por tabernero » 24 Abr 2011, 07:18
Ya que me toca inaugurar ésto, os compartiré una anécdota sencilla de mi vida:
La primera vez...
...que me emborraché (no amigos, hoy no habrá historia XXX) fué a los 13 años. Es raro que haya sido tan tarde siendo yo el hijo de un trabajador de cervecería.
Fué en el cumpleaños de Carlos Gutierrez, un vecino, y ésto era una cosa rara también ya que en su casa no habia mucha costumbre de beber como en la mía, pero la diferencia era que su papá no vivía con ellos, y venía en esa ocasión especial a compartir con la familia...¡y a tomarse unos tragos con su hijo, coño!
El hecho es que llegué, estaba todo medio oscuro porque hubo apagón ese dia. (gracias al gentil auspicio de Sendero Luminoso, grupo terrorista de la época que acostumbraba ponerle "sabor" a la vida de la capital volando en pedazos las torres de interconexión eléctrica)
Entré en la sala y ahi lo ví...gigante en sus 750ml (al menos así me pareció en esa epoca) y furioso en su color ambar. Se trataba de una botella de Cartavio Añejo, la primera botella de ron que veia fuera de la tele.
Me asusté un poco, ya que hasta entonces sólo había sido el mocoso al que en las reuniones familiares le convidaban un vasito de cerveza "para que se vaya acostumbrando" sin embargo me tuvieron más de 7 años "acostumbrándome" pero sin pasar a mayores.
El papá de mi amigo al notarme algo turbado, apiadose y dedicome unas palabras de aliento:
- ¡Bebe, coño!
Ante tal motivación, no me quedó otra que servirme un trago. El problema surgió cuando me dí cuenta que no tenía ni la más mínima idea de cómo servirmelo. Ante mi nueva turbación, el papá de mi amigo en otro arranque de generosa piedad, agarró la botella y me sirvió un vaso de ron con cocacola y sus respectivos hielitos.
Y ahi me tenían, con el vaso en la mano, el compromiso de beberlo, fuera de casa, 13 años, y tontísimo de emoción.
Tomé un primer sorbo medio apurado (las primeras veces en la vida siempre tienen "prisa") luego otro, y otro más hasta dejar los hielos en total abandono. El papá de mi amigo notó mi entusiasmo así que me sirvió otro vaso más y luego otro.
Realmente no recuerdo la conversación de esa noche, sólo sé que de pronto empecé a sonreir, a ser feliz, muy feliz; el papá de mi amigo hablaba de la crisis y el futuro del pais...pero yo era feliz, había apagón y sonaban bombas a lo lejos...pero yo era feliz, derramé el cuarto vaso en la alfombra persa de la sala...pero yo era feliz, la mamá de mi amigo secaba el estropicio hecho por mi...pero yo era feliz, me dijeron que ya era tarde y debía ir a casa...pero yo...un momento...¿qué hora es?
"las 11 pm hijito, es un poco tarde y te ha caido mal el trago"
Yo ni cuenta de lo que pasaba, hasta que intenté ponerme de pié. Ahí ya no fuí feliz. Me asusté muchísimo, no sabía que las cosas eran así cuando bebías, que tu cuerpo deja de ser totalmente tuyo y hace causa común con la rotación de la tierra y la teoría del caos. Caminé dando tumbos hacia la puerta de la casa, mi amigo me siguió en perfecta coreografía (porque estaba tan mareado como yo) y me despidió. Con la puerta cerrada a mis espaldas y el parque que separaba ambas casas frente a mi, tomé aliento y caminé lo mejor que pude, maldiciendo el licor, agradecido de la oscuridad que impedía que me viera el vecindario caminando de ese modo (años después eso mismo sería parte del show urbano en los fines de semana, pero a una edad menos indecorosa) y rogando que en casa no se dieran cuenta.
Luego de hacer curva la línea recta del camino a mi casa, por fin llegué a la puerta. Todos en casa ya se encontraban en sus habitaciones (en los apagones es muy poco lo que se puede hacer salvo charlar y dormir) entré, huí al baño, me lavé, escapé a mi dormitorio y me asilé en él hasta el dia siguiente.
Al amanecer fué otro día.
Ahora que acabo de escribir, pienso que no fué una gran historia ya que años más tarde en mis borracheras me pasarían cosas muy divertidas, riesgosas, incómodas, violentas, dolorosas, emotivas, siempre intensas y memorables al fin y al cabo, pero por algo se empieza. Un primer paso inicia un largo viaje, y un solo vaso de ron con cocacola inició inocentemente el camino de mi vida bohemia.
Así de simple.
Salud
In vino veritas, in veritate libertas, ergo in vino libertas