"La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano (Voltaire)
La manipulación se utiliza para ganar poder en una relación. Con diferentes tácticas se intenta tocar los puntos débiles del otro. Para que resulte efectivo, el chantaje emocional debe producir una mezcla de temor, obligación y culpa, a fin de que la pareja acabe sucumbiendo a las propias expectativas. Para ello se suelen emplear estrategias como:
El castigo. Se amenaza, de manera más o menos directa o implícita, con que si no se realiza lo que uno desea tendrá consecuencias negativas.
El autocastigo. En este caso, la amenaza consiste en dañarse uno mismo para hacer sentir culpable al otro. Como, por ejemplo, diciendo: "Si tú no me quieres, la vida no tiene sentido para mí.
El silencio. Supone una manera de mostrar el enfado. El otro, a menudo siente que sólo cediendo logrará mejorar el clima de la relación.
El victimismo. Implica una exigencia disfrazada de sentimientos de lástima y culpa. Como, por ejemplo: "Si no vienes a verme, estaré solo todo el día.
La culpa. Se utilizan reproches o comentarios críticos para que alguien se sienta culpable y así corrija su actitud o su comportamiento.
Las promesas. Se ofrecen promesas maravillosas que, por ser poco realistas, rara vez se acaban cumpliendo: "Si me das otra oportunidad, te prometo que cambiaré y seremos de nuevo felices.
Dar para recibir. Se ofrecen ayudas o favores como un modo de atar a la otra persona y favorecer su sumisión.
Sin embargo son técnicas que utilizadas sistemáticamente pueden ser dañinas y convertirse en verdaderos indicios de maltrato psicológico.
La manipulación está presente cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, cuando se exige sin dar opción a elegir, o cuando se menoscaba la autoestima ajena de manera más o menos capciosa. Implica, en suma, la utilización de otra persona para un beneficio propio. Sin embargo, existen importantes diferencias de grado.
Así como algunos chantajes son transparentes y casi inofensivos, otros resultan más retorcidos y pueden terminar siendo destructivos. Ciertos individuos llegan a tiranizar a la persona con la que conviven utilizando el desdén, la humillación o la crítica. La manipulación llevada al extremo supone un maltrato psicológico, una agresión que no deja marca ni heridas, pero que no por eso resulta menos dañina.
A menudo se cae en el error de considerar este tipo de agresiones como un problema menor, algo menos grave que la pura expresión de violencia. Sin embargo, el maltrato moral suele ser la antesala y un ingrediente indispensable de lo que se conoce como maltrato físico