por bet » 30 Jul 2013, 21:40
El sentido del humor
Aristóteles decía que el hombre es el único animal social, racional, capaz de sonreír, pues los animales expresan el dolor y el placer pero no sonríen. Por lo que el sonreír es en esencia una capacidad exclusiva del hombre.
Todos los hombres tendemos a la felicidad. Es un anhelo universal; nadie puede vivir sin ganas de ser feliz y el sentido del humor es un efecto de esa felicidad.
Cada hombre nace con determinadas facultades y en la medida en que desarrollamos esas facultades somos más o menos felices. Si preguntáramos a un automóvil: ¿Cuándo eres más feliz?, (en caso de que pudiera hablar) nos respondería: Soy feliz cuando voy a toda velocidad y sirvo para que mi dueño se desplace de un lugar a otro. Y si le preguntáramos: ¿No te sentirías feliz lavando ropa?, nos diría: No, yo estoy hecho para ser un medio de transporte, soy un automóvil.
Entonces, si preguntáramos a un hombre: ¿Cuándo eres más feliz?, la respuesta sería: cuando más amo, cuando mejor desempeño mi trabajo y cuando asumo el sufrimiento cotidiano, el que la vida me presenta y no otro, pues sólo en la medida en que sepamos actuar de acuerdo con el fin de nuestras vidas podremos lograr la tan ansiada felicidad.
Así, la felicidad dependerá de la profundidad del ser y de la forma en la que éste realice sus máximas aspiraciones; además, la felicidad debe ser total, no parcial. O se es feliz por temporadas o se es infeliz por temporadas, independientemente de los sucesos externos.
Si no eres feliz podrás ir a Acapulco o a Europa pero no lo serás, ya que la felicidad es interior, pertenece a la hondura del ser. La felicidad es tan propia del ser que no se nota, es como la salud. Nadie se levanta diciendo: No me duele nada, qué bien me circula la sangre. Es sólo el enfermo, cuando pierde la salud, quien se da cuenta de que la tenía. Lo mismo sucede con la felicidad. Nos percatamos cuando no la tenemos, cuando no somos felices.
Tagoré decía, la felicidad es como una noche sin luna, sólo de trecho en trecho hace guiños una estrella, todo lo demás es oscuridad. La felicidad así, no se encuentra en el supermercado ni se puede pagar con dinero, sólo se encuentra al buscar colmar nuestra propia naturaleza, amando a quien debo amar, trabajando cuando debo hacerlo, cumpliendo con mi deber y sufriendo lo que me toca y cuando me toca hacerlo, como decíamos al principio. Todos los actos que nos aparten de esto nos llevan a romper la armonía del ser y nos conducen a la infelicidad.
La felicidad está en nuestra parte espiritual, en la inteligencia y en la voluntad. Y se manifiesta por el gozo que se traduce en serenidad, cuando en silencio se puede contemplar el mundo. En nuestra parte psíquica la felicidad se traduce en alegría, que es un estado de ánimo que ayuda a enfocar los problemas de una manera grata, apetecible y positiva. De esta forma, si soy feliz tengo una resonancia biológica en el cuerpo que es el placer, la serenidad y el sentido del humor. Pero a veces se corre detrás del placer por el placer mismo y lo buscamos fuera, olvidando que el verdadero placer resulta del deber cumplido y no de otra forma.
Dicen que la felicidad es como una mariposa, mientras más la persigues, más se aleja, pero si la olvidas y haces lo que debes hacer, sin darte cuenta llegará sola y se posará en tu hombro.
El sentido del humor será esa manifestación externa de la alegría que es, a su vez, resonancia de la propia felicidad.
Si tenemos sentido del humor es señal de que somos felices o que estamos en camino de serlo. Si no tengo sentido del humor, debemos pensar que la felicidad es algo maravilloso y hay que ir por ella.
La alegría se manifiesta por la sonrisa, no por la risa, aunque la gente que es feliz también se ríe, pero la sonrisa es lo más característico. Cuando nos encontramos con una persona que a las siete de la mañana sonríe nos llama la atención, pero si a las tres de la tarde sigue sonriendo y lo más espectacular es que a las 11 de la noche, también sonríe, eso significa que su propia interioridad le hace sobreponerse a las circunstancias externas y son ese tipo de personas las que admiramos porque causa un auténtico gusto convivir con ellas.
Vivir con sentido del humor es como viajar en un avión, donde somos capaces de ver que si ahora estamos pasando por una cerrada cordillera, más adelante estará un valle en el cual se podrá descansar. Así, aunque se tenga una mala temporada se sabe que tiene que pasar y que vendrán otras mejores, por lo que no debo cambiar mi estado de ánimo y mucho menos perder mi sentido del humor.
Para adquirir el sentido del humor como una actitud, hace falta renunciar a nuestro egoísmo y pensar más en los demás. El cansancio, la enfermedad y la tristeza pueden ser los peores enemigos del sentido del humor pero, ¿quién no conoce a un enfermo que a pesar del sufrimiento siempre busca el momento para hacer una broma? En algunos momentos el sentido del humor puede ser heróico, y de esto fue testigo Santo Tomás Moro. Cuentan que este santo vivió en la época de Enrique VIII, el cual rompió relaciones con el Papa de Roma y obligó a toda la corte a hacer lo mismo. Tomás Moro prefirió seguir los dictámenes de su conciencia y se rehusó a cumplir las ordenes del rey. Su familia le suplicó que se retractara, pero se negó. Prefirió vivir el rechazo de los demás y no su propio rechazo. El día que era llevado a la guillotina con los ojos vendados, le pidió al verdugo, ayúdame a subir la escalera, que ya de bajar yo me encargo... La ocasión me parece que no era propicia para hacer bromas, pero Tomás Moro sabía que al cumplir su deber por duro que fuera, le traería más satisfacción personal que si hubiera actuado de acuerdo con el miedo o las conveniencias.
Tener sentido del humor es así: saltar los obstáculos de la vida cotidiana, haciéndonos y haciendo a los demás la vida más agradable y más llevadera. Debemos recurrir a una broma, una sonrisa o una palabra cariñosa en cualquier momento del día. Una persona con sentido del humor es siempre bien recibida y acogida.
¿Cómo adquirir este hábito? Una vez preguntaron al famoso pintor Monet cómo se hacía una obra de arte, y contestó: Si sale, sale; si no sale, hay que volver a empezar, todo lo demás son fantasías. De esta manera, tenemos que esforzarnos por adquirir esa forma de actuar ante las circunstancias buenas o malas. Si sale hoy, sale; si no, hay que volver a empezar. Es una realidad que al principio cuesta, si no, serían fantasías.
Y no olvidemos que:
Quien pierde dinero, no pierde nada;
quien pierde salud, pierde algo,
pero quien pierde el sentido del humor, lo pierde todo.
Para sentido del humor, mi viejo chulo¡