10/07/2010 agencia AFP:
El físico Martin Rees y el matemático John D. Barrow, dos respetados científicos británicos, se preguntan si toda la materia y la inteligencia, tal como las conocemos, no son sino la creación de una mega-supercomputadora que se encuentra en alguna parte del Universo. “Hace algunas décadas, las computadoras sólo podían simular modelos muy simples. Ahora pueden crear mundos virtuales con muchísimos detalles”, declaró Rees a la AFP.
Martin, un astrónomo que trabaja en la prestigiosa Universidad de Cambridge, se atreve a ir más lejos en estas elucubraciones y se pregunta si podríamos estar en una simulación semejante. En ese caso, el universo no lo comprendería todo, sino tan sólo una parte de un conjunto que Rees y Barrow llaman el ‘multiverso’.
Barrow, otro profesor de Cambridge, sostiene en un artículo académico que durante mucho tiempo se supo que una civilización ligeramente más avanzada que la nuestra podría simular “universos en los cuales entidades conscientes podían surgir y comunicarse entre ellas”.
En una sociedad mucho más experta en informática y con una tecnología mucho más avanzada, “en lugar de limitarse a simular su clima o la formación de galaxias, como hacemos nosotros, ellos podrían ir más lejos y observar el surgimiento de estrellas y sistemas planetarios”, sostuvo.
“Luego, una vez que incorporaran las reglas de la bioquímica en sus simulaciones astronómicas, serían capaces de observar la evolución de la vida y la consciencia”, agregó. Los dueños de las máquinas del universo podrían “observar el crecimiento de las civilizaciones y comunicarse entre sí, discutir sobre si existe un Gran Programador en el Cielo que podría intervenir según su voluntad, desafiando las leyes de la naturaleza que se observan habitualmente”, insistió Barrow.
La teoría de los dos científicos de Cambridge no cuenta con mucho respaldo entre sus pares. Seth Lloyd, profesor de ingeniería mecánica cuántica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), subrayó que una simulación semejante requeriría una computadora tan grande que la imaginación no llega a concebirla, en un artículo publicado el fin de semana pasado en el Sunday Times.
Lo expuesto por estos investigadores cuenta, además, con el apoyo de otros prestigiados físicos como Paul Davies, quien hace notar que para esta hipótesis existen inquietantes datos que podrían confirmarla, refiriéndose al descubrimiento realizado en 1998 por el astrónomo John Webb cuando estudiaba quasares ubicados a 6 mil millones luz de distancia. Webb descubrió, al analizar los espectros de la luz, que su velocidad era ligeramente menor a lo esperado siguiendo las leyes de la relatividad de Einstein.
Para Davies era una confirmación de la hipótesis de un Universo Holográfico Simulado ya que, a estas distancias la realidad virtual simulada deja de ser perfecta y se manifiesta por una variación de las constantes físicas.
La idea ha sido tomada también muy en serio por filósofos de la ciencia como Nick Bostrom de la Universidad de Oxford quien ha llevado al terreno de la lógica la propuesta de los astrofísicos en un ensayo titulado ¿Vivimos en un universo simulado?, en donde postula tres principios básicos de esta hipótesis:
1. La probabilidad de que una especie con nuestro nivel actual de desarrollo pueda evitar extinguirse antes de convertirse en tecnológicamente madura es insignificantemente pequeña.
2. Casi ninguna civilización tecnológicamente madura está interesada en correr simulaciones de computadora de mentes como las nuestras.
3. Usted está casi con seguridad en una simulación.
Las conclusiones a las que llega Bostrom parecen sugerir que es más probable que la existencia del universo, y por lo tanto la nuestra, esté transcurriendo en una simulación.
El filósofo incluso ha inventado una ecuación en la que cada uno de los factores representa aspectos tales como el número de civilizaciones que han sobrevivido a estados de posthumanos, números de civilizaciones creadoras de simulaciones, así como el número de individuos que han vivido antes del surgimiento de una civilización posthumana.