El opositor ruso Alexéi Navalny, según los médicos alemanes, ha sido víctima de un envenenamiento con el agente Novichok. Por supuesto, ante esta noticia los medios occidentales han apuntado de inmediato al Kremlin, que niega tener relación alguna con el suceso.
Ignoro en qué parte está la verdad, pero algo no me cuadra en esta historia. Hay varias preguntas que surgen de forma automática:
1) Si el opositor hubiera sido envenenado por orden de Moscú... ¿cómo las autoridades rusas han permitido, incluso facilitado, el traslado de Alexéi a un hospital de Berlín a petición de sus familiares, a sabiendas que allí sería sometido a todo tipo de pruebas y se sabría por tanto que había sufrido un ataque tóxico? Para Moscú habría sido muy sencillo negarle el traslado a Alemania, alegando por ejemplo razones médicas.
2) Si el objetivo era deshacerse de un político incómodo para Putin, ¿por qué eligieron un método de tan incierto resultado (de hecho, sigue con vida y se está recuperando) con lo fácil que hubiera sido para los agentes del FSB liquidarlo a tiros, fingiendo un accidente o sencillamente haciéndolo desaparecer de mil maneras?
3) Si Putin hubiera dado la orden para ese supuesto ataque, ¿acaso el mandatario ignora que un opositor que sobrevive a un atentado se convierte después en alguien mucho más peligroso, más todavía si se queda en el extranjero? Me cuesta creer que al presidente ruso le interese tener vivito y coleando en Alemania o Reino Unido a un oponente dolido y con ganas de venganza. Para él, de haberlo querido, habría resultado mucho más cómodo y seguro deshacerse de él para siempre, y lo tuvo a su merced.
En fin, que algo no cuadra en esta historia. Ojalá sepamos algún día la verdad.