pelayo escribió:Rienzi escribió:Hay que dejar de votar para que todo el sistema quede deslegitimado y se tenga que hacer una nueva Constitución, ahora sí democrática.
Hasta ahora, la Constitución era el marco propicio en que los partidos políticos estatales y sus amigos los directivos de las empresas del IBEX 35 se repartían el botín España. Derroquemos ese marco propicio y hagamos uno nuevo que impida este saqueo.
Una constitución verdaderamente democrática, como la que tienen en EEUU, pero mejorada, aprendiendo de los errores que cometieron los Padres Fundadores de los Estados Unidos: ése es el camino.
¿Que diferencias fundamentales hay entre la constitución estauniense y la española?
Que una es democrática, la primera y más perfecta constitución democrática, y la otra no es democrática, sino un engaño a los españoles para instaurar un régimen de partidos estatales, presidido por un rey garante del sistema y continuador del régimen franquista.
La Constitución de EEUU garantiza la representatividad. Allí el político debe fidelidad a sus votantes y no al partido, ya que no existen las listas ni abiertas ni cerradas. En España, las listas las configuran los líderes de los partidos y los votantes votan a una de las listas, con lo cual el político que aparece en la mencionada lista al ser puesto en ella por su jefe de partido, ¿a quién deberá fidelidad a quien lo ha puesto en ella o a sus votantes? Pues a quien le ha puesto en ella.
La Constitución de EEUU garantiza la separación de poderes. Las votaciones de los políticos son libres y no deben fidelidad al partido, sino a su propia conciencia. Así, el poder ejecutivo no interfiere ni en el legislativo ni en el judicial. En España, al ser el poder legislativo (los políticos de las listas) elegido por los jefes del partido, está sometido a su criterio, con lo cual no hay separación de poderes. De hecho, en España si no hubiera poder legislativo no pasaría nada.
Síntesis: En España no existe democracia: el ejecutivo es el legislativo, el Congreso de los Diputados no representa la voluntad de los votantes, sino la de los partidos, los cuales son órganos estatales al servicio de una oligarquía, cuyo máximo representante es el rey.