norte de la Navegación hallado por el Cuadrante de Reducción (1696), basada en una obra del francés Blondel, con la que se introdujo el uso del cuadrante en España.

Cuadrante Geométrico Universal para la Conversión Esférica a lo Plano, aplicado para el arte de Navegar, (1697) un tratado sobre las cartas esféricas.

Tampoco fue manco en aquello de la navegación: Mandando una Armada, volviendo de Nápoles, se encontró a la altura de Mahón a una escuadra francesa muy superior, la del Mariscal Tourville, que emboscado pretendió aniquilarle, su pericia en burlarle le libró del desastre.

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Oleo de Nuestra Señora de la Concepción y de las Ánimas por Martín Amigo.


Sirvió en el Mediterráneo en operaciones combinadas con las escuadras aliadas de ingleses y holandeses; en una campaña naval en el Mediterráneo; en Canarias; en la expedición de 500 hombres formada para expulsar a los escoceses (1700-1701) que habían ocupado Darién. En la guerra de Sicilia, a pesar de la derrota de la flota española en el cabo Passaro, su bravura y el vergonzoso y deshonroso comportamiento de la flota británica (que atacó por sorpresa, sin previa declaración de guerra entre ambos países) su prestigio no sufrió menoscabo.

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Batalla de Cabo Passaro de Richard Paton

Sus últimos años estuvo al mando de la Flota de Indias, donde demostró una vez más su pericia y su valor. De casta le debía venir a Churruca, pues era pariente suyo. Entre 1726 y 1727 logró traer a España 31 millones de pesos burlando la acechanza y codicia inglesa en una hábil maniobra nocturna pasando entre las naves enemigas, que como sabemos bloqueaban el paso de nuestros barcos, al llegar a un puerto gallego con la flota íntegra. El Rey Felipe V le premió con la concesión de una renta vitalicia de 1.000 ducados anuales para él y 1.500 ducados para su hijo.

A veces, pocas, el poder se rinde al genio.





Francisco Javier Cornejo López –o Vallejo- (1669-1750)


nacido en Ruesga (Santander), era un marino que, según los escritos del Ministro de Marina (1881) Vicealmirante Don Francisco de Paula Pavía y Pavía y del militar e historiador Jacobo de la Pezuela (1811-1882), puede ser considerado “un gran servidor a la patria, orgullo de la marina y ejemplo de posteriores generaciones”.


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Nápoles, 1700

Comenzó como arcabucero, destacándose en el sitio de Camprodón (Gerona, 1689) en las guerras entre Carlos II y Luis XIV. Contra los franceses luchará también en Nápoles (1692), en Baya (1693) frustrando el intento de incendio de las naves por parte del enemigo, lo que le valdrá el título de alférez de infantería.

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Ceuta, 1700 por Jacques Chiquet


En 1694 lo encontramos en Mahón construyendo fortificaciones y al año siguiente en Ceuta defendiendo la ciudad contra el sanguinario sultán marroquí Mulay Ismail, del que se cuenta, que una de sus aficiones favoritas era ejecutar esclavos (36.000, según algunas fuentes) y del que un embajador francés dijo “que se había atrevido a recibirle, tan tranquilo, lleno de sangre hasta los codos”.


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Ceuta, 1700

Está en Cádiz en 1700 y desde allí se embarca hacia Nápoles, en la escuadra del mariscal de Francia conde de Estrees.

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Cádiz, 1700

En 1703 fue nombrado Ayudante Real del ejército de Andalucía. No falta a la cita de 1704 en Portugal, donde Francisco Arias del Castillo Fajardo y Muñoz, Marqués de Villadarias, conquistó las ciudades de Zafra, Castel David y Marvan.

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Gibraltar por Thomas Whitcombe

Tampoco faltará ese mismo año en el sitio de Gibraltar, mandando una expedición franco-española de 6 capitanes.

http://i35.tinypic.com/258yyr4.jpg

¿Descansó aquí el muchacho? ¡Ni mucho menos! En 1706 y al año siguiente le vemos en Portugal, en Serpa y Moura, apoyando al ejército de Osuna. En 1708 debe encargarse de defender el castillo de Santa Mónica del Puerto de Santa María, desde donde se desplaza a Tarifa, para defenderla del ataque inglés. En 1715 consigue el grado de Capitán de fragata y con su fragata Sorpresa se va a Mahón incorporándose a la escuadra que toma Ibiza del dominio inglés

En la toma de Ibiza se distinguió al mando de su fragata y apresando a la guarnición inglesa. Mahón, Palma, Ibiza, no será la última vez que combata a los ingleses.


Capitán de navío en 1716, con su fragata Hermione va hacia Nueva España para llevar al virrey marqués de Valero y vuelve con un cargamento de 5.000.000 de pesos, 150 arrobas de plata, y abundantes regalos para la corte. En 1718 conduce tropas a Cerdeña y regresa luego a Veracruz en 1719 con un cargamento todavía mayor, y en 1720 vuelve de La Habana con un millón en oro y plata y otro de mercancías. No es extraño que la próxima vez que le veamos sea como Jefe de Escuadra, en 1721, ya que no era fácil pasearse por la mar océana con esos tesoros, con la cantidad de piratas, compinches de los gobiernos extranjeros, que sufríamos.


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Fragata Hermione de 1780, francesa

Entre 1723 -en que persigue 4 barcos ingleses en Costa firme (Venezuela) de los que consigue capturar uno- y 1733 estará en Cádiz, ascenderá a Teniente General, gobernará una escuadra que zarpa de Alicante con 535 velas a tomar Orán, plaza que naturalmente toma, incluyendo el castillo de Mazalquivir, por lo que recibió la encomienda de Moraleja de la Orden de Alcántara.

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Nombrado Comandante General de El Ferrol, es encargado de construir naves, demostrando una vez más sus dotes de organizador, construyó un gran número de estas.

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Navío de la época.

Es nombrado Individuo de la Junta del Real Almirantazgo en 1737, Vocal de la Junta de Baldíos en 1740 y en 1742 ingresó como Consejero en el Supremo de Guerra, del que llegó a ser decano.





Juan José Navarro, (1687-1772)

Marqués de la Victoria. Militar español que tomó parte en la guerra de Sucesión española en el partido de Felipe V, en la conquista de Cerdeña (1717) y en la expedición contra Orán (1732).

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Grabado representando a D. Juan José Navarro de 1880.


Logró una importante victoria sobre la marina británica (recordemos que las escaramuzas y batallas navales por el control del comercio indiano, serán constantes en estos siglos, sobre todo con los británicos) en las islas Hieres, lo que le valió el título y el cargo de teniente general de la marina.

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Escuadra inglesa por Francis Swaine.

Escribió varios tratados náuticos, el más importante: Diccionario demostrativo, con la configuración y anatomía de toda la arquitectura naval moderna.

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Página del Diccionario del Marqués.

Estamos en 1741 cuando toma el mando como Jefe de escuadra (9 navíos), sustituyendo a don Francisco Liaño, de baja por enfermedad. Zarpa desde Cádiz rumbo a El Ferrol para reunirse con los buques que mandaba el capitán de navío don Ignacio Dauteville para dirigirse posteriormente a Italia, con el fin de asegurar el suministro y las comunicaciones de los cincuenta mil hombres que mandaba el Duque de Montemar.

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Cádiz en 1613

Poco después la escuadra del británico John Norris se dirige a El Ferrol con el propósito de bloquearlo y no permitir esta ayuda. Estamos en guerra con Inglaterra desde 1739, y nuestra flota de 51 barcos de guerra lo tiene crudo contra los 115 británicos. Pero D. Juan José había tomado ya “las de Villadiego” y se había dirigido al Mediterráneo con todos los barcos ya (10 navíos, 5 fragatas de dos puentes y dos buques menores), a pesar de que sabía que estaba apostada en Gibraltar la escuadra inglesa del almirante Haddock desde 1738.

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Construcción de una fragata, del diccionario en cuestión.

Mucho Haddock, sí señor, pero pensando que lo que peligraba era Menorca andaba despistado y no pudo interceptar el paso a Navarro cuando Norris no llegó a tiempo de pillarle en El Ferrol. Navarro logró pasar sin combatir, y nuestra escuadra, de paso, capturo a la fragata mercante Williams al pasar por el Estrecho.

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Fragatas inglesas de un cuadro de Geoff Hunt


He empezado por esta campaña y no he hablado nada de la conquista de Cerdeña y de la expedición de Orán, que menciono al principio, porque en la conquista de Cerdeña la escuadra la mandaba el marqués de Mari (del que tengo pocas noticias, dicho sea de paso) y nuestro héroe era un oficial más.

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Mapa árabe antiguo de Cerdeña.

Y en la expedición contra Orán (1732) mandaba el navío Castilla, sí, pero estando las fuerzas navales al mando del general Cornejo. Además, cosas de los hados, en el Castilla se encontraban también otros dos militares de lo mejor del siglo XVIII: el general del ejército marqués de Santa Cruz de Marcenado (Álvaro José de Navia Osorio y Vigil -1684/1732-, muerto en Orán) elegido por la Real Academia de la Historia, en 2005, como uno de los 500 españoles más relevantes de la Historia), y para colmo, el jovencísimo Jorge Juan debutando.

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Navíos del XVIII

Navarro y el marqués de Santa Cruz entablaron una profunda amistad, rota por la muerte prematura del aristócrata asturiano. Este episodio, si no lo incluyo en la vida de Jorge Juan lo pondré en capítulo aparte cuando lo pueda estudiar bien.

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Plano con las defensa construidas por los ingenieros españoles en la plaza de Orán a partir de 1732. (ingenierosdelrey.com)

¿Y dónde habíamos dejado a nuestro héroe? Ah, sí, dirigiéndose al Mediterráneo, a Barcelona para reunirse con más tropas para lo de Italia.

Perseguido por la escuadra de Haddock, imagino que éste estaba bastante molesto, hasta Cartagena, casi a la entrada aparece la escuadra francesa al mando de De Court de la Bruyere. Los franceses parece que no estaban en guerra con los británicos, con lo que no podían atacar directamente, pero como tenían interés en que los británicos no se salieran con la suya, habían prometido que si Albión atacaba, La France ayudaba a que se fastidiara. El mister decide dirigirse a Mahón, por si las moscas, a esperar refuerzos. Esto fue el 19 de noviembre.

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Navíos franceses

Acercándose a Ibiza, tres días más tarde, las escuadras sufren un violento temporal que abate el mastelero de gavia del buque insignia, el precioso navío Real Felipe, (del que ya hablé y puse fotos en mi hilo de barcos) mientras que el resto de los buques sufren diversos daños.


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Por fin llegan a Barcelona el 4 de enero de 1742.

Ya en Barcelona Navarro, junto a la escuadra francesa, el 14 de enero zarpa para escoltar los refuerzos que se mandan a Orbitelo (Italia) donde estaba el ejército español en la lucha contra los austriacos. La expedición de socorro se componía de 52 naves mercantes con tropas, armas y pertrechos.

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De nuevo, un temporal la toma con el Real Felipe, que estuvo a punto de hundirse, y obliga a la escuadra a refugiarse en las islas Hieres. Entre temporales y paradas forzosas por los mismos, llegan al puerto de La Spezia, en el Golfo de Génova, donde por fin desembarcan las tropas y el resto de ayuda.

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Más temporales, pero llegan a Tolón en febrero donde permanecen el resto del año y el siguiente a causa del bloqueo de HaddocK y Mathews, ahora al mando, que contaban con 32 navíos (según algunas fuentes sería 62, 29 de Haddock y 32 que aportaría Mathews). Poco podía hacer Navarro con los 12 que contaba a principios de 1744. Sin embargo, la escuadra franco-española zarpará de Tolón a las órdenes de De Court el 20 de febrero. Navarro con sus 12 navíos, 6 de guerra y 6 marchantes (de la Carrera de Indias), poco podía hacer pero contaba con los franceses y sus 16 navíos si las cosas se ponían feas y salió dispuesto a combatir. Recordemos que esa era la política de los franceses, que no estaban en guerra: intervenir sólo si España era atacada.

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El enfrentamiento no se hace esperar, ocurre cerca al Cabo Sicié el día 22. Sobre las heridas mortales del Real Felipe, su fortaleza, la bravura y el sacrificio de su comandante, el capitán de navío don Nicolás Geraldino, y de los demás marinos españoles, ya lo puse en mi hilo de barcos y lo encontraréis mas profusamente relatado en la maravillosa página de “todo a babor”.

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Real Felipe y Namur

Sobre cómo Matheus atacó la retaguardia de la flota y Navarro y el resto de españoles se defendió con bravura, venciendo malherido ante el despiste de los franceses, lo veréis mejor en esta página.
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Tol%C3%B3n

Yo sigo con mi relato escueto, eso sí ilustrado, de nuestros grandes marinos, pero no me resisto a copiaros sólo un poquito, para que veáis la tensión.

“El Hércules, matalote de popa del Real, rechazó vigorosamente el ataque de tres navíos enemigos. Fue un gran apoyo para su capitana; recibió muchos impactos en su costado de babor, algunos a flor de agua, pasados sus palos y vergas y cortado todo su aparejo. Pudo rehacerse saliéndose algo de la línea. El Constante, matalote de proa del Real, echó abajo la verga de trinquete y la cebadera del navío que le atacó primero, haciéndole retirarse con grandes destrozos. Este fue reemplazado por dos, con los que siguió batiéndose durante las tres horas que duró este primer ataque. Muerto su valeroso comandante Don Agustín de Iturriaga, con grandes averías y muchas bajas, se sotaventeó algo para poder reparar aquéllas”.

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Combate de Tolón (22 de febrero de 1744) por Diego Mesa.

Navarro, herido, se retira a Cartagena, donde puede. Por esta gesta recibirá el empleo de teniente general y el título de Marqués de la Victoria. La escuadra española, desde allí hizo bastantes presas británicas, por lo que Gran Bretaña se decidirá a mandar a Rowley para cercarla.

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Navío inglés (es el Royal Charles, que capturaron los holandeses en Medway, pero a falta de pan...)

En 1750 obtiene el cargo de capitán general del departamento de Cádiz y director general de la Armada. Más tarde, 1759, sería nombrado Capitán General de la Armada. Sus servicios al rey Carlos III y a España seguirán hasta los 84 años en que murió. Por cierto, ideó el código de señales que luego en 1736 copiaría el vizconde de Morogues para la armada francesa, y que no se había aprobado ni puesto en práctica en España por oposición de algunos generales, hasta que el mismo Navarro puso en práctica en 1759 aprovechando un viaje en el que llevaba al rey ¡Hay que fastidiarse, con j! También creó el Cuerpo de Inválidos en 1767. Y al principio ya dijimos que escribió, aparte de su diccionario, libros sobre matemáticas y maniobras, geografía…

Y no sigo más porque no acabo nunca. Es lo que tienen los grandes personajes de la Historia, que no paran.



Continuará
Última edición por Anonymous el 11 Feb 2011, 12:17, editado 1 vez en total
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 14:53

D. Manuel Alonso Pérez de Guzmán y Pimentel (Huelva 1671-1721)

XIX Conde de Niebla, XII Duque de Medina Sidonia, X Marqués de Cazaza, Capitán General del Mar Océano, y costas de la Andalucía, de la Orden del Toisón de Oro, Capitán General de Cataluña entre 1690 y 1693

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Carlos III comiendo ante la corte. de Luís Paret (1746-1749)


Pero no he encontrado nada de él en absoluto, salvo su aristocrática genealogía, nada extraño, por otro lado, porque como todos bien sabéis el futuro oficial de la Marina del siglo en cuestión -que solía ingresar como guardiamarina sobre los 14 años- tenía como condición indispensable en todos los países el pertenecer a la nobleza. Se libraban de esta condición la marina inglesa, holandesa y, por supuesto, la americana. En este siglo precisamente irán cambiando las cosas, con harta paciencia para los advenedizos. En fin, si alguien sabe alguna hazaña de este Capitán General del Mar Océano y costas de la Andalucía que lo diga ahora o calle para siempre. Seguimos, pues. Por cierto, después del que sigue viene D. Blás.



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D. Rodrigo de Torres y Morales, (1687-1755)

primer marqués de Matallana, Teniente general de la Real Armada, Ministro del Consejo Supremo de Indias, Caballero de justicia de la Soberana Orden de San Juan de Malta, Marchamo de la Real Aduana de Cádiz… pero en resumen y lo que más nos interesa: fue un marino español y almirante de su Armada.

Este guadalajareño no ingresó en la marina hasta los 22 años, aunque venía de la carrera militar, y su primer servicio, luchando contra la piratería mediterránea, será en las galeras de Malta y más tarde con el rango de teniente le vemos en Sicilia donde ya realiza sus primeras presas, que parece ser era una de sus habilidades.

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Gran puerto de Malta, Giorgio Pullicino

En 1713, ya en España y dentro de la guerra de Secesión, le vemos en el sitio o bloqueo de Barcelona, al mando de la goleta San José llevando pertrechos a los sitiadores una y otra vez y de paso capturando más de 20 embarcaciones que venían de Cerdeña y Mallorca.

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Al año siguiente, tras un combate de más de 3 horas con dos goletas del bando contrario, cae herido y es hecho prisionero. Pasará en prisión, en Mallorca, casi un año, hasta que la isla es conquistada por el bando borbónico. Tuvo la suerte de estar en el bando ganador. Esta, la suerte, es un factor imprescindible en la carrera de un guerrero. Así que marcha de nuevo a Cerdeña con la escuadra del marqués de Mari y el general marqués de Lede. Vuelve a España y zarpa para la Habana al mando de una fragata, pero regresa enseguida para participar en un combate con dos navíos holandeses, a los que pone en fuga, en cabo de Gata.


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Este combate es tristemente recordado porque murió combatiendo en el San Juan Bautista el primer guardiamarina español, que aunque no he conseguido saber nada más que su nombre, lo dejo aquí: Antonio Hermenegildo de Barrutia

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Maqueta del San Juan Bautista (flechasolis.iespana.es)


le habíamos dejado en 1718 en cabo de Gata poniendo en fuga a dos navíos holandeses. Además del navío San Juan Bautista que mandaba D. Rodrigo, le acompañaba la fragata Galera de España.

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Combate de fragatas.

Le vemos después en la batalla de Cabo Passaro, de la que hablamos cuando vimos la vida de D. Antonio Gaztañeta, quien mandaba la flota española.

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Flota de George Byng, cuadro de Kaspar Blotler. Este Byng mandaba la escuadra atacante.

Rodrigo (él me perdona la confianza, poco le importa ya todo) iba al mando del navío Hermione, de 44 cañones, en posición adelantada por lo que fue uno de los pocos que consiguió salvar su nave del alevoso ataque. También se salvaron los navíos San Luís y San Juan Bautista, porque habían sido destacados los tres a Malta, antes del ataque británico.

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Ya de nuevo en España en 1719, marcha a Escocia en la escuadra de Baltasar de Guevara como segundo comandante, al mando del navío Nuestra Señora de Guadalupe para apoyar a los partidarios de los Estuardos, pero una terrible tormenta los dispersa.

Del Cantábrico navega a Cádiz con la orden de salvar las naves del acoso inglés. Y lo logra. Se enfrenta a la escuadra de Cavendish cerca del cabo San Vicente y consigue rechazarla y hacer que se retire. Siendo ya Capitán de navío, en 1720, toma el mando del navío Catalán y vuelve al Caribe, junto con el navío Cambi (o San Bartolomé) y la fragata Fidela (no sé donde he leído, por lo tanto no sé si será cierto, que nuestros navíos no eran sino fragatas mejor armadas) a encontrarse con la escuadra de Baltasar Guevara.

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Combate entre el navío Catalán y el Mary, por Monleón.

En la Habana le enseñará a Vernon y sus cuatro navíos, entre ellos el Mary de 60 cañones, como se las gastaba el Catalán. Cuatro horas necesitó, pero todavía deben de estar huyendo.


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El Catalán y el Mary en otra versión de color. En Internet se encuentra de todo.

La próxima vez que encontremos a Rodrigo será en 1724, ya como Jefe de Escuadra, frente a la Armada de Barlovento, la institución creada para proteger nuestros dominios americanos de los ataques de los piratas y corsarios mandados por los codiciosos y envidiosos gobiernos europeos.

Dejamos a nuestro Jefe de Escuadra al frente de la Armada de Barlovento, allí en ultramar, hasta 1727 cuando regresa a España con la armada de D. Antonio Gaztañeta, quien ya sabemos que lo hace teniendo que burlar la opresiva vigilancia de la escuadra británica.

Ese mismo año se pone a Rodrigo al mando de una división de 4 navíos y 3 fragatas que tiene que cruzar el canal de la Mancha. Lo logra y hasta captura cinco mercantes ingleses.

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Calais, William Turner

Entre 1728 y 1730, va y viene a América con la flota de azogues. La importancia del azogue para la industria en aquella época lo demuestra el valor que alcanzaba en pesos por quintal: en 1590 era de 187; con la liberación del mercado por la monarquía borbónica, en 1750 era de 82 y en 1778 había bajado a 41.

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Puerto de Veracruz en el siglo XVIII

En 1731, está en Italia, forma parte como tercer jefe de escuadra de la armada que manda el marqués de Mari para defender los derechos del Infante Carlos sobre Parma y la Toscana.

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Parma, 1700


Tiene que volver a América para traer una flota con caudales, pero tiene la desgracia de perderla en el Canal de Bahama.

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Florida por A. Sartine, 1.780

Cuando no eran los piratas y corsarios, eran las tempestades, pero la verdad es que nuestros marinos lo tenían crudo. Eso sin contar las guerras. Las riquezas del Imperio, desde el principio, habían despertado la envidia y la codicia de nuestros enemigos… y de los que no lo eran legalmente. Para desbaratar y destrozar el monopolio que teníamos en América, tanto los gobiernos como las compañías comerciales europeas favorecieron y hasta financiaron corsarios y piratas. Si a esto le añadimos el hambre y la difícil vida que imperaba en Europa, unido al afán de riquezas, aventuras y al ansia de libertad, no nos extrañará la proliferación de bucaneros, piratas y corsarios. Con tanto territorio, tantos frentes abiertos y tantos lobos acechando, por muchos y grandes hombres que tuviéramos no eran suficientes y el gigante se dividía y, por tanto, se debilitaba cada vez más. (Aunqe parezca que esta reflexión que hago no viene a cuento, creo que tiene que ver con nuestro personaje, con los que le han precedido y le sucederán)

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Piratas en combate (vascon.galeon.com)

Por eso, por el valor y entereza de estos hombres que a veces eran reconocidos, a pesar de lo de Bahamas, un año más tarde Rodrigo es nombrado Teniente General y un año después, 1735, se le asigna el departamento de Cádiz y es nombrado miembro de la Junta del Almirantazgo. Pero debe ponerse al frente de una escuadra de 11 navíos y 3 naves menores al comenzar la Guerra de Asiento. Esta escuadra se destina al Caribe en 1740 y con ella tiene grandes logros, entre las cuales se cuenta el conseguir traer a España una flota con nueve millones de pesos.


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Pero antes de acabar la guerra se le sustituye en el mando por el comandante Regio. Eso sí, el rey le concede el título de marqués de Matallana.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 15:32

D. Blas de Lezo y Olavarrieta (1689 – 1741)

Conocido como Patapalo, Mediohombre (o vaya usted a saber cuantos nombres más, por el estilo, le pondrían los que servían a sus órdenes), el almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta (1689 – 1741), no creo que se sintiera ofendido, porque sus apodos los había ganado a costa de las muchas heridas recibidas a lo largo de toda su vida militar. Señal de que no se quedaba en el despacho.


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Que fue uno de los mejores estrategas de la historia naval de todos los tiempos, no lo duda nadie que lea su vida, pero como es español es casi un total desconocido.

Dije en mensajes anteriores que lo normal era que se entrara de guardiamarina a la temprana edad de 14 años. Blás (el también me perdonará la confianza) lo hizo a los 12 (año 1701) en la marina francesa por aquello del intercambio obligado entre las dos monarquías borbónicas.

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Barcelona, 1702, escuadra francesa de bajeles esperando al rey. Museo Naval de Madrid.

Pero es precisamente en este 1701 cuando comienza la primera guerra europea de la era moderna: la Guerra de Sucesión. Felipe V acababa de llegar a España con el consiguiente terrible enfado del otro pretendiente al trono, el archiduque Carlos de Austria. Y había otros países europeos a los que no les gustaba nada eso de que fuera rey de España el nieto del Rey Sol; demasiado poder para Francia, entonces hegemónica, aliarse con el todavía gigante de Europa. La guerra europea estaba servida.


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La primera contienda naval, que es lo que nos interesa aquí, sería el bautizo de sangre de nuestro héroe. Sólo tenía 15 años. Allí estaba Inglaterra, cómo no, deseosa como siempre de arrancar algo a España, casi endémicamente mal gobernada pero siempre excepcionalmente servida por casi todo su sacrificado pueblo. Antes del encuentro naval la flota anglo-holandesa estuvo bombardeando Gibraltar, apenas protegido, y el príncipe Hesse-Darmstadt acabó tomando la posición en nombre del pretendiente Carlos.

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Gibraltar 1704. Grabado holandés que representa un castillo inexistente en la cima del Peñón. Propaganda política de la época, supongo, para hacer más meritoria la acción.

Pero el almirante inglés Rooke, sabiendo la importancia estratégica del lugar, en contra de las protestas del alemán, luego gobernador de la plaza, tomó posesión de Gibraltar en nombre de su reina. Como sabemos, al final de esta guerra de sucesión Inglaterra se salió con la suya y todavía se enorgullece de ello. Francamente, envidio muy sinceramente la nula existencia de complejos en el pueblo inglés, falto de tantos remilgos como padecen otros.


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La escuadra franco-española (ésta apenas unas galeras mandadas por el conde de Fuencalada, la única fuerza que se disponía en Málaga) se encontró a la anglo-holandesa frente a Vélez-Málaga veinte días después, el 24 de agosto de 1704. En el encarnizado combate no se decidió nada, ambos pretendieron ser ganadores aunque las bajas fueron terribles. Perdieron los marinos muertos y España, que se quedó para siempre sin Gibraltar.


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En esta batalla Blas, que se batió como un hombre, fue herido en una pierna y hubo que amputársela; no profirió ni un gemido. Luís XIV le ascendió a Alférez de Bajel de Alto Bordo.

Aunque se le ofrece un puesto en la Corte, después de la larga recuperación de su herida, no lo acepta porque no es su vocación; seguirá embarcado en distintos buques y en acción. Estará en el aprovisionamiento de Peñíscola durante su asedio, en el de Palermo, en la confrontación con el navío de 70 cañones inglés Resolution, que acabó ardiendo, y en la captura de dos navíos enemigos más.

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Navío “Resolution” por Van de Velde. No es del que tratamos aquí, sino anterior (naufragó en 1703), pero nos sirve de referencia.

Su valor, entereza y estrategia, pone en jaque a los navíos ingleses en el Mediterráneo, pero también admira a sus superiores que le permiten, en la captura de navíos enemigos, que pueda llevarlos a Pasajes, su pueblo naval. En el asedio a Barcelona por los ingleses, sabrá sortearlos con su astucia para abastecer a la ciudad. Según la Wiki: “Sirviéndose de su aguda inteligencia, realiza brillantemente su cometido, escapa una y otra vez del cerco que establecen los ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y ardiendo paja húmeda con el fin de crear un densa nube de humo que ocultase los navíos españoles, pero además carga «sus cañones con unos casquetes de armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados, prenden fuego a los buques británicos»”

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Ataque de las tropas austriacas en 1705 a Barcelona.

No es extraño que ya en 1707 sea teniente de navío. Destinado ese año en Tolón, se apresta a defender la fortaleza de Santa Catalina del ataque del Duque de Saboya (incorporado a la Gran Alianza enemiga en 1703) a este puerto y plaza; el de Saboya fue rechazado. Pero Blás, pierde el ojo izquierdo a consecuencia de una esquirla producida por uno de los cañonazos. Con apenas 18 años ya ha perdido una pierna y un ojo, pero no piensa retirarse, afortunadamente; demasiados problemas tiene España como para perder hombres como él. Quien haya estudiado, y no haya olvidado, por nefasta, la Guerra de Sucesión Española sabrá que lo que comenzó siendo una guerra internacional acabó siendo en España una verdadera guerra civil, azuzada por los intereses encontrados de Francia y de Inglaterra. Cuando se firme la paz de Utrech en 1713, los vecinos se aprovecharan de que nunca caminemos todos unidos: los territorios europeos que poseíamos serán para Austria; Sicilia pasa a los Saboya; las fortalezas de Bélgica a los Países Bajos. ¿Inglaterra no va a conseguir nada? Sí, hombre sí. Se quedará con Gibraltar y Menorca, que había conquistado en nombre del bando español vencido y que no piensa devolver, y logra el monopolio del comercio de esclavos que tenía Francia.


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Tolón, 1707

Pero Blas es marino, no político, él sigue en el mar. Entre 1708 y 1713 estará al mando de diversas expediciones de socorro a las tropas, burlando la vigilancia de los navíos ingleses, será ascendido a Capitán de Navío (1713, con la admirada y encendida recomendación del Almirante Andrés del Pez), y estará también en aguas de Barcelona (que siguió la lucha por cuenta) durante su segundo sitio, esta vez cercada por tierra por el duque de BerwicK (1714). Será en las escaramuzas navales, durante el sitio de la ciudad catalana, cuando su brazo derecho quede totalmente inútil a causa de una grave herida.

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Sitio de Barcelona, 1714

Por aquella época será el apresamiento de hasta once navíos británicos, entre ellos el que representa la pintura del museo naval: la captura del navío corsario Stanhope por la pequeña fragata que mandaba Blas de Lezo (algunos dicen que fue en 1710), fragata de la que no tenemos el nombre, así que la llamaremos Anónima.

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Museo Naval de Madrid, óleo del siglo XVIII.- La fragata del capitán Blas de Lezo remolcando un navío británico capturado

La captura se hizo por la habilidad de Lezo, que entre cañonazo y cañonazo maniobró con la habilidad suficiente para acercar la fragata a distancia de abordaje. El abordaje de nuestros marinos era particularmente temido por los ingleses.

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Combate entre la fragata de Lezo y el navío Stanhope.


Ese mismo año, 1714, Lezo marchará a Génova con la escuadra del Almirante Andrés del Pez a recoger a la reina (que por fin vendrá por otros medios) y cuando vuelve irá, al mando de la fragata de 54 cañones Nuestra Señora de Begoña, a recuperar Mallorca. Se recupera sin problemas esta vez
Copio literalmente de la estupenda página todoababor el comentario.”Al mando de Lezo y con la escuadra del general de la Armada D. Pedro Gutiérrez de los Ríos, llega a Calonge, cerca de Alcudia, Mallorca, el 16 de junio de 1715, donde desembarcan las tropas al mando del general francés d'Aspheld. La escuadra había salido de Barcelona con 200 velas, entre las que se encontraban 7 navíos, 10 fragatas, 6 galeras, 2 galeotas y 2 saetías. Según Fernández Duro la escuadra estaba compuesta por 18 navíos, 6 galeras, 26 transportes, 17 saetías, 41 tartanas y 40 barcas.”

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Óleo anónimo del siglo XVII

Ya no hay guerra en España, hay que servir en los territorios americanos. Y ahí le tenemos: entre 1716, en que se incorpora a la escuadra del General Chacón, recoge plata, ayuda a los galeones de Bahama, vuelve a Cádiz, va con la escuadra de Urdinzu y Juan Nicolás Martínez a limpiar de bucaneros, corsarios, piratas y comerciantes ilegales extranjeros, los Mares del Sur.

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En 1723 le dejan a él como comandante supremo de las fuerzas navales de los mares del Sur: lo celebra capturando seis navíos de guerra con una carga valorada en unos 3.000.000 de pesos, sin contar que tres de los buques se incorporarán a la Armada. Hasta 1930, en que le manda llamar a España el Rey, navegará combatiendo contra este tipo de gente en las aguas de Chile y Perú y, además, tendrá tiempo de casarse y todo (1725).

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Fragmento del mapa de América de Chatelain, 1819.


Ya en España le nombran Jefe de Escuadra en el Mediterráneo por sus muchos servicios. Al año siguiente recibe la orden de reclamar a Génova los dos millones de pesos, pertenecientes a España, que se custodiaban en un banco de esa ciudad y que parece que no pretendían devolver. Lezo se personó con seis navíos armados y un reloj, y les dio un plazo y un ultimátum, amen de que se hiciesen honores extraordinarios a la bandera española. Cuando volvió con los 2 millones, una vez que la bandera recibió los honores debidos, el Rey le concedió un estandarte muy especial para su capitana. Fijaros en el Toison de Oro.

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Salvo medio millón que se envió al infante Carlos, el resto se mandó a Alicante para sufragar los gastos de la campaña de Orán (1732). Allí veremos a Lezo, con el navío Santiago, como segundo comandante de escuadra, a las órdenes del Teniente General Francisco Cornejo, del que ya hemos hablado. Allí estaba también otro conocido nuestro: Juan José Navarro, entonces capitán de navío. La plaza se tomó, claro.


Tras la conquista de Orán, ya en Cádiz, Blas tuvo que salir de nuevo a liberarla del bloqueo que los estados berberiscos, coaligados, mantenían mientras la atacaban por tierra.

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Se llevó consigo al navío Princesa y al Real Familia, además de otros cinco de los que no tengo el nombre, y consiguió levantar el bloqueo.

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El Princesa luchando contra tres navíos británicos. Cortellini

Lezo decidió que había que aniquilar a la fugitiva capitana de Argel y la siguió hasta la ensenada de Mostagán. A pesar de que la ensenada estaba defendida en la entrada por dos castillos y que cuatro mil hombres bajados de las montañas circundantes se aprestaron a defenderla, Blas entró tras la capitana en medio de los disparos y de las lanchas que pretendían protegerla, le prendió fuego y dejó malparados los castillos.


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Los piratas berberiscos se impresionaron tanto que pidieron ayuda a Constantinopla. Lezo se quedó vigilando por aquellos mares para evitar que recibieran ayuda, pero una infección generalizada, 50 días después, por la descomposición de los alimentos, le obligó a volver a Cádiz. En sus navíos iba el joven guardiamarina Jorge Juan, que desembarcó enfermo también.

En 1734, el Rey le nombra Teniente General por sus muchos servicios y al año siguiente le llama a la Corte. Pero nuestro teniente aguanta poco allí, pues según el mismo dijo “tan maltrecho cuerpo no era una buena figura para permanecer entre tanto lujo y que su lugar era la cubierta de un buque de guerra; pidió el consiguiente permiso al Rey y éste se lo concedió (todoababor)”. Así que en 1937 le tenemos de comandante general, con los navíos Fuerte y Conquistador, de una flota de ocho galeones rumbo a Cartagena de Indias.


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El Conquistador.

Ya sabemos que desde casi el mismo momento del descubrimiento de América, pero sobre todo desde principios del siglo XVII, España tuvo que bregar (con el consiguiente desgaste económico y de sangre) con la ambición de los países de su entorno: baiderantes portugueses en la región de Sao Paulo; ataques de la Compañía holandesa de las Indias en Bahía, Recife, Curaçao y Guayana (entonces españolas por la unión de toda la Península en una misma corona); filibusteros y bucaneros en San Cristóbal, Santo Domingo, Martinica, Guadalupe, Haití, de la Compañía de las Islas Americanas, fundada por Richelieu; corsarios y piratas de la Compañía inglesa de las Indias Occidentales; todos mordían y se llevaban bocado.

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Cuando Lezo navegaba, no sólo debía defenderse España en el Mediterráneo y el Atlántico de sus depredadores vecinos, sino que en el Caribe Inglaterra que codiciaba más que nunca, las tierras que España poseía, no contenta con el desgaste que le infringía por medio de piratas y corsarios y contrabandistas, buscaba la guerra abierta. La excusa la encontró en el escarmiento que el capitán del guardacostas de la zona, D. Julio León Fandiño, le dio al pirata Jenkins. La guerra, 1739-1748, la conocen los ingleses por la “Guerra de la oreja de Jenkins” porque parece ser que el acusica del inglés (y cómplice, al parecer, de una trama política) se presentó en el Parlamento con la oreja en la mano diciendo que el español le había advertido: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. Nosotros la conocemos más por la Guerra de Asiento


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Le faltó tiempo a Vernon (pues ya antes de lo de la oreja tenía preparada una gran flota y antes de que llegara la declaración de guerra a Madrid había intentado otros asaltos infructuosos en Guaira) para atacar Puerto Bello, poco defendido, y arrasarlo por completo. La fuerza naval con la que contaba el puerto era de dos guardacostas. No estaba Lezo, si no, no habría tanto cuadro sobre el tema, como no los hay de los fracasos.


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Porto Bello, por Samuel Scott.

Al menos, ese mismo año, el almirante Brown se estrelló ante la Habana.

como no quiero que me acuséis de que insinuo que el debilitamiento y posterior caída de nuestro imperio se debió exclusivamente a agentes extranjeros (que también), aquí os copio, literalmente unos párrafos muy significativos del "Atlas histórico" de H. Kinder y W. Hilgemann, alemanes ellos, sobre la población española entre 1724 y 1808.

"Distribución de la población. Sólo un 25% del total (unos 10 millones, tomando como referencia los censos de 1787 y 1797), puede considerarse población activa: 110.000 funcionarios civiles y militares; 1.800.000 campesinos; 310.000 fabricantes y artesanos; 25.000 comerciantes; 280.000 criados.

Se incluyen en el 75% restante: 400.000 aristócratas; 170.000 eclesiásticos; 140.000 vagos y mendigos, más la población segregada (aprox. 40.000 gitanos y una cifra imprecisa de marranos y chuetas, "moros", esclavos negros y norteafricanos).

Estructura estamental. a) Aristocracia. La alta nobleza (100 grandes y 500 títulos de Castilla) posee propiedades rústicas y urbanas, encomiendas, oficios municipales, rentas y señorios jurisdiccionales...
b) Clero ... Propiedades (sg. catastro de Ensenada): 1/4 (aprox.) de las rentas agrícolas del país; 1/10 de la cabaña nacional; 135 millones de reales en casas, rentas y derechos (170 poseen los laicos); 2/3 de los diezmos y 3/4 de las primicias de Castilla.
c) Burguesía. Lenta formación en algunas ciudades del litoral... Es una clase ligada al desarrollo industrial del país que se beneficia de las medidas contra los gremios (1783-98)
d) Clases medias. Un 5% de la población. Residentes en ciudades. Pequeños comerciantes, maestros agremiados, médicos, catedráticos, abogados, militares y funcionarios estatales: estratos comprimidos entre las clases privilegiadas y las bajas.



Vernon, tras lo de Puerto Bello, pensó que todo el monte era orégano y desafió a Lezo; según cuentan este le contestó: “Si hubiera estado yo en Puerto Bello, no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Puerto Bello me hubiera sobrado para contener su cobardía.»

Blas se encontraba en Cartagena de Indias desde su llegada en 1737 y con el la flota de galeones, la que iba y venía de España a las Indias, tan codiciada por los ingleses desde siempre. Vernon tenía como misión principal capturar la deseada flota.

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El plan de Inglaterra era que se apoderase de La Guaira, Portobelo y Cartagena de Indias. Para ello le habían dotado de una poderosa escuadra. Pero ya sabemos que Vernon falló en la cobarde acción de la Guaira (la guerra no se había declarado aun) y Brown en la Habana, aunque capturaron la fragata mercante Bizarra y varias balandras y goletas que llevaban sal y añil.


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Ruta de los galeones (capitaine.rouge.en.eresmas)

Así que Vernon se presenta en el puerto de Cartagena de Indias, en marzo 1740. Se llevó consigo ocho navíos, entre ellos el Strafford, su buque insignia, dos galeras bombarderas, dos brulotes y un paquebote. Durante una semana bombardeó la ciudad, pero estaba Blas de Lezo y no conocía la palabra “rendición”. Nuestro Blas había colocado los navíos que tenía en lugares estratégicos. Hizo, también, bajar los cañones de estos buques a tierra, para formar baterías con los que alcanzar a los navíos ingleses. Vernon tuvo de retirarse sin conseguir nada.

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Navíos de línea ingleses, entre ellos el Strafford, y una fragata. (themaritimegallery.co.uK)

Bueno, algo sí en otro sitio; consiguió al bajar hasta el río Chagres y atacar un castillo (Drake y Morgan ya la habían tomado con él en otros tiempos) apenas guardado por cuatro cañones y 30 hombres de guarnición. El objetivo no merecía la pena, pero como era fácil y dentro del río había dos guardacostas…


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Lo bombardearon durante dos días hasta que se rindió. En esta ocasión contaban los ingleses con 4 navíos, incluido el insignia, 3 brulotes, 2 bombardas y 2 mercantes. Capturaron al mercante español Nuestra Señora de Guadalupe, que se llevaron a Jamaica. ¡Ya podrían, ya!

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Plan de Vernon para atacar el castillo de Chagres (todoababor)

Dos meses más tarde, Vernon vuelve a atacar Cartagena de Indias. Esta vez trae más refuerzos: trece navíos y una bombarda. Blas le enseñó al inglés de nuevo que él no necesitaba tantos planes para ponerle en fuga. Le bastó con su hábil distribución de los fuegos de sus navíos con los que le sorprendió y encerró los del británico. Además, había dispuesto un campamento volante que acudía al lugar donde fuese necesario en el momento preciso. Vernon se largó, sólo con ver el peligro en que estaban sus navíos, en busca de más contingentes.

Habrá una tercera vez, y Lezo sólo contará para repeler la ingente agresión con 6 navíos y 2.830 hombres. Y su estrategia, claro. Suficiente para que Vernon lanzara al viento: «God damn you, Lezo!» (¡Que Dios te maldiga Lezo!). Pero eso os lo contaré más tarde (sigo buscando cuadros o láminas representativos).



Pues no escarmentado, Vernon, junto con Wentworth, vuelve a Cartagena de Indias en 1941, a pesar de que debía saber que la defensa la llevaría Blas de Lezo, en nombre del aguerrido e inteligente virrey D. Sebastián de Eslava. Vernon fracasó, ya he dicho que Blas no conocía las palabras rendición ni imposible y lo demostró con apenas seis fragatas, unos dos mil ochocientos soldados españoles y unos cientos de arqueros indios. Su ingenio y su entusiasmo sacaron lo mejor de todos y los hizo invencibles. Del desproporcionado, por ingente, ejército británico luego hablaremos. Eslava, como virrey, recibió por esta defensa el título de Marqués de la Real Defensa de Cartagena de Indias.

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Defensa de Cartagena de Indias (abril de 1741)

¿Y Blas, qué consiguió? La muerte. Esa maldita, que se lo fue llevando poco a poco (hoy una pierna, mañana un brazo, después un ojo), sin lograr quebrantarlo jamás, no esperó más y se lo llevó invicto. Murió en septiembre de ese mismo año a causa de las heridas y, según algunos, la peste generada por los cuerpos insepultos por falta de tiempo. Seis mil británicos quedaron allí, frente a casi mil españoles e indios.


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Monumento a Blas de Lezo en Cartagena de Indias (Colombia).

Sepamos que los británicos, entre ellos Vernon, volvieron a fracasar en las tentativas posteriores contra Cuba, Panamá, La Florida, La Guaira y Puerto Cabello (1742-1743). Lo bueno que tienen nuestros héroes (véase también el Cid) es que ganan batallas –por influjo a terceros en este caso- incluso después de muertos. Aunque luego no se acuerde nadie ni lo agradezca hasta muchísimo después; cuando lo agradecen.


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La fragata San Carlos (Ricard Llorens)

Copio literalmente (la foto la he puesto yo y también es mío el subrayado) de la Wiki:

La flota inglesa, la agrupación de buques de guerra más grande que hasta entonces había surcado los mares (2.000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte, y 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica, más 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George Washington), superaba en más de 60 navíos a la Gran Armada de Felipe II. Esta flota ha sido la segunda más grande de todos los siglos, después de la armada que atacó las costas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Para hacerse idea del mérito estratégico de la victoria, baste decir que las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior, más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que disponía la ciudad: Galicia, que era la nave Capitana, San Felipe, San Carlos, África, Dragón y Conquistador. Blas de Lezo, sin embargo, contaba con la experiencia de 22 batallas. El sitio de Cartagena de Indias fue una gran victoria con una enorme desproporción entre los dos bandos.

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La fragata San Felipe (falconstein.com)

Tan colosal derrota de los ingleses aseguró el dominio español de los mares durante más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar, cosa que la historia inglesa no reconoce. Humillados por la derrota, los ingleses ocultaron monedas y medallas grabadas con anterioridad para celebrar la victoria que nunca llegó. Tan convencidos estaban de la derrota de Cartagena que pusieron monedas en circulación que decían en su anverso: «Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741» y «El orgullo español humillado por Vernon».

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La “moneda de la vergüenza británica”, no se merece otro nombre la mitomanía de un gobierno que acuña una moneda que pretendía ver de rodillas a D. Blas de Lezo. No serían ellos, no, ni nadie ¡Ni el nombre ponían bien! (Imagen tomada del estupendo hilo de Anboro -él la encontró- sobre las maravillas del Museo Naval madrileño)

Y es que la derrota fue tal que Jorge II prohibió si siquiera mencionarla. Para los ingleses nunca ocurrió. Por eso quizás no se ven cuadros representativos de los hechos. Ellos, tan aficionados, lo tenían prohibido. De hecho, Edward Vernon recupero su mala imagen pública al final de sus días y fue enterrado con todos los honores, pues fue más recordado como el héroe de Portobelo (nimia victoria) que como el fracasado de Cartagena de Indias. Nosotros olvidamos y enterramos en fosas comunes a nuestros héroes y, si nos hubiese dado por pintar tantas batallas navales como a ellos, seguro que sólo pintaríamos nuestras derrotas. Idiosincrasia.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 15:43

D. José de Iturriaga y Aguirre.- (Azpeitia, 1699-Pampatar (Margarita), 1767)

Entró como guardiamarina a los 19 años, algo mayor para lo que se estilaba en su tiempo (recordemos que solían ingresar sobre los 14 años), pero puede que ya navegara con otras “compañías”. Quince años después fue teniente de navío, cinco más tarde capitán de fragata, seis más adelante capitán de navío y lo tenemos a los 53 años como capitán de escuadra. Fue también investido Caballero de Santiago.

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Mientras hacía su carrera militar era, asimismo, miembro de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas –más tarde Compañía de Filipinas-, una empresa creada en 1728, por una Real cédula del rey Felipe V, para el comercio recíproco y exclusivo entre Madrid y la Provincia de Venezuela y para contrarrestar el contrabandeo comercial de Inglaterra y Holanda sobre todo. Podía, pues, armar barcos destinados a combatir el contrabando. Su principal base de operaciones estaba en La Guaira.

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Voy a hacer un inciso en el relato de Iturriaga para poner un detalle: la guerra de corso, tan abundante en esa época. La guerra de corso, creo que ya lo he dicho en otro lugar, trajo muerte y ruina para ambas partes (España y los que la acosaban) y, aunque no se crea, nuestros corsarios no tenían nada que envidiar a Drake y compañía en cuestión de pericia. No nos consta (al menos yo no lo he encontrado) los encontronazos que pudiera tener nuestro José de Iturriaga en estas lides, pero seguro que los tendría siendo miembro de la Guipuzcoana. Copio literalmente de un artículo de Ramón Aizpurúa Aguirre sobre el corso de la Compañía Guipuzcoana, las “ilustraciones” y los subrayados, como siempre, los inserto yo.


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“Sin embargo, ni hay un estudio comprensivo del corso de la guipuzcoana, ni será fácil hacerlo pensando en agotar el tema. Mientras más uno recorre los archivos coloniales, más encuentra, y a veces en lugares impensados, documentación, en general en forma de expedientes judiciales relacionados o causados por los enfrentamientos que durante 50 años tuvieron los corsarios vascos de la Compañía Guipuzcoana y los contrabandistas holandeses y españoles, y en algunos casos con comerciantes y embarcaciones ingleses y franceses, y marginalmente daneses. La sola idea de pensar elaborar una lista de los apresamientos hechos por el corso de la guipuzcoana en su larga historia, resulta una ilusión: aparecen nuevos datos permanentemente, y los cálculos numéricos que se pueden elaborar, a modo de juego, siguiendo las pistas que la documentación cualitativa nos da, podrían permitir pensar en decenas de miles de presas.

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Veamos un par de estos casos: En 1772, el Factor Principal de la Compañía Guipuzcoana en Caracas presentó, probablemente a las autoridades del Consejo de Indias, una relación de los apresamientos realizados por la patrulla al mando del capitán Vicente Antonio Icuza (a la larga, el más famoso de sus marinos corsarios) llevada a cabo entre finales del mes de abril y mediados del mes de mayo de dicho año. El producto del viaje, que resume el típico viaje de vigilancia hacia el norte llevado a cabo por los jabeques de la Guipuzcoana, en este caso el Nuestra Señora de Aránzazu y el San Antonio, fue de 14 embarcaciones…


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Jabeque del siglo XVIII

…De las 14 embarcaciones, 11 fueron apresadas en el golfo de Venezuela, entre las penínsulas de la Guajira y de Paraguaná, en aguas de difícil navegación; tales presas fueron obtenidas en una semana de trabajo y fácil resultaría caer en la tentación de hacer juegos numéricos que podrían llevar a pensar en cifras escandalosas, por ejemplo, que podrían hacerse más de 500 presas por año. Lo que sí queda claro es que lo que podríamos llamar Mare Venezolanum, frente a las costas de la actual Venezuela, sobre el que los corsarios de la Guipuzcoana ejercían su natural jurisdicción, era, sobre todo Mare Curazaolanum, para seguir con el juego de palabras, pues 10 de las presas, holandesas, tendrían como origen la isla de Curazao, mientras que la restante era española, del tráfico costero o de cabotaje. Las 3 embarcaciones apresadas en aguas de la isla de Puerto Rico eran consecuencia del recorrido que las embarcaciones corsarias debían hacer para regresar a aguas venezolanas, pudiéndose, además, apreciar que el origen de las naves apresadas era el natural de la zona, ingles y danés, a causa de la vecindad de las colonias insulares correspondientes….”

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Pero yo sólo tengo noticias de las andanzas de nuestro Iturriaga en su carrera militar oficial, y con ella seguiré.

Así que, cuando estalló la Guerra del Asiento de 1939 (la de la Oreja de Jenkins), naturalmente a Iturriaga se le confiaron misiones de importancia en América, ya que conocía el terreno y tenía valía. En noviembre de 1741, al mando de cinco navíos como capitán de fragata, se le envía a socorrer a Cuba de los ataques británicos, pero no puede salir hasta febrero del 42 por los temporales y los contratiempos y teniendo que combatir en el camino por el acoso de los británicos. Como sabemos, de todas formas Vernon fracasó en su intento de apoderarse de Santiago.

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Después pone rumbo a Venezuela para participar en los combates de Puerto Cabello, otro fracaso británico. Pero donde el fracaso británico se notó más (sin contar la gesta de Lezo en Cartagena, claro) fue en la defensa de la Guaira, donde nuestro, entonces, capitán de fragata mandaba un centenar de milicianos y voluntarios que hicieron una gloriosa labor.

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El fallido ataque a la Guaira

Knowles, que tuvo 92 muertos y 308 heridos (las bajas españolas fueron escasas) y se estrellaría de nuevo en Puerto Cabello (quería tener una victoria de cualquier forma), con más de 300 bajas, no obstante sería recompensado, llegó a ser Almirante, Caballero de Su Graciosa Majestad y Gobernador de Jamaica entre 1752 y 1756.


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Y eso que había conseguido que dejaran para el arrastre navíos como el Burford, el Asístanse, el Suffolk, o la fragata Eltham con muertos y heridos en cada uno de ellos. Pero no os vayáis a pensar que los ingleses “bonificaban” a todos los fracasados, no, allí como en todos los gobiernos, desde que el mundo es mundo, se premia o se castiga más por política o intereses espúreos que por justicia. Y si no, ved el caso de Byng (no George, sino John)… pero ya os lo contaré cuando lleguemos a lo que pasó con él en 1756.


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Iturriaga siguió con sus ocupaciones: guerra de corso; proyectar mejoras en las fortificaciones de Puerto Cabello (cuyo castillo, después de su intervención, llego a considerarse el arsenal más importante de Venezuela); publicar un Manifiesto, 1749, estando en España, intentando probar los beneficios llevados por la Real Compañía.

Formó parte también de la comisión para la revisión y arreglo de límites entre los dominios españoles y portugueses en la América meridional, junto con Eugenio de Alvarado, Antonio de Urrutia y José Solano. En esta expedición de 1754, que mandaba Iturriaga, se realizó una gran labor: los marinos, militares, naturistas, geógrafos y exploradores no sólo estudiaron la región e hicieron descubrimientos geográficos y científicos, sino que organizaron su ocupación de forma que quedaron fundadas varias poblaciones en las regiones del Orinoco y Rió Negro.

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Misiones en la ribera sur del Orinoco. Fuente: Dibuja y Villagomez, 1761. (nuevomundo.revues.org)

La Expedición de Límites del Orinoco salió del puerto de Cádiz en febrero de 1754 y tardó 55 días en llegar a Venezuela. Pero no perdió el tiempo, pues durante la travesía colectan, describen y dibujan ejemplares de peces, moluscos, crustáceos y medusas. Esto corrió a cargo del naturalista y botánico sueco Pedro (Pehr) Löfling, contratado por la corona española, que iba en la expedición. Cuando llegaron a Venezuela, existían escasísimas referencias científicas de su historia natural. Las pocas descripciones que había sobre su flora y fauna eran las relatadas por los cronistas de Indias, poco rigurosas como se comprenderá. Löfling discípulo de Linneo, que utilizó el método de su maestro, hizo un estupendo trabajo y a los pocos días de su llegada, ya había realizado observaciones sobre un centenar de plantas y las primeras descripciones zoológicas.

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Navío Santa Ana, homónimo (aunque no creo que fuera el mismo) del que fuera propiedad de la Compañía Guipuzcoana y con el que salió Iturriaga del puerto de Cádiz, en 1754, con destino a Cumaná (Venezuela)

Como se ve, nuestro Iturriaga no tenía nada que envidiar a los tan cacareados jefes expedicionarios nombrados en el libro que me hizo emprender este hilo. En 1762 se le nombró comandante general del Orinoco, tras rechazar la presidencia de Quito que le habían ofrecido. Llevó una vida bastante completa.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 15:54

D. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada (1702-1781) aunque fue más político que hombre de mar.


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No voy a enumerar todos los cargos y títulos de este político ilustrado porque no acabaría nunca y a nosotros sólo nos interesa sus andanzas en la cuestión marina. De familia de hidalgos, venida a menos, se sabe poco de sus comienzos, hasta que a los 18 años lo toma bajo su protección y lo encumbra el Intendente General de la Marina española y Secretario de Marina e Indias D. José Patiño Rosales, cuando trabajaba de escribiente en una compañía consignataria de buques en Cádiz.

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Entre 1731-32 le vemos en la conquista de Orán. Lo de esta batalla es como para tener un montón de cuadros, grabados o litografías (las fotografías de la época) y artículos escritos, si no por el suceso, al menos por los personajes (claro, que no existía el “Hola”). Estuvieron allí, ya lo hemos visto:

D. Juan José Navarro Viana, Marqués de la Victoria
D. Álvaro José de Navia Osorio y Vigil, Marqués de Sta. Cruz de Marcenado.
D. Rodrigo de Torres y Morales, Marqués de Matallana.
D. Zenón de Somodevilla, Marqués de la Ensenada
D. Blás de Lezo y Olavarrieta, más que marqués.
D. Jorge Juan y Santacilla (muy jovencito)
D. Luís de Córdova y Córdova, luego Caballero de Calatrava (que ya contaré, en su turno, lo que fue capaz de hacer a los 73 años cumplidos).

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Conquista de Oran, 1509 (ingenierosdelrey.com)

Orán, plaza estratégica donde las haya para la seguridad del Mediterráneo español, pertenecía a España desde el siglo XV (1509). Los artífices de la conquista fueron: el tesón y el dinero del Cardenal Cisneros y las armas y estrategia del ingeniero militar D. Pedro Navarro. Durante todo el siglo XVI los turcos la atacaron incesantemente para conseguirla, pero no se perdió hasta 1708, cuando el gobernador turco de Argel aprovechó la guerra en España.


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La reconquista, cuando se pudo, en 1732 se dejó en manos del primer ministro Patiño que mandó 30.000 hombres. Los barcos de transporte que los llevaban fueron escoltados por una flota de 12 navíos de guerra y 7 galeras. El jefe de la expedición fue el Duque de Montemar, D. José Carrillo de Albornoz. Las fuerzas navales estuvieron al mando del General Cornejo. El primero en pisar tierra fue Álvaro de Navia, el segundo Navarro.

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Navia, autor del tratado Reflexiones Militares (libro de cabecera de Napoleón o José de San Martín), reconocido mundialmente como una obra fundamental de la ciencia bélica, murió poco después en la defensa de Orán.


Después de probar su valor en la reconquista de Orán de 1732, Zenón acompaña al ejército español, mandado por el Conde de Montemar y transportada por la escuadra del Conde de Clavijo, a la campaña de Nápoles.

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Nápoles, tabla Strozzi

Y es que, ya se sabe, mientras las casas reinantes europeas, en especial los Borbones, que son los que nos atañen, estaban con sus pactos familiares (este de 1733 era el primero de éstos) apoyándose en sus intereses territoriales, los militares andaban de acá para allá, batalla va, batalla viene.


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Entre otros acuerdos, España tenía que apoyar a Francia en su lucha contra el imperio y Francia debía apoyar a España en la recuperación de Nápoles, Sicilia y Gibraltar.

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Así que, desde 1733 a 1736, estuvo en Italia como intendente de los ejércitos de Carlos VII de Nápoles (luego nuestro Carlos III), lo que le valió el título de Marqués de la Ensenada.

Volverá a Italia en 1741 y se le nombra secretario de Guerra y de Estado del infante Felipe. En 1743, tras la muerte de Campillo (heredero y continuador de la política de Patiño), y a pesar de su resistencia, es nombrado secretario de Marina e Indias, de Hacienda y de Guerra, gobernador del Consejo de Castilla, superintendente de rentas generales y capitán general del ejército. En ese momento, era quien dirigía la política de todo el país. Y se dice que gracias a él, la política europea se hace en Madrid.

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La Puerta del Sol, 1773.- Luís Paret

Afortunadamente, porque continuó la política de sus antecesores de potenciar la reconstrucción y modernización naval y el comercio con las Indias, esferas estrechamente vinculadas entonces: plan de construcción de buques en América, el flete de navíos aislados para la carrera de la Indias, aplicación de los avances técnicos…

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Cádiz, 1782


Y digo afortunadamente, porque los Navarro, Torres, Lezo, Barceló, Gravina, Churruca, etc, etc. precisan, para desarrollar todo su potencial estratégico y de bizarría, instrumentos materiales en los que apoyarse y, gracias a la inteligencia y sentido de la organización del marqués de la Ensenada y sus antecesores, algo obtuvieron. Desde principios del XVIII la Armada había sido objeto de un cuidado suficiente para su renacimiento. Se crea, en Cádiz, la Academia de Guardias Marinas (1717), que formará hombres de la valía de Jorge Juan; el Real Colegio de Cirugía de la Armada (1748), el Real Observatorio Astronómico (1753), la Escuela de Ingenieros de Marina (1772) y el Depósito Hidrográfico (1770). Bajo gobierno de Zenón también se mejorará la navegación fluvial del Ebro hasta Tortosa y se modernizarán los puertos de Barcelona y de Palma de Mallorca. Al él se debe también la creación de tres grandes arsenales que marcarán para siempre la construcción naval española: El del Ferrol, Cartagena y la Carraca.

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Y sin ser náutico, aunque no sea nada más que por las pinturas de barcos y marinas, voy a recordar otra de sus creaciones: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1752.

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Marina, de Mariano Salvador Maella, formado en la R.A. de B.A. de San Fernando.

Para tratar de evitar la corrupción administrativa de las Indias, Zenón encargó la redacción de un informe (Noticias secretas sobre América) a Jorge Juan y a Antonio de Ulloa (dos oficiales formados en la Academia creada en 1717). Ambos marinos influyeron notablemente en la ciencia de la época, como veremos a su tiempo. A nuestro marqués, siempre le preocupó y se ocupó de la marina, donde empezó y desde donde se encumbró.
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Y al recibo los hiero
Uñas abajo. »Para el que me embiste
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 16:16

don Pedro Messía de la Cerda

De don Pedro Messía de la Cerda, Marqués de la Vega de Armijo, (1700-1783), que era dos años mayor que el Marqués de la Ensenada, debería haber hablado antes, pero no tenía material gráfico nuevo y coincide en muchos combates con alguno o varios de nuestros anteriores héroes. Por este motivo, sólo citaré, sin demasiado detalle, los combates en los que aprendió a ser el Capitán de El Glorioso. Barco y capitán del que ya hemos hablado mucho en otros hilos, pero que también traigo aquí.

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¡Como no iba a haber grandes marinos en el XVIII, si desde niños combatían al lado de los mejores! Todo se pega… reza el refrán. Sobre todo si a la urdimbre le acompaña una excelente materia prima.

Con 17 años Pedro es guardiamarina. Le vemos enseguida en la expedición de Cerdeña (1717), en la escuadra del Marqués de Mari, donde quizás se toparía con Navarro que también andaba por allí como sabemos. Tampoco faltó a la cita de Sicilia (1718) en la escuadra de Gaztañeta. En el alevoso y sorpresivo ataque de Byng que le siguió, el de Cabo Passaro -donde Rodrigo de Torres, con su Hermione, se libró por los pelos-, el jovencísimo Pedro es hecho prisionero y luego canjeado.

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(ingenierosdelrey.com)

Ya en Cádiz, combate en los navíos de Guevara cuando el apresamiento de una fragata de guerra británica. En 1719 es en el Cantábrico donde le encontramos, embarcado esta vez a las órdenes de Rodrigo de Torres, donde luchó contra una fragata y una balandra británica, apresándolas. También está con Rodrigo en el largo combate (cinco horas) del Cabo de San Vicente (1720) contra tres navíos británicos de superior porte que, como sabemos, abandonaron el combate. Los británicos, que se retiraron a Gibraltar, tuvieron 150 bajas, Torres vuelve a Cádiz con 20 muertos, 27 heridos y un montón de experimentados marinos curados de espantos.


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Messía, va y viene a América con la flota de caudales de Guevara. Tampoco se libra del corso en el Mediterráneo contra las flotas berberiscas. Y acompañó, ya flamante alférez de fragata (1726) a Rodrigo en la captura de los cinco mercantes británicos del Canal de la Mancha. No faltó, por supuesto, a la expedición de Orán de 1732, ya teniente de fragata en la escuadra del general Cornejo. ¿Quién, que se preciara, hubiese faltado? Sólo los destinados a otro frente, que eran muchos.

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Ni tampoco se perdió la expedición de Italia (1.733), formando parte de la escuadra de Clavijo y desembarcando con las tropas para tomar parte en los encuentros armados. Así que es normal que en 1735 sea ascendido a capitán de fragata.


Vuelve Pedro a América, pero también servirá en misiones de protección a los buques que recalaban en San Vicente o en las Islas Terceras (de Don Álvaro de Bazán y la escuadra española que mandaba en la batalla de estas islas, que venció a la francesa, ya he hablado en mi hilo de barcos. Puede que lo intente de nuevo, si sigo con los marinos españoles en otros siglos).


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Y llegamos a 1745, Messía es ya capitán de navío y manda uno de 70 cañones, el precioso Glorioso (1739-1747), nombre totalmente merecido. Su segundo nombre, el religioso, como el de todos los buques de la Armada, era Nuestra Señora de Belén.

Copio un párrafo de la estupenda página Todo a Babor sobre este navío y sus semejantes

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(todoababor.es)

“Los detractores del sistema Gaztañeta achacaron falta de solidez en las ligazones y eslora exagerada en relación a la manga y peso de la artillería, lo que derivaba en continuas carenas, reparaciones y escaso tiempo de vida útil. Aun aceptando en parte los defectos, no se puede comprender como los navíos construidos por el sistema Gaztañeta pudieron causar tanta admiración a los ingleses, que incluso en publicaciones actuales lo consideran uno de los más interesantes proyectistas navales de la Europa moderna. El comportamiento del Real Felipe en el combate de Tolón, en 1744; del navío Princesa, en 1740, y del Glorioso en 1747 constituyen una prueba palpable de la bondad de la fábrica. Este sistema fue el último sistema genuino, exclusivamente español y en algunos aspectos de la construcción naval, como el alargamiento de la eslora, fue un auténtico precursor de su tiempo”.

Regresaba de América Pedro en su Glorioso con una valiosísima carga en sus bodegas, cuando estando cerca de las Azores –corría el año 1747-, trataron de sorprenderle el buque inglés Warwick de 60 cañones y la fragata Lark con 40 (algunos autores hablan de que los atacantes eran diez en total, entre ellos, además de los nombrados, un bergantín de 20 cañones); él, solo, los dejó para el arrastre (bueno, vale, usaré términos más marineros: los desarboló, los desarmó o los desaparejó por completo). Supo combatir duramente y zafarse para cumplir la misión que tenía: llevar los caudales a puerto seguro. Tuvo bajas, no cabe duda (5 muertos y 40 heridos, algunos muy graves) pero siguió adelante.

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(todoababor.es)

Glorioso, Messía y sus hombres tuvieron que defenderse de nuevo a la altura de Finisterre. Esta vez los atacantes eran, otro navío inglés, el Oxford, de 60 cañones, y 2 fragatas de 24 y 20, de la escuadra de Byng. Se los quitó de en medio y logró llegar a Corcubión con el bauprés dañado. Después de dejar su carga salió, bastante dañado, rumbo a Cádiz, pero a la altura del cabo de San Vicente tuvo que defenderse sucesivamente de cuatro fragatas corsarias inglesas (King George y Prince Frederick, Duke y Princess Amelia) Las dejó inservibles para mucho tiempo. El navío Darmouth de 50 cañones, acompañado de varios bajeles, se creyó más listo y se llevó la peor parte, pues los artilleros españoles le dieron de lleno volándolo; quedó destrozado y sólo se salvaron 12 hombres.

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(Sobre esta pintura también encontraréis más datos en Todo a babor)


Sólo consiguieron atraparle cuando, tras el acoso del navío Russell de 92 cañones (aunque los británicos aseguraran que tenía 80), y de tres fragatas más, y al haber agotado sus municiones, a Messía no le quedó más remedio que rendirse por no tener con qué defenderse.

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La hazaña de Messía, sus hombres y el Glorioso (que prefirió después morir de sus heridas, antes que ser infiel a su capitán) es para leerla completa, no esquematizada como aquí. Impresiona.

¿Nos extraña que Pedro fuese ascendido a jefe de escuadra y que recibiese también la llave de gentilhombre?



Así que, aunque los británicos se llevaron el buque a Lisboa, nuestro Glorioso había sido tan terriblemente castigado -pues siempre se defendió de fuerzas muy superiores en número a las suyas- que al llegar, tuvo que ser desguazado. Eso sí, los ingleses no vieron ni una moneda del tesoro que buscaban; Messía supo ponerlo a buen recaudo entre combate y combate.

Pedro, en 1750, recibió el mando de una fuerza naval destinada a combatir a los piratas argelinos y también a los piratas y contrabandistas que merodeaban por aquellos mares.

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Mapa del norte de África 1620

Partió con dos navíos y cuatro jabeques, todos ellos de nueva construcción. Pero los jabeques resultaron ser defectuosos y tuvo que continuarla sólo con los navíos, con lo que los resultados parece ser que no fueron todos los esperados de su genio y valor.


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Sirvió un corto tiempo en la escuadra del General Francisco Liaño y Arjona -, comandante general del departamento de Cartagena, y de nuevo se le encomendó el corso, con los dos navíos y más tarde con los cuatro jabeques.


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En 1755 le tenemos de comandante general de la escuadra del Mediterráneo a bordo del navío de línea Tigre. Llevó el mando directo de una de sus dos divisiones que constaban de dos navíos, una fragata y cuatro jabeques; estos especiales marinos, por mucho mando y título que se les diera, no se quedaban en el despacho. Pronto asciende a teniente general de la Real Armada y en el 57 se le nombra consejero del Supremo de Guerra.


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Más tarde, nuestro marqués de la Vega de Armijo, título que heredó a la muerte de su hermano, será el quinto Virrey de Nueva Granada, virreinato que encontró en el caos total y en ruina y que se encargó de restaurar. Acató también medidas…

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C. Maucourt.- Expulsión de los jesuitas (1767)

Pero eso ya es otra historia, no marina precisamente.



El nojarense don Luís Vicente de Velasco e Isla (1711-1762), nacido un mes de febrero precisamente, es conocido -por los pocos que le conocen, como nuestro cofrade Anboro que habló de él en su hilo de las maravillas- por su enorme valor.

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Con quince años ya servía como guardiamarina en Cádiz y pronto conocería lo que era entrar en combate naval, pues estuvo en el segundo sitio de Gibraltar (1727). Allí se encontraba asimismo otro jovencísimo marino, éste voluntario -aspirante a guardiamarina todavía debía ser, pues según su biografía no sentó plaza hasta 1734-, Juan Antonio de la Colina y Rasines, de la provincia de Santander también, nacido en 1706. No será la última vez que coincidan.


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Gibraltar 1727

Será en 1732, en la conquista de Orán, sirviendo en la escuadra del General Cornejo, en el transporte y apoyo de las tropas del Duque de Montemar. Los barcos salieron desde Alicante (Laugier de Tassy fija en 525 el número de buques; de los 214 usados para el acomodo de las tropas hubo: 46 navíos, 22 fragatas, 45 saetías, 10 pingues, 6 balandras, 2 urcas, 76 tartanas, 2 polacras, 3 paquebotes y 2 gabarras, 213 para la artillería, municiones, víveres y pertrechos y 57 para el desembarco).

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Alicante en el siglo XVIII

Antes de la campaña de Orán, Velasco había estado en los bajeles de la Armada combatiendo contra los piratas berberiscos. Tras la toma, los ingenieros españoles se ocuparon en las defensas de la plaza, incluso la ciudad llegó a tener una Academia de Matemáticas administrada de forma semejante a la de Barcelona. En 1739 se fundó otra en Ceuta.


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Plano de la ciudad de Ceuta, Nicolas de Fer, 1727. La leyenda dice: Plano de la ciudad de Ceuta. Situada en el Estrecho de Gibraltar, en la costa de África y reino de Fez. Se eleva una montaña en la vecindad de esta ciudad que son siete colinas parecidas, que son llamadas 7 hermanos. Los moros la tuvieron asediada por 34 años. Han levando el sitio el 17 marzo 1727. Los españoles han destruido sus obras, y han derribado de 10 a 12000 barracas. Han atribuido su retirada a la muerte de Muley Ismael rey de Maroc y Mequinéz. Ceuta está vis a vis con Gibraltar y pertenece al rey de España. 1727


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Fragmento del plano de la ciudad de Ceuta de Nicolás de Fer.


Pero la reconquista de Orán no descargó de problemas a la Armada española, los ingleses seguían teniendo Gibraltar y seguían acosando nuestros barcos.

Así que nuestro Luís fue destinado a servicios en la costa del Caribe. Allí la codicia británica y otros países campaba a sus anchas.

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El Caribe en el XVIII


En 1742 Velasco iba, de La Habana a Matanzas, mandando una fragata de 30 cañones únicamente. Antes de seguir voy a copiar un texto de la wiki sobre el curioso nombre de Matanzas:

“En su obra Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo menciona acerca del origen del nombre de esta ciudad:
"Antes que más pase adelante, y aunque vaya fuera de nuestra historia (se refiere a su obra) quiero decir por qué causa llamaban aquel puerto Matanzas, y esto traigo aquí a la memoria porque me lo han preguntado un cronista que habla su crónica cosas acaecidas en Castilla. Aquel nombre se le puso por esto que diré: Que antes que aquella isla de Cuba se conquistase, dio al través un navío en aquella costa, cerca del puerto y del río que he dicho que se dice Matanzas, y venían en el navío sobre treinta personas españoles y dos mujeres, y para pasarlos de la otra parte del río, porque es muy grande y caudaloso, vinieron muchos indios de la Habana y de otros pueblos con intención de matarlos y de que no se atrevieron a darles guerra en tierra, con buenas palabras y halagos les dijeron que los querían pasar en canoas y llevarlos a sus pueblos para darles de comer. Ya que iban con ellos a medio del río en las canoas, las trastornaron y mataron que no quedaron más de tres hombres y una mujer que era hermosa, y la llevó un cacique (se refiere a un jefe indio) de los que hicieron aquella traición y los tres españoles repartieron entre sí. Y a esta causa se puso aquel nombre puerto de Matanzas. Yo conocí a la mujer, que después de ganada la isla de Cuba se quitó al cacique de poder quien estaba, y la vi casada en la misma isla de Cuba, en una villa que se dice la Trinidad, con un vecino de ella que se decía Pedro Sánchez Farfán. Y también conocí a los tres españoles, que se decían el uno Gonzalo Mejía y era hombre anciano, natural de Jerez, y el otro se llamaba Juan de Santiesteban, y era mancebo, natural de Madrigal, y el otro se decía Cascorro, hombre de la mar, natural de Moguer.".


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Iglesia de Nuestra Sra. de la Granada. Moguer

Estábamos en 1742 a bordo de una fragata de 30 cañones con nuestro capitán Velasco. De repente aparece una fragata inglesa, de mayor tonelaje y con más cañones, que intenta cerrarnos el paso, más allá un bergantín para apoyarle de la misma nacionalidad, que se acerca lentamente por falta de viento. Nuestro capitán, sin titubeos, manda abrir fuego contra la fragata y acercarse mientras se la cañonea para abordarla. La atrevida maniobra, tras dura lucha, rinde al navío británico antes de que el bergantín pueda intervenir.


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Velasco ordena virar rápidamente para dar caza al bergantín antes de que se de cuenta. Da la orden de disparar y nuestros bravos artilleros consiguen impactar dos veces sobre la línea de flotación. El bergantín, sorprendido por la rapidísima maniobra, empieza a hundirse y su capitán ordena arriar la bandera de combate e iza la de petición de auxilio. Velasco, por supuesto, se lo presta y apresa a los marinos enemigos.


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Con los dos buques vencidos y sus tripulantes prisioneros -que casi duplica nuestra propia tripulación- volvemos a la Habana.

Velasco sigue destinado en la zona del Caribe en acciones de patrulla y vigilancia y también hace viajes entre España y América. En 1746, estando cerca de la costa cubana al mando de los jabeques destinados a ese cometido de patrulla, capturó una fragata inglesa de 36 cañones.

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Jabeque español (del que hablaremos más al llegar a otro ilustrísimo marino español)

Capturó la fragata acercándose peligrosamente mientras la cañoneaba y hacía lanzarle garfios para entrar en el combate cuerpo a cuerpo; sencillamente: la capturó al abordaje. Práctica esta de nuestros marinos muy temida por los británicos, como habíamos dicho ya.

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Fragata británica

En 1754 se le concede el mando del navío de línea La Reina, con el que siguió su lucha. Hablando de navíos, hago “un reseso en el proseso” como diría un conocido abogado de una antiquísima serie televisiva, para recordar una curiosidad sobre un matemático, Euler -que un año después, 1755, presentaría sus ecuaciones generales de hidrodinámica-. En 1727 este insigne matemático participó en el concurso de la Academia de las Ciencias francesa cuyo tema era que los concursantes encontraran la mejor forma posible de ubicar el mástil en un buque. Euler ganó el segundo puesto, detrás de Pierre Bouguer, conocido por ser el padre de la arquitectura naval. Más adelante Euler conseguiría ganar ese premio hasta en doce ocasiones. Sólo había que darle tiempo.

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Metacentro, por Pierre Bouguer


Velasco, entretanto, continuó navegando y haciendo viajes entre América y Europa, en las escuadra de los generales Regio y Spínola.

Y llegamos a junio de 1762, año fatídico de su muerte, pero también el de su gloria, por el valor que derrochó en la defensa del Castillo de los Tres Reyes del Morro, que cerraba el puerto de La Habana.

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En ese año Velasco seguía al mando del navío Reina, dentro de la escuadra del general Gutierre de Hevia, marqués del Real Transporte. Estábamos dentro de la denominada Guerra de los Siete Años(1756-1763), que no era sino una serie de conflictos internacionales causados por los intereses encontrados franco-británicos en el intento de establecer la supremacía colonial en América del Norte e India y, en principio, por el control sobre Silesia entre la casa austriaca y Prusia. Tomó parte casi toda Europa, como había ocurrido en la Guerra de Sucesión Austriaca, aunque las alianzas fueran algo distintas: por un lado Prusia, Hannover y Gran Bretaña, junto a sus colonias Americanas y, más tarde, su aliada Portugal; en el otro bando estaba Sajonia, Austria (que quería recuperar Silesia, perdida en la Guerra de Sucesión), Rusia, Suecia, Francia y, acompañándola como era habitual en la época, España, que había entrado en el conflicto a partir de 1761.

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Así que aquí tenemos a Inglaterra, en el amanecer del 6 de junio 1762, atacando Cuba con una escuadra de 23 navíos, 24 fragatas y 150 barcos menores y de transporte. Los hombres que llevaban eran 14.000, después reforzados con otros 4.000. Los mandaba el almirante George Pocock. El desembarco inicial se efectuó con 10.000 hombres de asalto dirigidos por el conde de Albermale.

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No voy a contaros todo el episodio de la defensa, porque es largo y digno de leerse (al final os pongo el enlace de todoababor para el que quiera leerlo todo), además de que hace poco lo contó Anboro, pero sí os copiaré unos párrafos significativos de la Wiki.

“Pero Velasco resiste en el Castillo del Morro e intenta salidas. Deja al mando de las baterías a Bartolomé Montes y se va a dirigir en persona el fuego de los 30 cañones de las fortificaciones de Santiago, contra las 286 piezas que barrían las posiciones españolas desde los buques Stirling, Dragon, Marlborough y Cambridge. Tras seis horas de combate se retiraron los barcos británicos. Sólo el Stirling lo hizo ileso, y el Cambridge resultó muy averiado. Mientras, las baterías dirigidas por Montes también rechazaron a los ingleses. Una y otra vez, en la peripecia vital de Velasco, se ve la fe que tanto él como el resto de los militares españoles tenían en su artillería. El castillo, al mando de Luís Vicente de Velasco, resistió heroicamente dos meses en unas notorias condiciones de inferioridad. Se contó que el fuego que cayó sobre el castillo, le hacía parecer un volcán y que en esos últimos días de resistencia, Velasco parecía un espectro por su delgadez y cansancio, pero que desplegaba una energía sobrehumana y dormía unas pocas horas antes del amanecer con su sable en la mano.


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Navío de línea Stirling Castel, 1780

La feroz resistencia termina cuando Velasco es abatido por un balazo en el pecho. El jefe de las fuerzas de asalto, sir Reppel, permite el traslado de Velasco a La Habana. Los médicos ingleses intentan salvarle la vida, pero todo resulta inútil y muere a consecuencia de la herida el 31 de julio de 1762. Ingleses y españoles pactan un alto el fuego de 24 horas para enterrar al héroe. Después todo fue un paseo para los británicos, que se apoderaron de La Habana (la cual volvería a la Corona española por el Tratado de París del 10 de febrero de 1763)”.


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No es de extrañar que fuera honrado por propios y ajenos. Los ingleses, que admiraban el valor, le rindieron honores levantando un monumento en su memoria en la abadía de Westminster y en la Torre de Londres se guardó un estandarte español capturado en El Morro. También se dice que hasta principios del siglo XX, la marina de guerra británica disparaba salvas de honor en su nombre al pasar ante Noja, su villa natal. En España el rey hizo que se erigiera una estatua en Meruelo (Cantabria), que se acuñaran medallas con su rostro y el de su segundo Vicente González y que hubiera siempre en la real Armada un navío llamado "Velasco" (tradición que parece ser que aún perdura). Además, concedió a su hermano Iñigo el título de marqués con cuatro mil pesos de renta anuales.

http://www.todoababor.es/articulos/bio_velasco2.htm
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 16:31

D. Jorge Juan y Santacilia (1713-1773)

El noveldense D. Jorge Juan y Santacilia (1713-1773), que a los 12 años había ido a la isla de Malta para recibir el hábito de la Orden del mismo nombre, ingresó en la escuela militar naval de San Fernando (Real Compañía de Guardias Marinas) con 16 años, donde asombró por su talento a todos. Sus condiscípulos le llamaban Euclides por su afición y dominio de las matemáticas relacionadas con la marina y de la astronomía, cosmografía y navegación.

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Naturalmente, pronto estuvo navegando en expediciones de corso contra los piratas berberiscos. Se curtían pronto aquellos marinos como ya sabemos.

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Corsario español

También estuvo en dos de las grandes campañas de la época: la de Orán (1732) y la de Nápoles.

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Nápoles, Antonio Joli

Como en esta campaña de Orán estuvieron la mayoría de nuestros marinos (ya vimos que el jovencísimo Jorge iba en el Castilla con Navarro), esta vez en lugar de un cuadro voy a poner un poema que hizo a nuestro ejército un testigo presencial: el poeta toledano Gerardo Lobo.

Soneto al salir la expedición de España contra Orán.

Ve, lucido escuadrón, ve, fuerte armada
Del monarca de España empeño augusto,
Y el pendón infeliz del moro adusto
Su luna llore en tí siempre eclipsada

Vete, y vuelve de triunfos coronada.
Gloria de Dios, y de la patria gusto;
Haga en los moros tanto estrago el susto,
Que quede en ocio la invencible espada.

Contra viles sectarios mahometanos
¡Ah, Señor! de su causa no te olvides;
Que en tu brazo se fían, no en sus manos.

Vuelve en triunfos, Señor, todas sus lides;
Tiempo es ya de que en leones africanos
La clava esgrima el español Alcides

En 1934, con 21 años, es enviado a medir un meridiano en las proximidades de Quito con Antonio de Ulloa, de 19, en cumplimiento de una Real Orden que mandaba elegir dos oficiales para integrarse en la expedición organizada por la Real Academia de Ciencias de París a las órdenes de Louis Godin Pièrre Bouger y Charles M de la Condamine. El rey español, Felipe V, no quería perderse la expedición científica de su sobrino Luis XV. Lo curioso es que ni Jorge ni Antonio eran oficiales, sino simplemente Guardiamarinas. Tendrían en cuenta sus claras inteligencias en vez de…, por una vez en la vida y sin que sirviera de precedente, claro.

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Relación histórica del viaje hecho a la América Meridional… por Antonio de Ulloa.

No obstante, hay que recordar que en el siglo XVIII se dieron una serie de características que favorecieron el desarrollo científico y técnico. Si bien Felipe II había ordenado en 1559 a sus súbditos “de cualquier estado, condición y calidad que sean… [que] no puedan ir ni salir de estos reinos a estudiar, ni enseñar, ni aprender, ni a estar, ni a residir en universidades ni estudios, ni colegios fuera destos reinos”, la normativa de Felipe V, en 1718, crea ya becas para que los españoles pudieran estudiar en el extranjero. Aunque ya en el siglo XVII se habían iniciado cambios en las estructuras política y social, la apertura al exterior acelerará el proceso, no sin denodado esfuerzo de la sociedad española, claro. Jorge Juan y Antonio Ulloa serán exponentes del científico de la época; José Patiño Rosales, José del Campillo y Cossío y el Marqués de la Ensenada, del político ilustrado.


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Antonio de Ulloa

Del sevillano Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt (1716-1795), no voy a poner la minibiografía porque, a pesar de ser marino, haber asistido a bastantes campañas y haber sido hecho prisionero por los británicos, su sitio está más en un hilo dedicado a los científicos (¡hala, animaros!) donde sí es verdaderamente grande; Madrid le debe su Museo de Ciencias Naturales, del que fue fundador, y la organización del Jardín Botánico. Además, para muestra del marino científico ya tenemos a Jorge Juan, del que seguiremos hablando.


Jorge y Antonio habían sido ascendidos a Tenientes de Navío para esta expedición a Quito –para no desmerecer ante los sabios franceses- en la cual se determinó que la forma de nuestro planeta no es perfectamente esférica y se midió el grado de achatamiento de la Tierra. Todavía Jorge Juan, por encargo de la corona, permanecería 11 años en los territorios americanos, estudiando su organización. Cuando regresó fue ascendido a Capitán de navío.

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“Grabado “Viaje a la Améric Meridional, Jorge Juan y Antonio de Ulloa” (Siglo XVIII). Extraído de la Universidad de Illinois” (alicantevivo.org)

Jorge era un marino militar y como tal, como hemos visto, no faltó a sus citas bélicas cuando así se le ordenaba, de modo que cuando el virrey del Perú, entre trabajo científico y trabajo científico, le pidió que revisara las defensas y las pusiera a punto para soportar los ataques británicos, llevo a cabo su misión perfectamente y de paso organizó la tropa de milicias y su reglamento. En el año 1742, al mando de la fragata Nuestra Señora de Belém, hizo servicios de guardacostas en Chile y en las islas de Juan Fernández.


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Pero ante todo fue uno de los mejores científicos de España del siglo XVIII. Junto con el Marqués de la Ensenada, don Zenón, fue el artífice de la reorganización y mejora de la Armada y de la enseñanza náutica trayendo las nueva corrientes del saber de la Europa ilustrada.

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De hecho, Zenón le pidió que viajara a Inglaterra para conocer sus técnicas navales; despertó, por sus dotes, gran admiración y aprecio. Cuando volvió de este viaje le encargó el marqués la renovación de los astilleros y la dirección de la construcción naval. Por supuesto que lo bordó. Años después serían los ingleses los que vendrían a estudiar sus mejoras.

En 1750, se le pide que tome la dirección y que colabore con el ingeniero del arsenal de Cartagena, don Sebastián Feringán, para la construcción de un dique. Debía trabajar también perfectamente en equipo, porque la obra quedó terminada en dos años. También llevó la dirección del arsenal de El Ferrol (Esteiro); se le deben las obras de las gradas, que se habían empezado en 1749 y en 1751 ya estaban listas. Muchos de los puertos españoles le deben los planos para su mejora.

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Cartagena, 1740 (aforca.org)

Era para los europeos de la época “el sabio español” y no es de extrañar, le veían multiplicarse en resolver la multitud de soluciones que se le pedían para cuestiones científicas y para obras de cualquier tipo, incluso civiles, sobre todo de carácter hidráulico, donde dio directrices en cuestiones de canales y riegos. Dio útiles directrices también para la mejora de las minas de Almadén que redundaron en beneficio de la salud de los trabajadores y de la economía.


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Ahora que os he conocido a vosotros, los apasionados de la navegación, la grandeza de este marino científico se me hace mayor. Me lo imagino mirando al mar, deseando salir a navegar, pero diciendo: “No, todavía tengo que redondear este fórmula que da la razón de los semiejes del meridiano terrestre en función de las longitudes de arcos de un minuto, medidas en distintas latitudes”. Pues Jorge, que demostró conocer el análisis diferencial (que un siglo más tarde introduciría sistemáticamente en España Bails), estableció esa fórmula, exacta, con independencia de la de Maupertuis, en sus Observaciones astronómicas y físicas (1748). El libro lo realizó en colaboración con Antonio Ulloa, pero la parte matemática es de Jorge Juan.


De este sabio, del que apenas tenemos una vaga idea –qué digo vaga, vaguísima- hasta los indiferentes británicos sabían en la época: el almirante británico Howe, primer conde de Howe, vino, ex profeso, en 1753 a Cádiz en una fragata con la única intención de conocerle “bajando muchas veces a visitarle en tierra, y obsequiándole a bordo con un esplendido banquete y con maniobras y otras finas confianzas y condescendencias facultativas” (todoababor.es).


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La flota de Howe.

Y es que no paraba. Realiza cálculos matemáticos para conseguir construir navíos veloces y ligeros, sin perder seguridad y resistencia Estudia la fuerza del mar y del viento, para lo cual construye modelos de naves que remolca para comparar sus distintas resistencias, y la acción del viento sobre las velas lo comprueba con cometas. Con su agudo ingenio nada se le resiste. Su prestigio, fuera y dentro de España, le permitió obtener las mejoras que solicitaba. En 1753, le propone al Marqués de la Ensenada fundar en Cádiz el Observatorio Astronómico; dicho y hecho.

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Y ya puestos, en 1755, Jorge fundó la Asamblea Amistosa Literaria cuyos miembros eran amigos, conocidos y colegas, todos estudiosos, que se reunían en su propia casa para hablar sobre historia, geografía, astronomía, navegación, física, higiene y, claro está, cuestiones de tipo militar. Era lo más parecido a una academia de las ciencias. En 1757, dicen, fundó el Real Observatorio Astronómico de Madrid (bueno, lo fundó Carlos III, pero fue Jorge quien se lo sugirió y el edificio es de 1790, año en que se encarga al astrónomo W. Herschel la construcción de un telescopio reflector de 60 cm de diámetro);

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Telescopio de Herschel

Además, era todo un hombre y muy leal, buen amigo de sus amigos: cuando las intrigas hacen caer al Marqués de La Ensenada que había sido su amigo y protector, Jorge, al verle desterrado en Granada sin sus cargos y su capital, vigilado y con prohibición de recibir visitas, va a verle desde Cartagena y le ofrece su pequeña hacienda. Lo mismo hizo Antonio Ulloa sin saber el gesto de su amigo Jorge.

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No me extenderé más. En 1767 es enviado como embajador extraordinario a Marruecos, país con el que consigue firmar un tratado de amistad. En 1770 se le nombra Director del Seminario de nobles; aprovecha para reformar su plan de estudios y escribir su famosa obra Examen Marítimo teórico-práctico (1771). Los dos volúmenes de esta obra de teoría sobre construcción naval (que sería la primera escrita con cálculos matemáticos) tendría una importancia capital. El primer tomo trata de la mecánica del buque, y el segundo de su construcción y maniobra. Toda la dinámica del buque era analizada, la estabilidad, su relación con el empuje de las olas, los esfuerzos a que está sometida la arboladura… En cuanto salió a la luz fue traducida y conocida en Europa. Pero…

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Fragata de 30 cañones según Jorge Juan. Museo Naval de Madrid (todoababor)

Sí, claro, hay un pero: en España, como casi siempre, la política se metió por medio. Como era amigo del defenestrado Ensenada, el **bécil que mandaba ahora en la cosa y sus secuaces sustituyeron su modelo de construcción por el francés, bastante peor, y que el mismo Jorge Juan había rechazado por inseguro y peligroso. El plan de recuperación naval de España se quedaba estancado otra vez. Creo que los ingleses todavía se están frotando las manos. Trafalgar demostraría que Jorge Juan no se equivocaba. Murió en 1773, a los 60 años y medio, dicen que de alferecía. Yo creo que se murió de asco.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 16:41

D. Juan de Lángara y Arizmendi

el espía que surgió del caluroso Cádiz, nació en 1701 no sé dónde, no he conseguido saberlo, y después del breve relato de su carrera copiaré, literalmente, lo que más me ha llamado la atención de este marino, padre de otro Juan de Lángara marino, del que buscaré datos.

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Nuestro Juan fue uno de los primeros niños/hombres, por el valor que demostraban, en ingresar como Guardiamarina en la Academia de Cádiz el mismo año en que la creó Patiño, 1717. Naturalmente, su vida desde ese momento parece la repetición de lo visto en sus colegas. Embarca en la escuadra de nuestro Gaztañeta y no se pierde la campaña de Sicilia, ni el combate de cabo Passaro.


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El corso contra los berberiscos entra también en su curriculum y estuvo en el socorro a Ceuta rodeado de nuestros ya viejos conocidos. Navegó en las escuadras de Baltasar de Guevara y del marqués de Mari y tampoco de faltaron importantes destinos en tierra –ya veremos a qué lo destinó nuestro Zenón- con lo que llegamos, en 1747, a verlo ya como Capitán de navío.

Cuando el general Regio muere, Juan, que ya era Teniente General recibe el nombramiento de Capitán General del Departamento de Cádiz interino y Director General de la Armada en 1780. El puesto lo volverá a ocupar cuando el propietario, D. Luis de Córdova, salga a la mar y lo ocupa hasta su muerte en 1781.

Sabemos que Zenón, el Marqués de la Ensenada estaba convencido que si había una nueva guerra entre Inglaterra y Francia, lo que era más que probable, era necesario que España se defendiese y no fuera la víctima de los intereses de británicos y galos. Así que intentó lograrlo por todos los medios y se dio un plazo de 8 años, a partir de 1752, para conseguir una poderosa marina capaz de disuadir al Reino Unido de más agresiones.

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Navío del siglo XVIII

Ni corto ni perezoso nuestro Marqués tejió una red de agentes (militares, científicos, funcionarios del estado, diplomáticos, religiosos, artistas…todo servía a sus fines) que le consiguieran el control de la información. Consciente del retraso técnico, industrial e incluso científico de España, lo que impediría esa poderosa marina que ambicionaba para proteger nuestros intereses tanto en Europa como en ultramar, concibe un ambicioso plan de espionaje militar e industrial seleccionando para el caso a sus agentes entre los jóvenes ilustrados de amplio saber científico que, afortunadamente, estaban empezando a florecer en España a mediados del XVIII

Jorge Juan y Antonio de Ulloa seleccionados por él, ya los hemos visto, habían cumplido con éxito y fama internacional su participación en la expedición del científico francés Monsieur de la Condomine. Otros jóvenes oficiales, patriotas comprometidos y con amplios conocimientos científicos, fueron también seleccionados, como los artilleros Dámaso Latre, Agustín Hurtado, José Menes y Francisco Estachería, entre otros. El elegir militares con conocimientos científicos suponía una gran ventaja, por lo delicado y específico de las misiones (informes, planos precisos referentes a fortificaciones, arsenales, maquinaria, construcción naval, artillería, municiones). Además fue lo suficientemente inteligente para darles plena libertad de acción confiando en su iniciativa personal, lo que precisa un joven inteligente: el éxito estaba servido.

“El plan preveía el envío de auténticas células de información, lideradas por uno o dos de estos jóvenes y prestigiosos militares, con el fin de satisfacer las necesidades de inteligencia, desinformación y reclutamiento de técnicos extranjeros. Los objetivos eran claramente definidos en las llamadas “instrucciones reservadas” que recibía cada jefe de célula antes de comenzar la misión.

Incluso para misiones altamente sensibles, como el espionaje al propio aparato de Asuntos Exteriores durante las negociaciones previas a la firma del Tratado de Límites entre España y Portugal, de 1750, Ensenada envió a Lisboa a un oficial de la Marina, Juan de Lángara y Arizmendi, para que le informase del curso de las negociaciones”. (Del foro “Inteligencia, Espionaje y Servicios Secretos”)

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Instrumentos y utensios para la navegación. Marqués de la Victoria.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 17:01

D. Luís de Córdova y Córdova

nació en 1706 en San Fernando de Cádiz. Para precoz él: hijo de un Capitán de Navío, a los 11 años ya navegaba acompañando a su padre y antes de los 13 ya había estado dos veces en América. Así que es natural que acabara siendo Guardamarina en 1721 y que en 1723 fuera ya Alférez de Fragata.

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Ya sabemos los servicios de los marinos de este siglo, lo hemos vistos con todos: acciones de guerra, asedios, corso… Luis no fue menos y en 1930 se le ordenó formar parte de la escolta del infante D. Carlos de borbón cuando viajó a Italia.

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El Futuro Carlos III de España a caballo en Nápoles.- Giovanni Luigi Rocco (1701-1750)

Al año siguiente es ya Alférez de Navío y al siguiente será Teniente de Fragata y estará en la toma de Orán. En 1734 participa en la recuperación de Sicilia y Nápoles. No se hacen esperar sus ascenso, y le vemos ya Teniente de Navío un año después y Capitán de Fragata el siguiente. Es en este mismo año, 1740, cuando es enviado a patrullar contra los piratas argelinos que infestan el Mediterráneo. Batallando contra ellos estará hasta 1947 en que es nombrado Capitán de Navío.

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Puerto de Argel, grabado.

Siendo Capitán del navío América, de 60 cañones de 18 libras (según otras fuentes tendía 64 cañones), junto con el navío Dragón, del mismo número y tipo de cañones, que llevaba al mando al futuro marqués de San Leonardo, D. Pedro Stuart, se enfrentan cerca del Cabo de San Vicente a los argelinos. Los piratas llevaban dos navíos: la nave capitana Danzik, de 60 cañones de 24 libras, y el Castillo Nuevo de 54, que se esfumó del escenario a las primeras andanadas poniendo mar por medio.

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El Dragón y el Dansik, (todoababor).


Sin embargo la nave capitana argelina siguió combatiendo cerca de 30 horas, hasta que destrozado, y perdida la mitad de su dotación, hubo que quemarlo. Copio literalmente un fragmento de la página “todoababor”:

“Por el fuego que han hecho los dos navíos de S.M. se puede intuir lo que ha costado rendir a estos bárbaros, aunque con la fortuna de no haber tenido ningún oficial de guerra, ni guardamarina, herido ni muerto No se podrá nunca ponderar demasiado la conducta de todos los oficiales, guardamarinas, como así mismo su valor y el de todos los individuos de la guarnición y tripulación del navío Dragón, dignos del mayor premio. Sin olvidar nunca la buena compañía que ha hecho el navío América. Los referidos navíos han disparado en los cuatro ataques 4.444 cañonazos y 4.660 disparos de fusil y apresado 323 turcos, 6 renegados y conseguido la libertad de 50 cautivos. Han quedado exclavos 69 argelinos y muertos de los mismos 190”.


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El rey, entonces Fernando VI, le concedió una encomienda de la Orden de Calatrava por esta acción y a Pedro, que llevaba el mando de la acción, le nombraron Jefe de Escuadra.

En los siguientes años, Luis, formó parte de la escolta de las flotas de indias, continuamente acechadas por las potencias coloniales rivales, y entre 1754 y 1758 tuvo que combatir el contrabando en la zona de Cartagena de Indias, significándose con sus bravas intervenciones, lo que le valió, en 1760, el grado de Jefe de Escuadra (entonces no existía el de Brigadier, pues fue creado en 1773).

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Vista imaginaria de Nombre de Dios (Panamá).-Peter Schenk, 1672 (de la Wiki)

Estas flotas, hay que reconocerlo, eran muy golosas pues, junto a las riquezas y mercaderías, llevaban el «quinto real», un impuesto del 20 por ciento en los metales preciosos y los envíos de particulares, aunque, según los últimos descubrimientos históricos y arqueológicos, la cantidad de metales transportados era en realidad mucho mayor que la declarada al Archivo de Indias. ¿Por qué? Es obvio, el abusivo impuesto. Veamos lo que dice el historiador británico Lynch, del que hablé en mensajes anteriores:

“Pero una serie de cambios marginales de ese tipo no podían detener la presión de la marea extranjera, especialmente británica. Ni siquiera satisfacían a los comerciantes españoles. Dentro del mundo comercial existían profundas divisiones durante esos años. Los comerciantes de Cádiz estaban desgarrados entre el deseo de comerciar y el temor de arriesgar sus beneficios a confiscaciones e indultos, entre la ansiedad oficial de enviar flotas para conseguir ingresos y los temores privados referente a la situación de los mercados. Para los monopolistas españoles, su propio gobierno era un enemigo tan poderoso como los extranjeros… Fue Patiño quien elevó los indultos al 9 por 100, estableciendo un precedente para posteriores incrementos a partir de 1737:

La corte ha recibido esta semana la buena nueva de la llegada de la flota y de los azogues, con 13 barcos; traen entre 14 y 15 millones en oro y plata, unos 2 millones en frutas y aproximadamente 4 millones de piastras que, para escapar a los tributos, no están registrados. La participación del rey en la flota y los impuestos sobre el resto ascenderán a una cifra entre 3 y 4 millones de dólares o piastras. Pero en el comercio existe un cierto recelo de que los ministros están inventando nuevos métodos para elevar el indulto por encima del 9 por 100, tasa en la que lo situó el ya fallecido señor Patiño.

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Archivo de Indias. Sevilla.Construido a finales del siglo XVI

Los temores estaban justificados: «se han despachado las órdenes para la distribución de los efectos de la flota y de los azogues llegados recientemente a Cádiz. Ypor el elevado indulto establecido, que en diferentes artículos alcanza entre el 15 y el 16 por 100, el monarca recibirá muy cerca de 6 millones de dólares». Los embajadores inglés y francés se quejaron y presionaron enérgicamente, pero la respuesta fue un indulto aún más gravoso:

En lugar del 16 por 100 de indulto, que se exigía al comercio, se dice que las órdenes son de elevarlo al 20 por 100. De forma que en el curso de unos pocos años, el indulto, que se pensaba que era suficientemente elevado en el 4 y el 5 por 100 y que después fue elevado por el señor Patiño al 9 por 100, dando seguridades de que permanecería en ese nivel y no se incrementaría, se ha elevado finalmente a la suma mencionada más arriba.


¿Y para qué tanto impuesto? ¿Aprovechó algo, al menos, a España? Páginas después nos cuenta Lynch:

“La reina murió el 27 de agosto de 1758, llorada por algunos, vilipendiada por otros y, cuando se conoció su testamento, deplorada por todos. Tras haber acumulado en España una fortuna que excedía con mucho sus necesidades, la envió a Portugal a su hermano y heredero, don Pedro”.

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Fernando VI y Bárbara de Braganza en Aranjuez.-Francesco Battaglioni.

Pero dejemos la política, cuyo rostro en algunos aspectos es sospechosamente igual en todos los tiempos. Nuestro Luis, decía, mandaba por aquel entonces una escuadra que patrullaba por aguas españolas del norte del continente americano, hasta que en 1774, ya con 68 años, se le mandó volver a Cádiz, ascendiéndole poco después a Teniente General.

Teniente General y 68 años. Córdova no había acabado su vida militar, pues en 1779 se le da el mando de una escuadra para que se una a la francesa de Orvilliers, ya que las dos potencias gobernadas por los Borbones habían firmado un tratado en Aranjuez, en abril -parte de los llamados Pactos de Familia- por el que se comprometían a invadir conjuntamente Inglaterra. Declarada, pues, la guerra a los ingleses en junio de ese año la escuadra franco-española con 68 navíos, entró en agosto en el Canal de la Mancha.

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(foronaval.esl)

Entre los buques españoles iba el Santísima Trinidad que portaba la insignia de Córdova. Volveremos a oír hablar de este portentoso buque (aunque ya ha salido varias veces en otros hilos, incluido el mío de barcos), el más grande navío de línea de su época, el único con cuatro puentes tras ser remodelado. También iba otro navío : el Princesa, aunque no creo que fuera el tan conocido por nosotros, pues había sido capturado en 1740.

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Planos del Princesa, sacados por los británicos tras su captura.

La invasión no llegó a buen término, pues avistada a tiempo, casi todos los barcos ingleses se refugiaron en sus puertos. Tras una breve escaramuza tuvieron que volver, a causa de los rayos caídos al buque insignia y a la fiebre amarilla, el escorbuto y la disentería que se declaró a bordo, amén de la enfermedad del almirante francés, que tuvo que ser también evacuado y sustituido. A pesar de todo, se capturaron la balandra inglesa Wolf (18 cañones) cerca de Brest y el navío Ardent (70 cañones) que se había rezagado. Sobre el Stratford y el Malborough copio literalmente de todoababor, pues lo cuenta magistralmente Pedro Amado.

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Ilustración de Hagg del “Santísima Trinidad”, antes de tener cuatro puentes.

“Entretanto, la escuadrilla de caza compuesta por las fragatas francesas Juno y Chantil, ambas de 34 y el navío español Princesa (70), se afanaba por bloquear la huída de los ingleses y empezaron a hacer fuego sobre el más avanzado, el Stratford. Encajonados entre 8 naves enemigas, Boteler elevó la señal de rendición antes de que cayese la noche. El Ardent había sufrido 11 muertos y 27 heridos, casi el doble que el Marlborough. Los cañonazos habían reducido la tripulación del Stratford en tres marineros y los mástiles quedaron inútiles.

Cuando Boteler fue hecho prisionero se le trasladó en una lancha a bordo del tres puentes que había frustrado su huída. A medida que se acercaban al navío, el capitán inglés pudo leer en el trasero del mismo las siguientes letras “Santísima Trinidad”. La banderola que ondeaba en el palo mesana indicaba que se trataba de un navío español, almirante de la flota. La lancha se deslizó suavemente a lo largo del fabuloso costado y se acercó a la escalerilla por donde subió para ser conducido a presencia de Luis Córdoba, que comandaba la flota combinada junto al almirante francés Comte D´Orvilliers. Con apenas diez años desde su botadura, el insignia de Córdoba dejó impresionado al joven Boteler, que no había visto nunca una máquina de guerra como aquélla.”

Luis XVI de Francia regaló a nuestro marino una caja de oro guarnecida de brillantes con la expresiva dedicatoria "Luis a Luis". Para no ser menos, el rey de España le concedió la Gran Cruz de Carlos III, la distinción más importante de la época.

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Caballero de la Gran Cruz de Carlos III

El bueno de Lynch –por llamarle algo-, el historiador británico del que hablábamos antes, cuenta todo el episodio de esta forma. “Una flota franco-española y una fuerza de invasión se desplegaron en el Canal de la Mancha, pero fue rechazada, no tanto por el enemigo como por las enfermedades que se propagaron entre la tripulación y las tropas” Imagen Imagen

¡Para que te fíes de lo que cuentan algunos! Hay muchas formas de tergiversar la Historia, entre ellas no decir toda la verdad.





Dejando aparte la diferencia de opiniones, en las actuaciones a llevar a cabo en esta acción, entre los dirigentes franceses y de Córdova (que más tarde se demostró que tenía razon), lo cierto es que a los franceses les maravillaba sobremanera la sorprendente habilidad que demostraba nuestro Luis para “adivinar” el buen o mal tiempo y hacer los preparativos correspondientes, aunque la faz del tiempo nada indicase. En realidad quien adivinaba era el barómetro de Torricelli (inventado por este discípulo de Galileo en 1643 y establecida, poco despues, la relación entre la presión atmosférica y los cambios meteorológicos), pues los barcos españoles de esa época ya contaban con el moderno artefacto y las naves francesas no.

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Barómetro francés del siglo XVIII

Por cierto, parece ser que los marineros de la época denominaban al barómetro “el brujo”. Lo más curioso es que, si lees un libro sobre navegación escrito por británicos, al pobre Torricelli y su barómetro ni le nombran y sólo hablan del inglés que en 1870 inventó otro más preciso. Hombre, 227 años después…

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El barómetro de mareantes de Castropol, una monada encontrada en el castropolblogia.

Pero nosotros seguíamos la vida de Luis de Córdova y le habíamos dejado en 1779 con su cajita de oro, su Gran Cruz y una pila de años de servicio. Así que en 1780 le nombraron Director General de la Armada. A los franceses no parece que les gustara que un viejo (73 años, ya) mandara tanto y decían que ya chocheaba, pero el primer ministro Floridablanca, que en una carta al conde de Aranda a finales de 1779, aseguraba que "el viejo es más alentado y sufrido que los señoritos de Brest" y que ninguno de sus detractores era capaz de mejorar ni siquiera uno de sus planes de acción, hizo caso omiso como hemos visto.

Afortunadamente algunos políticos aciertan a veces, pues todavía en el verano de 1780, mandando Córdova la misma escuadra franco-española que en la acción anterior, consiguió apresar cerca del cabo de Santa María un convoy británico de más de 55 naves que eran escoltadas por tres fragatas. Resultado de la acción: 4.800 prisioneros (1.800 de ellos soldados de la Compañía Real de las Indias Orientales y Occidentales), tres fragatas para la Marina española que fueron bautizadas con los nombres de Colón, Santa Paula y Santa Balbina y un botín, entre mercaderías y municiones, de unos cinco millones de pesetas (el equivalente en moneda de la época, claro, porque la peseta es de 1.868).


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La Santa Balbina, ya española.

Las fuerzas inglesas, que llevaba más atrás el convoy como protección, les persiguieron desesperadas, claro que sí, pero Luis consiguió llevar a Cádiz todo el botín sin tropiezos. La prensa, entusiasmada, le convirtió en el heroe del momento.



Por si “el viejo” no se las apañaba bien sólo, que sí, encima le mandaron como su Mayor General a D. José de Mazarredo, entonces de 36 años pero ya genial, bajo cuyo mando se encontraba otro aguerrido gran marino, Antonio de Escaño y García de Cáceres. Así que no es de extrañar que, a pesar de los terribles temporales, la campaña de 1781 de patrulla por el Canal de la Mancha, se salvara sin contratiempos y que, ademas, se aprovechara para capturar y llevar a Brest otro convoy británico de unos 24 barcos. El viejo y sus chicos, puestos ya…

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Brest, 1777 por Luis Francisco Cassas.


En 1782, de nuevo en aguas españolas, se le ordena tomar el mando de las fuerzas combinadas reunidas en Algeciras con el propósito de bloquear e intentar rescatar Gibraltar de manos británicas. Como en el ataque participó D. Antonio Barceló y Pont de la Terra con sus creaciones, las cañoreras Barceló, dejaremos estos combates e iremos a la batalla final en la que Luis, nuestro eterno joven de 76 años ya, dejó boquiabiertos a los británicos por “"el modo de maniobrar de los españoles, su pronta línea de combate, la veloz colocación del navío insignia en el centro de la fuerza y la oportunidad con que forzó la vela la retaguardia acortando las distancias".

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Del asedio a Gibraltar y de esta batalla, la batalla del Cabo Espartel de 1782, contra el almirante Howe volveremos a hablar seguramente cuando hablemos de Mazarredo, Gravina y otros grandes marinos, aunque la diosa Fortuna no nos favoreciera: tras cinco horas de combate en persecución el resultado fue indeciso, pues los 36 buques británicos, más veloces, se escaparon de los 46 que formaban la escuadra franco-española rehuyendo el combate que preveían perdido. El Santísima Trinidad, el navío más grande de la época, sólo tuvo oportunidad de efectuar una descarga completa.

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En absoluto fue culpa del “viejo”, esforzado e inteligente como siempre, sino de las circunstancias y el material. Copio literalmente, de todoababor (el subrayado, como siempre, es mío):

“Tras la guerra contra Inglaterra de 1779-1783 los navíos españoles adoptaron el forro de planchas de cobre para la obra viva, con el fin de mantener limpios los fondos y lograr que los buques mantuvieran sus propiedades como veleros. La no aplicación de este útil invento en la pasada guerra provocó que los buques españoles no lograran alcanzar más velocidad que sus homólogos británicos y provocando que se perdieran algunas batallas, como la de Rodney al alcanzar a la de Lángara en 1780, o no ganar batallas que podían haber sido históricas, como la de Espartel en 1782 o cuando la escuadra combinada al mando de Luis de Córdoba dominó el Canal de La Mancha y persiguió una escuadra británica. De esta última el gran Mazarredo, siendo mayor general de la misma, comentó:

"Amargo día el 12 de Julio en que por la pesadez de la escuadra combinada perdió la insignia española la gloria de destruir veintitres navíos enemigos y de forzarles a pedir de rodillas la paz. Pero lo que más fatigaba el ánimo es reflexionar que si cuarenta navios ingleses hubiesen encontrado a veintres de los nuestros era una merienda que ni a los gatos les hubiese quedado que lamer."

Claro que, parece ser que también les fallaba la arboladura.

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Panteón de marinos ilustres de San Fernando, Luis de Córdova puso la primera piedra en 1786.

Firmada la paz, en enero de 1983, le son devueltas a España La Florida y Menorca, pero Gibraltar, nada de nada. Luis recibe muy poco despues el nombramiento de Director General de la Armada y algo después es nombrado Capitán Geral. En mayo de ese mismo año deja el servicio activo. Morirá a los 90 años.
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Re: Grandes Marinos Españoles

Notapor Alonso Quijano » 30 Ene 2011, 17:16

Las vidas de D. Juan Antonio de la Colina Rasines,cántabro, nacido en 1706 en Bárcena de Cicero, y de D. Antonio González de Arce Paredes y Ulloa,madrileño, nacido en 1709, ilustran la vida y carrera de la mayoría de los oficiales marinos españoles del siglo XVIII, se conoce poco de ellas y ese poco lo conocen también muy pocos. No serán los conocidos héroes de los que hoy, afortunadamente, algo más se escribe, pero cuesta poco comprobar si su vida fue o no heroica en época tan dura.

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Tipos del siglo XVIII pintados por Francisco Sasso.

Juan Antonio inició su carrera como marino voluntario y más tarde consigue plaza de Guardiamarina. En 1734 es destinado a Cuba, y allí estará en La Habana hasta 1759 en que vuelve a su pueblo, ya como Capitán de Navío (desde 1754). No parece, pues, que hubiese estado antes en América, a pesar de que la política de mejora y rearme naval por parte española y la preocupación de Patiño por nuestras colonias americanas hubiera hecho afluir a su mejores marinos a éstas. Los británicos, preocupados por ello, habían concluido la firma de una alianza con Francia (Tratado de Hannover) en 1726 y el bloqueo de la ciudad de Portobelo como recordaremos. No sabemos si mandó o fue tripulante en algunos de los barcos corsarios que defendían las flotas españolas de piratas y afines, pero lo suponemos. Tampoco se nos cuenta de este marino si intervino en la Guerra del Asiento (la de la Oreja de Jenkins) o las acciones posteriores, pero imaginamos que sí puesto que se encontraba en América en aquella época.

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Escuadra del siglo XVIII

¿Qué hace en ese tiempo nuestro otro Antonio, el madrileño? Más o menos lo mismo: Es ya Guardiamarina en 1735 y toma parte en la expedición contra los británicos en 1742, y en 1748 combate, dentro de la escuadra del general Regio contra la británica de Knowles, frente al puerto de La Habana. Después, siendo Capitán del bergantín San Macario, tras una heroica resistencia, cae prisionero en las islas Azores.

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La acción de la Habana, de 1748, pintada por Craskell diez años después.

Cuesta creer que no se hubiesen conocido y hablasen de lo que preocupaba, fuera de la política y los problemas de la patria, al marino del siglo XVIII, tripulante de aquellos gigantescos navíos - un hombre más entre los 600 y 1.100 embarcados- cuya vela mayor mediría más que uno de nuestros campos de baloncesto de hoy y que desplazaría más de 300 toneladas sólo en artillería, algo más de 90 en proyectiles y otro tanto en pólvora.

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Hablarían de algo más de que el ancla mayor de uno de aquellos navíos medía, fácilmente, cinco metros. Hablarían de lo difícil que es encontrar voluntarios y de cómo se comenta que, en muchas armadas europeas, los marineros son reclutados, por la fuerza, en puertos y poblaciones vecinas por patrullas que los capturan para varios meses, sin que sus familias sepan qué ha sido de ellos.


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Operarios de una fábrica de anclas del siglo XVIII con un ancla pequeña; las grandes eran tan altas como muchos edificios de la época.

Comentarían la dificultad que tienen las reparaciones obligadas cuando se está fuera de puerto: el terrible trabajo que representa aligerar los gigantescos buques de la mayoría de su ingente carga y acostarlos en la playa, con ayuda de los cabestrantes, para poder permitir a los carpinteros de a bordo reparar y calafatear, primero un costado y luego el otro.


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Se sabe de Juan Antonio que regresó en 1762, durante la Guerra de los siete años, a Cuba y que tuvo que luchar con coraje durante el ataque de la escuadra británica que nos arrebató La Habana. Las pérdidas de esta batalla fueron cuantiosas: además de la Habana “60 leguas de terreno, un tesoro de 15 millones de duros, una gran cantidad de municiones y nueve navíos de línea y tres fragatas, resto de la Armada española enviada a aquel puesto” (Wiki). De esta batalla ya hemos hablado al contar la vida de D. Luis Vicente de Velasco. Al menos, su heroica intervención.

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En el 65 Juan Antonio es nombrado Jefe de Escuadra y en el 67 recibe la Comandancia General del Apostadero de La Habana. Compatibiliza el cargo con la redacción de un reglamento para la formación de un arsenal y un astillero. Tan bien lo hace, que, años después los navíos de La Habana serán considerados de los mejores fabricados por los españoles. Mientras él estuvo al mando, se llegaron a construir hasta 26 buques de todo tipo y tamaño. Uno fue, en 1769, el famoso, y ya viejo conocido nuestro, Santísima Trinidad.

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¿Y Antonio? Le encontramos de nuevo, ya en 1766 como Capitán de Navío al mando del Septentrión en el Pacífico, con base en el Callao protegiendo a nuestros mercantes. Y más tarde, ya Jefe de Escuadra, a las órdenes del general Castejón en el sitio de Argel en 1775.

Ambos protegiendo y cuidando los negocios españoles sobre el mar. El mar en aquella época exige mucho de cada marino. Si eres marinero deberás tener sobrada fuerza y valor y, en caso de escaramuzas o batallas navales, verdadero heroísmo. Los tiradores expertos subidos en las cofas, con el peligro de la altura añadido, de aquellos gigantes de más de 70 metros en su palo mayor, deben olvidar la altura y centrarse en el disparo de sus mosquetes tratando de acertar a los oficiales de mayor graduación, para intentar que cunda el pánico en la tripulación enemiga. Mientras, abajo, puede que el fuego se esté propagando y la metralla rival esté haciendo estragos entre sus compañeros; quizás heridos y cegados por el humo y las llamas no vean como se precipitan hacia ellos las vergas y aparejos del mástil alcanzado, que los aplastará irremisiblemente.

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Tampoco lo tiene mejor el capitán ni los oficiales y guardiamarinas, algunos de estos realmente niños. El que rige la nave debe saber colocarla, mejor a barlovento, para poder acertar al buque enemigo con la batería pesada y a la vez tomar posición para proteger el buque de los disparos del contrario. Eso con un mar de leche, si es encrespada… deberá aliarse al viento, poner en práctica todo lo aprendido y aguzar al máximo el ingenio. Quizás, también, rezarle a la Santísima Trinidad o a la advocación del barco que gobierna. Si comete un error o pierde el buque, sea o no culpa suya, le espera un consejo de guerra. La posición estratégica es sumamente importante. Si eres Jefe de Escuadra o Almirante, multiplícalo por las naves que mandes.

Pero ¿por qué los gobiernos protegían a los comerciantes arriesgando la vida de sus marinos? Durante el medievo habíamos visto como los armadores y comerciantes –sobre todo en los países del Norte- se habían asociado para protegerse de la competencia y para conseguir delimitar zonas de influencia de su mercado (Hansa, pero también Venecia, Génova…). En el siglo XVIII, que es el que nos ocupa, estas asociaciones son ya nacionales, tienen total apoyo de sus gobiernos: el capitalismo está despertando y vemos avanzar y tomar poder, incluso político, a la “Honorable Compañía de las Indias del Este”, inglesa, con más de 4.000 funcionarios sólo en Londres y miles de empleados en la China y las Indias.

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Posee hasta un ejército propio de miles de soldados, con reglamentación específica y mueve un capital de varios millones de libras esterlinas. ¿Nos extraña que el pueblo la llame “Old John”? Y no es la única en el mundo.

No, la “Old John” no es la única compañía por acciones. Las hay incluso más antiguas, como “La Compañía holandesa de las Indias Orientales”. Esta opera desde 1602 y su área de acción es, sobre todo, Insulindia. Es la primera multinacional, la primera que publicaba sus beneficios y que alcanzó un poder casi ilimitado: podía declarar la guerra, negociar tratados y establecer colonias. Y, cómo no, acuñar moneda.

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Imperio holandés.


Su estrella empezó a apagarse a medida que la inglesa tomaba brillo.

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G.A.BercKheyde, Ámsterdam, siglo XVII.


Pero no son las únicas grandes, están la “Compañía de Indias” francesa, siempre a la gresca con la inglesa, las compañías portuguesas, suecas, danesas, rusas, americanas… y sí, también las hay españolas. Ya hablamos de una de ellas “la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas” fundada en 1728, la “Compañía de La Habana” le seguirá en 1740 y la Real Compañía de Filipinas en 1785. Habrá otras.

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Vista de los almacenes de la Compañía de Indias francesa en Pondichery, del almirantazgo y de la casa del gobernador, grabado del siglo XVII, Lorient, Museo de la Compañía de Indias.

Pero ¿dónde habíamos dejado a nuestros marinos? ¡Ah sí! Antonio estaba en Argel en 1775 –siempre los piratas del mediterráneo-y un año después le nombran Inspector de Marina en Madrid. Tres años más tarde, 1779, le vemos luciendo uniforme de Teniente General y ponerse al frente de una escuadra de 8 navíos a las órdenes de Luis de Córdoba en la campaña del Canal de la Mancha (de la que ya hemos hablado) en la combinada de D’Orvilliers. Cuando vuelva será ascendido a Capitán General de El Ferrol. Durante doce años servirá allí mejorando el arsenal y en 1796 recibe el nombramiento de Capitán General de la Armada e Inspector General, el primero que desempeñará –según cuentan- este cargo en Madrid, pues antes se desempeñaba en Cádiz. Morirá en activo dos años después.

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Argel, nido de piratas.

¿Y del cántabro Juan Antonio qué más sabemos?. Nada he encontrado, la única minibiografía localizada acaba ahí, construyendo navíos en la Habana y allí debió seguir hasta 1971 en que murió. Nada sé de si volvió su cadáver a España. Ni aun siguiendo el rastro del Santísima Trinidad (pues en algún sitio había encontrado que nuestro marino fue su comandante, cosa que parece que no es cierta).

Tampoco es raro que los familiares de un marino de la época no sepan ni dónde está su cadáver. Si en tiempos de guerra, el mar se los traga con su barco -80, entre heridos y mutilados parece que se llevó consigo el S. Trinidad en su rápido hundimiento, aunque sus captores ingleses pretendan que fueron sólo 28- en tiempos de paz hay otras cosas, como el escorbuto y las infecciones de todo tipo, que los hace desaparecer en el mar o tierras extrañas.

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También los hace desaparecer la piratería, sí, sí, esa que parece no cesar nunca. ¿Estará vivo, aunque cautivo, habrá muerto? Qué es peor, se puede comprobar por un artículo publicado en el Diario Menorca el 8 de diciembre de 1979 sobre la captura por piratas argelinos y posterior cautiverio de Juan Marqués, un patrón mercante menorquín del siglo XVIII. Sólo os pondré algunos párrafos, pero abajo os dejo la dirección por si queréis leer todo el artículo.

“Argel a los 22 de Noviembre de 1782

"Querida esposa: Con esta te daré la amarga noticia de mi esclavitud, la que sucedió el día 18 del mes de Octubre. Piensa solamente que espanto fue el mío al verme apresado por cinco corsarios berberiscos sin poder huir ni escaparme de ellas por haber perdido la lancha no obstante me eché al mar pero mis marineros llorando con tristes llantos, viendo que mi vida ya acababa procuraron hacerme volver a bordo diciéndome: ¿a donde vais capitán? mirad que sois muerto sin tener remedio"; más yo prefería la muerte a caer en manos de moros. Cuando vinieron seis lanchas de ellos y me apresaron. ¡Jesús de mi alma, que- desgracia fue la mía al verme ausente de mi esposa y de mis hijos!...

…Lo que te ruego amada esposa es que no te muevas del lado de tu madre; contenta a tu familia que ellos no te desampararán, pues yo no puedo asistirte; yo no puedo saciarme con lo que pasa el Bey de Argel que solo da un muy pequeño panecillo muy negro y nada más; yo voy desnudo, pues me dejaron en camisa la más vieja que tenía de forma que en esta de Argel por caridad me dieron una de saco y eché a la calle la otra, que llevaba llena de piojos, siendo para mí la mayor pena el haber estado treinta días dentro del corsario...

…Soy el que desea entrar en libertad y tu marido.

Juan Marqués

P.D. No faltes en entregar estos dos memoriales al Sr. Conde de Cifuentes, siempre con lágrimas en los ojos que el se apiadará de ti y cuídate de escribir a Dn. Gerónimo Rivera, sobre lo que te digo tocante al Sr. obispo y comisario; me enviarás esposa mía dos camisas blancas y dos azules."

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Pero, si eres marino, recuerda que no todo es combate y trabajo, también puedes distraerte, y hasta ganar algún dinerillo en apuestas, matando las odiosas ratas negras que infestan el barco e infectan y roban la comida. Así ni notarás que se demora otro mes más –y ya van tres- la soldada que ni siquiera tu aristocrático capitán ha cobrado.

Lo que no les faltaba, desde luego, era el coraje y el ánimo para seguir viviendo esa vida.

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«Llamo uñas arriba
A cuantos llamo,
Y al recibo los hiero
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