La que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligada a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera. Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se vuelve. Y como colofón a los proverbios las mentiras más ímbeciles son aquellas que tras dichas una y otra vez la persona autora se encuentra en silencio. Qué gran verdad. La que calla después de mentir una vida entera da auténtica pena.
Ahora que salgan defensores pseudointelectuales con verborrea barata y cutre.